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1 Timoteo 4:14 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

14 No dejes de ejercitar el don que recibiste por medio de una profecía, cuando los ancianos de la iglesia impusieron las manos sobre ti.

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Biblia Reina Valera 1960

14 No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 No descuides el don espiritual que recibiste mediante la profecía que se pronunció acerca de ti cuando los ancianos de la iglesia te impusieron las manos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 No descuides el don espiritual que recibiste de manos de profetas cuando el grupo de los presbíteros te impuso las manos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 No descuides el don que hay en ti, que te fue dado por medio de profecía con imposición de las manos del presbiterio.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 No dejes de cuidar el don que hay en ti y que, mediante intervención profética, se te confirió con la imposición de las manos del presbiterio.

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1 Timoteo 4:14
18 Tagairtí Cros  

Y luego encomendaron a Bernabé y a Saulo la tarea de llevar las ofrendas a los ancianos.


Después de ayunar y orar, pusieron las manos sobre ellos y los despidieron.


Y cuando Pablo les puso las manos sobre la cabeza, el Espíritu Santo vino sobre ellos y hablaron en lenguas y profetizaron.


El jefe de los sacerdotes y todo el Consejo de ancianos son testigos de que así fue. Ellos mismos me dieron cartas para nuestros hermanos judíos en Damasco, y fui allá para traer a Jerusalén a los que encontrara, para que aquí los castigaran.


Presentaron entonces a estos siete ante los apóstoles, quienes oraron poniendo las manos sobre ellos.


Entonces Pedro y Juan pusieron las manos sobre los creyentes y ellos recibieron el Espíritu Santo.


Ahora, Timoteo, hijo mío, fíjate en este mandamiento que te doy: Pelea la buena batalla, tal como dicen las profecías que se hicieron en cuanto a ti.


Sé diligente en estos asuntos; entrégate de lleno al cumplimiento de tu deber para que todos vean tus progresos.


Los ancianos que cumplen bien con su deber en la iglesia, especialmente los que se dedican a predicar y enseñar, deben ser doblemente apreciados y recompensados.


No hagas caso a ninguna acusación contra un anciano si no está respaldada por dos o tres testigos.


No impongas con ligereza las manos a nadie, porque corres el peligro de hacerte cómplice de pecados ajenos. Consérvate limpio de pecado.


Lucha la buena batalla de la fe; echa mano de la vida eterna que Dios te ha dado y que has confesado ante tantos testigos.


Por eso te aconsejo que avives la llama del don que Dios te dio cuando puse las manos sobre ti.


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