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Esdras 5:12 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

12 Pero como nuestros antepasados hicieron enojar a Dios, él permitió que los venciera el rey Nabucodonosor de Babilonia. Ese rey destruyó este templo y envió cautivos a Babilonia a todos los habitantes de Jerusalén.

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Biblia Reina Valera 1960

12 Mas después que nuestros padres provocaron a ira al Dios de los cielos, él los entregó en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, caldeo, el cual destruyó esta casa y llevó cautivo al pueblo a Babilonia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 No obstante, debido a que nuestros antepasados hicieron enojar al Dios del cielo, él los entregó en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, quien destruyó el templo y desterró al pueblo a Babilonia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Pero, como nuestros padres provocaron la cólera del Dios del Cielo, éste los dejó caer en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, el caldeo. Demolió este Templo y se llevó al pueblo desterrado a Babilonia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Pero por cuanto nuestros antepasados provocaron al Dios de los cielos, Él los entregó en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, el caldeo, quien destruyó esta Casa, e hizo deportar al pueblo a Babilonia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Pero, por haber irritado nuestros padres al Dios del cielo, éste los entregó en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, el caldeo, quien destruyó este templo y se llevó cautivo al pueblo a Babilonia.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

12 Mas después que nuestros padres provocaron a ira al Dios de los cielos, Él los entregó en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, caldeo, el cual destruyó esta casa, e hizo trasportar al pueblo a Babilonia.

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Esdras 5:12
28 Σταυροειδείς Αναφορές  

Luego Dios envió pequeños grupos de soldados caldeos, sirios, moabitas y amonitas, para que atacaran y destruyeran Judá. Así se cumplió lo que Dios había anunciado por medio de sus profetas.


Entonces, el día diez del mes de Tébet, durante el noveno año del reinado de Sedequías, el rey Nabucodonosor fue con todo su ejército para atacar a Jerusalén. Rodeó la ciudad, y construyó rampas para atacarla mejor,


Los israelitas que quedaron con vida fueron llevados presos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus descendientes. Así permanecieron, hasta que el reino de Persia se convirtió en un país poderoso y conquistó Babilonia.


Dios se enojó mucho con ellos y acabó por aborrecerlos.


»Yo me enojé con mi pueblo; me enojé con los israelitas y los dejé caer en tu poder. Pero tú, Babilonia, no te compadeciste de ellos, y maltrataste a los ancianos con una carga muy pesada.


¿Y acaso piensan ustedes que no los castigaré por todo esto? ¿Qué les hace pensar que no me voy a vengar de ustedes? Les juro que sí lo haré.


Cuando Sedequías tenía cuatro años de reinar en Judá, fue a Babilonia. Con él fue también Seraías, que estaba a cargo de ese viaje. Antes del viaje, yo, Jeremías, le di a Seraías un mensaje. Escribí en un rollo de cuero todas las desgracias que iban a venir sobre Babilonia,


Nebuzaradán, comandante de la guardia personal del rey y general del ejército de Babilonia, llegó a Jerusalén el día diez del mes de Ab, del año diecinueve del reinado de Nabucodonosor.


que hemos pecado. Nos hemos portado muy mal contigo; hemos vivido como si tú no existieras, y te hemos desobedecido.


Entonces yo me enojaré con ellos, y los dejaré solos; en vez de cuidarlos, les enviaré muchos castigos y sufrimientos. Y tendrán que admitir que los he abandonado.


¿Cómo se explican ustedes que un solo israelita hizo huir a mil soldados? ¿Cómo se explican que dos soldados hicieron huir a diez mil? ¡Si yo no cuidara de ustedes ni les hubiera dado la victoria, ustedes no habrían podido vencerlos!”


Tan enojado estaba con ellos que dejó que los atacaran y les robaran lo que tenían. También permitió que los derrotaran sus enemigos, sin que ellos pudieran hacer nada para impedirlo.


Por eso él permitió que los venciera Jabín, un rey cananeo que gobernaba en la ciudad de Hasor. El jefe del ejército de Jabín se llamaba Sísara, y vivía en la ciudad de Haróset-goím.


Después los israelitas volvieron a pecar contra Dios, así que durante siete años Dios permitió que los madianitas los dominaran.


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