Bíobla ar líne

Fógraí


An Bíobla ar fad Sean-Tiomna Tiomna Nua




2 Reyes 8:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Eliseo se había ido a Damasco (capital de Siria). En esos días el rey Ben Adad estaba enfermo, y alguien le dijo al rey que el profeta había llegado.

Féach an chaibidil
Taispeáin Interlinear Bible

Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

Eliseo se fue luego a Damasco; y Ben-adad rey de Siria estaba enfermo, al cual dieron aviso, diciendo: El varón de Dios ha venido aquí.

Féach an chaibidil

Biblia Nueva Traducción Viviente

Luego Eliseo fue a Damasco, la capital de Aram, donde el rey Ben-adad estaba enfermo. Cuando alguien le informó al rey que el hombre de Dios había llegado,

Féach an chaibidil

Biblia Católica (Latinoamericana)

Eliseo se fue a Damasco. El rey de Aram, Ben-Hadad, estaba enfermo y le comunicaron la noticia de que el hombre de Dios había llegado.

Féach an chaibidil

La Biblia Textual 3a Edicion

Y Eliseo fue a Damasco, y Ben-adad, rey de Siria, estaba enfermo, y le dijeron: El varón de Dios ha venido aquí.

Féach an chaibidil

Biblia Serafín de Ausejo 1975

Eliseo fue luego a Damasco. Ben Hadad, rey de Aram, estaba enfermo, y le dieron esta noticia: 'El varón de Dios ha llegado aquí'.

Féach an chaibidil

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Eliseo se fue luego a Damasco, y Benadad, rey de Siria, estaba enfermo, al cual dieron aviso, diciendo: El varón de Dios ha venido aquí.

Féach an chaibidil
Aistriúcháin eile



2 Reyes 8:7
18 Tagairtí Cros  

Esperó hasta la noche y los atacó por sorpresa, los derrotó y los persiguió hasta Hobá, que queda al norte de Damasco.


Organizó una banda de delincuentes, y se convirtió en su jefe. Cuando David le mató algunos de sus hombres, Rezón se trasladó a Damasco y se quedó a vivir allí.


Cuando Jeroboán se acercaba al altar para quemar el incienso al becerro de oro, vino un profeta de Judá, de parte del Señor, y se le acercó.


Entonces Asá tomó todo el oro y la plata que había en la tesorería del templo del Señor y en los tesoros de la casa del rey, y se lo dio a sus siervos para que lo llevaran a Damasco, al rey Ben Adad. Este era hijo de Tabrimón y nieto de Hezión. Junto con este presente, Asá le envió el siguiente mensaje a Ben Adad:


Ben Adad, de Siria, movilizó su ejército para ir a sitiar a Samaria, la capital de Israel. Para esto contó con el apoyo de treinta y dos reyes amigos, con sus carros de combate y sus caballos.


Ben Adad le dijo: ―Te devolveré las ciudades que mi padre le quitó al tuyo, para que puedas establecer puestos de comercio en Damasco, como mi padre hizo en Samaria. Acab le contestó: ―Siendo así, te dejaré en libertad. De este modo Acab hizo un pacto con Ben Adad, y lo dejó ir.


Ocozías, el nuevo rey de Israel, que se había caído de la terraza de su palacio en Samaria y había quedado seriamente herido, envió mensajeros al santuario del dios de Baal Zebub, dios de Ecrón, a preguntar si se recuperaría de sus heridas.


Cuando los jóvenes profetas de Jericó vieron lo ocurrido, exclamaron: «¡El espíritu de Elías está sobre Eliseo!». Y fueron a su encuentro, y lo saludaron con respeto.


Pero Guiezi, siervo de Eliseo, se dijo: «Mi amo no debió haber dejado que este hombre se fuera sin recibirle sus regalos. Yo lo alcanzaré y le pediré algo». Así que salió en busca de Naamán.


―Ninguno de nosotros —contestó uno de los oficiales—. Es el profeta Eliseo el que le dice al rey de Israel las mismas palabras que tú hablas en lo más privado de tu habitación.


Sin embargo, algún tiempo después, el rey Ben Adad, de Siria, reunió sus tropas y puso sitio a Samaria.


―¿De veras? —le preguntó el rey a ella. Ella le dijo que sí, y él dio órdenes a un oficial de su confianza para que se preocupara de que todo lo que le pertenecía a ella le fuera devuelto, además del valor de la cosecha que hubiera habido durante su ausencia.


porque Damasco seguirá siendo capital sólo de Siria, y el reino de Rezín no extenderá sus fronteras. Y dentro de sesenta y cinco años también Efraín será aplastado y quebrantado.


Si decides quedarte, vuelve adonde está Guedalías, que ha sido nombrado gobernador de Judá por el rey de Babilonia, y quédate con el resto del pueblo que él gobierna. Pero es cosa tuya; ve a donde quieras. Nabuzaradán le dio a Jeremías alimentos y dinero y lo dejó ir.


Al no hallarlos allí, arrastraron fuera a Jasón y a varios creyentes más y los llevaron ante las autoridades de la ciudad. ―Los que trastornan al mundo andan por la ciudad —gritaron—.


Esta es la bendición que Moisés, varón de Dios, dio al pueblo de Israel antes de morir:


Pronto se supo que había sido visto en la ciudad, y montaron guardia junto a las puertas de la ciudad para capturarlo si trataba de irse. «En la mañana —decían ellos—, cuando haya suficiente luz, lo encontraremos y le daremos muerte».