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Daniel 10:8 - Biblia Nacar-Colunga

8 Quédeme yo solo, y vi esta gran visión. No quedaron en mí fuerzas; se demudó el color de mi rostro, quedé desencajado y perdí todo mi vigor.'

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Dugang nga mga bersyon

Biblia Reina Valera 1960

8 Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 De modo que quedé allí solo para contemplar tan sorprendente visión. Las fuerzas me abandonaron, mi rostro se volvió mortalmente pálido y me sentí muy débil.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Seguí contemplando solo esa gran visión. Estaba sin fuerzas, mi rostro había cambiado de color y perdí el control de todos mis sentidos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en abatimiento, y no tuve vigor alguno.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Me quedé yo solo contemplando esta gran visión; pero me fallaron las fuerzas, se me desfiguró el rostro y perdí el vigor.

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Daniel 10:8
15 Cross References  

Jacob llamó a aquel lugar Peniel, pues dijo: “He visto a Dios cara a cara y ha quedado a salvo mi vida.”


y se dijo: “Voy a ver qué gran visión es ésta y por qué no se consume la zarza.”


cuando he aquí que uno que parecía un hijo de hombre tocó mis labios; abrí la boca y hablé, diciendo al que delante de mí estaba: Mi señor, la visión me ha llenado de espanto y he perdido todo vigor.'


¿Cómo va a poder el siervo de mi señor hablar a mi señor? Me faltan las fuerzas y no tengo aliento.


Aquí acabó la plática. Yo, Daniel, anduve sobremanera turbado por mis pensamientos, demudado el color, y guardé todo esto en mi corazón.


Yo, Daniel, quedé quebrantado y estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí, me ocupé en asuntos del rey. Estaba asombrado de la visión, pero nadie la supo.


Vi que le acometía, rompiéndole ambos cuernos, sin que el carnero tuviera fuerza para resistirle, y, echándole por tierra, le pisoteó, sin que nadie pudiera librar al carnero.


Y lo oí y se estremecieron mis entrañas; al estruendo temblaron mis labios, se reblandecieron mis huesos, y mis pasos se hicieron vacilantes. Tranquilo espero el día de la aflicción, que vendrá sobre el pueblo que nos oprime,'


Al oírla, los discípulos cayeron sobre su rostro, sobrecogidos de gran temor.


No sabía lo que decía, porque estaban aterrados.


He aquí que llega la hora, y ya es llegada, en que os dispersaréis cada uno por su lado y a mí me dejaréis solo; pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo.'


a causa de la alteza, de mis revelaciones. Por lo cual, para que yo no me engría, fue me dada una espina en la carne, un emisario de Satanás, que me abofetea, para que no me engría.


Así que le vi, caí a sus pies como muerto; pero él puso su diestra sobre mí, diciendo:'


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