Los Nefilim estaban en la tierra en aquellos días; y también después de que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres y ellas les dieron hijos, éstos vinieron a ser los poderosos que hubo en los tiempos antiguos, varones de renombre.
Números 13:33 - Biblia Version Moderna (1929) También vimos allí a los gigantes, hijos de Anac, de la raza de los gigantes: y éramos nosotros a nuestros propios ojos como langostas; y así también éramos a los ojos de ellos. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos. Biblia Nueva Traducción Viviente Hasta había gigantes, los descendientes de Anac. ¡Al lado de ellos nos sentíamos como saltamontes y así nos miraban ellos!». Biblia Católica (Latinoamericana) Si hasta vimos gigantes. A su lado teníamos la impresión de que éramos langostas y así nos veían ellos. La Biblia Textual 3a Edicion También vimos allí a los nefileos,° descendientes de Anac, raza de gigantes, y nos pareció que éramos como langostas ante sus ojos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 También vimos allí gigantes -los hijos de Anac, descendientes de los gigantes-, y a su lado, nosotros nos sentíamos como langostas; y esto les parecíamos nosotros a ellos'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes; y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos. |
Los Nefilim estaban en la tierra en aquellos días; y también después de que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres y ellas les dieron hijos, éstos vinieron a ser los poderosos que hubo en los tiempos antiguos, varones de renombre.
Hirió además a un egipcio, hombre de tamaño colosal, de cinco codos de altura; y en mano del egipcio había una lanza, como enjullo de tejedor; mas descendió contra él con un báculo, y arrebatando la lanza de la mano del egipcio, le mató con su misma lanza.
Dios es aquel que se está sentado sobre el círculo de la tierra, y los habitantes de ella le son como langostas; el que extiende, como cendal, los cielos, y los despliega como pabellón que se tiende para habitación:
Pues que subieron por la tierra del Mediodía, y llegaron a Hebrón, endonde estaban Ahimán, Sesai y Talmai, hijos de Anac. (Hebrón fué edificada siete años antes de Zoán en Egipto.)
Empero es fuerte el pueblo que habita en aquella tierra; y las ciudades están fortificadas y son muy grandes. Y también a los hijos de Anac hemos visto allí.
ENTONCES toda la Congregación alzó la voz y gritó; y lloró el pueblo aquella noche.
¿A dónde hemos de subir? Nuestros hermanos nos han hecho desmayar el corazón, diciendo: El pueblo es más grande y más alto que nosotros; las ciudades grandes e inexpugnables, amuralladas hasta el cielo; y también vimos allí a los hijos de los Anaceos.
(Los Emitas antes habitaban allí; pueblo grande y numeroso, y de alta talla como los Anaceos.
Porque solamente Og, rey de Basán, quedaba del resto de los gigantes. He aquí su cama, cama de hierro, ¿no está todavía en Rabbá de los Ammonitas? de nueve codos es su longitud, y de cuatro codos su anchura, según el codo de un hombre.
un pueblo grande y de alta talla, los hijos de los Anaceos, que tú conoces, y de quienes has oído decir: ¿Quién puede quedar en pie delante de los hijos de Anac?
¶Y en aquel mismo tiempo vino Josué y exterminó a los Anaceos, de la Serranía, de Hebrón, de Debir, de Anab, y de toda la serranía de Judá y de toda la serranía de Israel; Josué los destruyó completamente, juntamente con sus ciudades.
Ahora bien, dame esta montaña de la cual habló Jehová en aquel día. Porque tú oíste decir en aquel día, que los Anaceos estaban allí, con ciudades grandes e inexpugnables. Jehová tal vez estará conmigo, de manera que yo pueda desposeerlos, como dijo Jehová.
Caleb pues arrojó de allí a los tres hijos de Anac, Sesai, Ahimán y Talmai, hijos de Anac.
Y todos los hombres de Israel, cuando vieron a aquel hombre, huyeron de delante de él, y temieron en gran manera.
Pero cuando el filisteo miró, y vió a David, le tuvo en desprecio; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso aspecto.