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2 Samuel 21:1 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Durante el reinado de David hubo hambre por tres años consecutivos. Entonces David habló con el Señor acerca de esta situación, y el Señor le dijo: «El hambre ha venido por causa de que Saúl y su familia asesinaron a los gabaonitas».

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Biblia Reina Valera 1960

Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová, y Jehová le dijo: Es por causa de Saúl, y por aquella casa de sangre, por cuanto mató a los gabaonitas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Durante el reinado de David hubo un hambre que duró tres años. Entonces David consultó al Señor, y el Señor dijo: «El hambre se debe a que Saúl y su familia son culpables de la muerte de los gabaonitas».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Hubo bajo el reinado de David una hambruna que duró tres años. David consultó a Yavé y éste le respondió: 'Saúl y su familia tienen pendiente una deuda de sangre porque Saúl dio muerte a los gabaonitas'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

En los días de David hubo hambre por tres años consecutivos, y buscó David el rostro de YHVH; y dijo YHVH: Es a causa de Saúl, a causa de esa casa sanguinaria que dio muerte a los gabaonitas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Hubo en tiempos del rey David un hambre que duró tres años consecutivos. Consultó entonces David a Yahveh y Yahveh le respondió: 'Hay sangre sobre Saúl y sobre su familia, por haber dado él muerte a los gabaonitas'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos. Y David consultó a Jehová, y Jehová le dijo: Es por Saúl, y por aquella casa de sangre; porque mató a los gabaonitas.

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2 Samuel 21:1
34 Tagairtí Cros  

En ese tiempo hubo mucha hambre en aquella región; así que Abram se fue a vivir a Egipto.


En aquella época hubo mucha hambre en esa región, tal como había ocurrido antes en el tiempo de Abraham. Isaac entonces se trasladó a la ciudad de Guerar, donde vivía Abimélec el rey de los filisteos.


Además, como el hambre se extendió por toda la tierra, de otros países venía gente a Egipto, para comprar alimentos a José.


De modo que los hijos de Israel fueron a Egipto, junto con mucha gente de otros pueblos, porque el hambre en Canaán era muy grande.


Pero el hambre se hacía insoportable sobre la tierra.


Ira el yairita era el capellán de David.


―Muy bien —respondieron—, entréguenos a siete de los hijos de Saúl, el hombre que se empeñó en destruirnos. Los colgaremos delante del Señor, en Guibeá, la ciudad del rey Saúl. ―Muy bien —dijo el rey—, se los entregaré.


Una vez más la ira del Señor se encendió contra Israel, e incitó a David a hacer un censo nacional.


Por eso, David consultó al Señor: ―¿Iré y lucharé contra ellos? ¿Me usarás para derrotarlos? ―Sí, ve, porque yo los entregaré en tus manos —le respondió el Señor.


Cuando David le preguntó al Señor qué tenía que hacer, él le respondió: ―No los ataques de frente, sino rodéalos y atácalos por detrás, cuando llegues a los árboles de bálsamo.


Elías, el profeta de Tisbé de Galaad, le dijo al rey Acab: «Tan cierto como que el Señor, Dios de Israel, vive, el Dios al cual adoro y sirvo, te digo que no habrá rocío ni lluvia durante varios años en Israel, hasta que yo lo diga».


Entonces Elías fue a decírselo. Debido a la sequía era mucha el hambre que había en Samaria.


Como resultado hubo gran hambre en la ciudad. Al poco tiempo la cabeza de un burro se vendía hasta por ochenta monedas de plata, y un cuarto de litro de estiércol de paloma, por cinco.


Eliseo le había dicho a la mujer a cuyo hijo él había resucitado: «Vete con tu familia a donde puedas, porque el Señor enviará un gran hambre sobre Israel, que durará siete años».


Le he dicho a Dios: No te limites a condenarme: dime por qué lo haces.


Mi corazón te oyó decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Ya voy Señor».


Confía en mí en tus tribulaciones para que yo te libre y puedas darme la gloria.


Cuando me llame, yo responderé; estaré con él en la angustia, lo libraré y lo honraré.


Destruiré sus abastecimientos de alimento, de modo que un horno será suficiente para cocer el pan de diez familias, y tendrán hambre después que les hayan dado su ración.


Él consultará a Eleazar el sacerdote para recibir mis órdenes. Yo, el Señor, hablaré con Eleazar por medio del urim, y Eleazar le entregará las instrucciones a Josué y al pueblo. De esta manera continuará guiando a Israel.


Hubo un gran pecado entre los israelitas. Alguien desobedeció el mandato de Dios de destruir todo salvo lo que estaba reservado para los tesoros del Señor. Acán, hijo de Carmí, nieto de Zabdí y bisnieto de Zera, de la tribu de Judá, tomó parte del botín para sí, y el Señor se enojó con toda la nación a causa de esto.


Debemos dejarlos con vida, porque si quebrantamos nuestro juramento, la ira del Señor se derramará sobre nosotros.


Cuando los jueces gobernaban en Israel, un hombre llamado Elimélec, de Belén de Judá, se fue a causa del hambre que azotaba al país y se estableció en la tierra de Moab.


Le preguntaron al Señor: ―¿Dónde está? ¿Está entre nosotros? Y el Señor respondió: ―Está escondido entre el bagaje.


¿Me entregarán a él los hombres de Queilá? ¿Vendrá Saúl realmente como he oído? Oh Señor Dios de Israel, te ruego que me lo digas. Y el Señor le dijo: ―Vendrá.


David consultó al Señor: ―¿Iré y los atacaré? ―Sí, ve y salva Queilá —le dijo el Señor.


David le preguntó nuevamente al Señor, y el Señor nuevamente le respondió: ―Vete a Queilá, porque yo te ayudaré a conquistar a los filisteos.