Otra parte cayó en un pedregal, donde no había mucha tierra, y brotó en seguida porque la semilla no tenía profundidad en la tierra;
Marcos 4:16 - Biblia Martin Nieto Los sembrados en el pedregal son aquellos que oyen la palabra y la aceptan con alegría; Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; Biblia Nueva Traducción Viviente Las semillas sobre la tierra rocosa representan a los que oyen el mensaje y de inmediato lo reciben con alegría; Biblia Católica (Latinoamericana) Otros reciben la palabra como un terreno lleno de piedras. Apenas reciben la palabra, la aceptan con alegría;' La Biblia Textual 3a Edicion Y los sembrados en los pedregales son éstos:° los que al oír la palabra, al momento la reciben con gozo, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Hay otros, igualmente, que recibieron la semilla en terreno pedregoso; éstos, al oír la palabra, de momento la reciben con alegría Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y de igual modo, estos son los que son sembrados en pedregales; quienes habiendo oído la palabra, al momento la reciben con gozo; |
Otra parte cayó en un pedregal, donde no había mucha tierra, y brotó en seguida porque la semilla no tenía profundidad en la tierra;
Los de junto al camino son aquellos en los que se siembra la palabra, pero que, apenas la han oído, va Satanás y arrebata la palabra sembrada en ellos.
pero no tienen raíces, son inconstantes y, en cuanto les sobreviene, a causa de la palabra, una tribulación o persecución, inmediatamente se vienen abajo.
porque Herodes respetaba a Juan, pues reconocía que era un hombre justo y santo, y lo protegía; cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.
Los que están sobre el pedregal son los que oyen la palabra y la aceptan con alegría; pero no tienen raíz, creen por algún tiempo y en el momento de la prueba se vuelven atrás.
Juan era la antorcha que arde y luce, y vosotros quisisteis recrearos con su luz por un momento.
El mismo Simón creyó y se bautizó; y ya no se apartaba de Felipe, viendo maravillado los prodigios y milagros insignes que hacía.