Entonces, todos los que se sintieron movidos por Dios -cabezas de familia de Judá y Benjamín, sacerdotes y levitas- se pusieron en marcha y subieron a reedificar el, templo de Jerusalén.
Esdras 1:1 - Nueva Biblia Española (1975) El año primero de Ciro, rey de Persia, el Señor, para cumplir lo que había anunciado por boca de Jeremías, movió a Ciro de Persia a promulgar de palabra y por escrito en todo su remo: Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo: Biblia Nueva Traducción Viviente En el primer año de Ciro, rey de Persia, el Señor cumplió la profecía que había dado por medio de Jeremías. Movió el corazón de Ciro a poner por escrito el siguiente edicto y enviarlo a todo el reino: Biblia Católica (Latinoamericana) El primer año de Ciro, rey de Persia, se cumplió la palabra de Yavé proclamada por Jeremías: Yavé despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia. Ciro mandó proclamar, tanto de viva voz como por escrito, en su reino, lo siguiente: La Biblia Textual 3a Edicion Y° en el año primero° de Ciro rey de Persia, para que se cumpliera la palabra de YHVH por boca de Jeremías, YHVH despertó el espíritu de Ciro rey de Persia° para que se proclamara en todo el reino por pregón y por escrito, diciendo: Biblia Serafín de Ausejo 1975 El año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento del oráculo de Yahveh pronunciado por Jeremías, excitó Yahveh el espíritu de Ciro, rey de Persia, quien hizo publicar de viva voz y también por escrito, por todo su reino, este decreto: Biblia Reina Valera Gómez (2023) En el primer año de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, Jehová despertó el espíritu de Ciro, rey de Persia, el cual hizo pregonar por todo su reino, y lo puso también por escrito, diciendo: |
Entonces, todos los que se sintieron movidos por Dios -cabezas de familia de Judá y Benjamín, sacerdotes y levitas- se pusieron en marcha y subieron a reedificar el, templo de Jerusalén.
Zorobabel, Josué y los demás cabezas de familia les respondieron: No edificaremos juntos el templo de nuestro Dios. Lo haremos nosotros solos, como ha mandado Ciro de Persia.
De este modo, el senado de Judá adelantó mucho la construcción, cumpliendo las instrucciones de los profetas Ageo y Zacarías, hijo de Ido, hasta que por fin la terminaron, conforme a lo mandado por el Dios de Israel y por Ciro, Darío y Artajerjes], reyes de Persia.
Celebraron con gozo la fiesta de los Ázimos durante siete días; festejaban al Señor porque, cambiando la actitud del rey de Asiría, los animó a trabajar en el templo del Dios de Israel.
El año primero de su reinado, el rey Ciro decretó a propósito del templo de Jerusalén: Constrúyase un templo donde ofrecer sacrificios y echen sus cimientos. Su altura será de treinta metros y su ancho de otros treinta.
Bendito sea el Señor, Dios de nuestros padres, que movió al rey a dotar el templo de Jerusalén
El corazón del rey es una acequia en manos de Dios: la dirige a donde quiere.
el que dice: 'Ciro, tú eres mi pastor y cumplirás todo mi designio; el que dice: 'Jerusalén, serás reconstruida; templo, serás cimentado'.
Así dice el Señor a su ungido Ciro, a quien lleva de la mano: Doblegaré ante él naciones, desceñiré las cinturas de los reyes, abriré ante él las puertas, los batientes no se le cerrarán.
Palabras de Jeremías, hijo de Jelcías, de los sacerdotes residentes en Anatot, territorio de Benjamín.
Esto es lo que dice el Señor: Cuando se cumplan setenta años en Babilonia, me ocuparé de ustedes, les cumpliré mis promesas trayéndolos de nuevo a este lugar.
Paras, Nubia y Put van con ellos, todos con escudos y yelmos. Gómer y todas sus huestes;
El año segundo de su reinado, Nabucodonosor tuvo un sueño; se sobresaltó y no pudo seguir durmiendo.
Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra: '¡Paz y bienestar!
el año primero de su reinado, yo, Daniel, leía atentamente en el libro de las profecías de Jeremías el número de años que Jerusalén había de quedar en ruinas: eran setenta años.
Declaró: Yo, una voz que grita desde el desierto: 'Enderecen el camino del Señor' (como dijo el profeta Isaías)