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2 Timoteo 1:6 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Por eso te aconsejo que avives la llama del don que Dios te dio cuando puse las manos sobre ti.

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Biblia Reina Valera 1960

Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Por esta razón, te recuerdo que avives el fuego del don espiritual que Dios te dio cuando te impuse mis manos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Por eso te invito a que reavives el don de Dios que recibiste por la imposición de mis manos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Por esta razón, te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Por eso te insisto en que reavives ese don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Por lo cual te aconsejo que avives el don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.

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2 Timoteo 1:6
19 Tagairtí Cros  

Otras mujeres, con mucha alegría, usaron sus dones especiales para hacer telas de pelo de cabras.


Luego Moisés dijo a Bezalel, a Aholiab y a todos los que sintieron el deseo de colaborar en los trabajos que comenzaran a trabajar,


Recuérdenme esta promesa de perdón, pues de sus pecados hemos de hablar. Defiendan su causa para obtener mi perdón.


Antes de partir, llamó a diez de sus empleados y le entregó a cada uno una buena cantidad de dinero. Les dijo: “Hagan negocio con este dinero hasta que yo vuelva”.


Y cuando Pablo les puso las manos sobre la cabeza, el Espíritu Santo vino sobre ellos y hablaron en lenguas y profetizaron.


Presentaron entonces a estos siete ante los apóstoles, quienes oraron poniendo las manos sobre ellos.


No dejes de ejercitar el don que recibiste por medio de una profecía, cuando los ancianos de la iglesia impusieron las manos sobre ti.


Explica esto a los hermanos y estarás cumpliendo con tu deber como buen servidor de Cristo Jesús. Así estarás demostrando que te nutres de la fe y de las buenas enseñanzas que fielmente has seguido.


Recuérdales esto y encárgales delante de Dios que no discutan asuntos que no tienen importancia. Tales discusiones lo único que logran es hacer daño a los oyentes.


Con urgencia predica la palabra de Dios; hazlo sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar.


Dejemos ya lo que se refiere al bautismo, la imposición de manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno.


Jamás dejaré de recordarles estas cosas, aun cuando las sepan y permanezcan firmes en la verdad.


Amados, esta es la segunda carta que les escribo,


Aunque ustedes lo saben muy bien, quiero recordarles que el Señor rescató de Egipto a su pueblo y luego destruyó a los que no creían en él.