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Jeremías 26:16 - Versión Biblia Libre

16 Entonces los dirigentes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: “Este hombre no merece la pena de muerte, porque hablaba en nombre del Señor, nuestro Dios”.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

16 Y dijeron los príncipes y todo el pueblo a los sacerdotes y profetas: No ha incurrido este hombre en pena de muerte, porque en nombre de Jehová nuestro Dios nos ha hablado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Así que los funcionarios y el pueblo les dijeron a los sacerdotes y a los profetas: «Este hombre no merece la pena de muerte porque nos ha hablado en el nombre del Señor nuestro Dios».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Entonces los jefes, apoyados por todo el pueblo, dijeron a los sacerdotes y profetas: 'Este hombre no merece la muerte, realmente nos ha hablado en nombre de Yavé, nuestro Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Entonces los príncipes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: Este hombre no merece sentencia de muerte, pues nos ha hablado en el nombre de YHVH nuestro Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Los príncipes y todo el pueblo dijeron entonces a los sacerdotes y a los profetas: 'Este hombre no merece pena de muerte, porque nos ha hablado en nombre de Yahveh, vuestro Dios.

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Jeremías 26:16
19 Referencias Cruzadas  

Si te quedas callada ahora, la ayuda y el rescate llegarán a los judíos desde algún otro lugar, y tú y tus parientes morirán. Quién sabe: ¡podría ser que hayas venido a ser reina para un momento como éste!”


¿Quién vino en mi defensa contra los malvados; quién se opuso por mí contra los que hacen el mal?


Cuando el camino del ser humano agrada al Señor, hasta a sus enemigos hace estar en paz con él.


Los sacerdotes y los profetas se quejaron ante los dirigentes y todo el pueblo: “Este hombre merece la pena de muerte porque ha cometido traición profetizando contra esta ciudad. Ustedes mismos lo oyeron”.


Todos los funcionarios y todo el pueblo que aceptaron este acuerdo hicieron lo que dijeron. Liberaron a sus esclavos y esclavas, sin obligarlos a seguir siendo esclavos. Obedecieron y los dejaron libres.


Los funcionarios le dijeron a Baruc: “Tú y Jeremías van a tener que esconderse. No le digan a nadie dónde están”.


Incluso cuando Elnatán, Delaías y Gemarías le suplicaron al rey que no quemara el rollo, éste se negó a escucharlos.


Los oficiales estaban furiosos con Jeremías. Hicieron que lo golpearan y lo encerraran en la casa del escriba Jonatán, que había sido convertida en prisión.


Cuando el centurión y los que estaban con él vigilando a Jesús vieron el terremoto y lo que había ocurrido, se atemorizaron y dijeron: “¡Este era realmente el Hijo de Dios!”


“Para nosotros esta sentencia es justa porque estamos siendo castigados por lo que hicimos, pero este hombre no hizo nada malo”.


Cuando el centurión vio lo que había ocurrido, alabó a Dios y dijo: “Sin duda alguna este hombre era inocente”.


Descubrí que los cargos presentados contra él están relacionados con la ley de los judíos, pero él no era culpable de ninguna cosa que amerite muerte o prisión.


Y surgió gran conmoción y uno de los maestros de la ley Fariseos se puso en pie y argumentó con firmeza: “¡Consideramos que este hombre no es culpable! Es posible que un espíritu le haya hablado, o un ángel”.


Sin embargo, descubrí que él no ha cometido ningún crimen que merezca la muerte, y como él ha apelado al emperador, decidí enviarlo allí.


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