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Hechos 4:36 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

36 Había un levita llamado José, nacido en Chipre, al que los apóstoles llamaban Bernabé, que significa: «El que trae consuelo».

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

36 Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

36 Por ejemplo, había un tal José, a quien los apóstoles le pusieron el sobrenombre Bernabé (que significa «hijo de ánimo»). Él pertenecía a la tribu de Leví y era oriundo de la isla de Chipre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

36 Así lo hizo José, un levita nacido en Chipre, a quien los apóstoles llamaban Bernabé (que quiere decir: 'El Animador').

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La Biblia Textual 3a Edicion

36 Entonces José, quien por los apóstoles era llamado Bernabé (que significa° hijo de consolación), levita, natural de Chipre,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

36 Así José, llamado por los apóstoles Bernabé (que significa 'Hijo de la consolación'), levita, natural de Chipre,

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Hechos 4:36
24 Referencias Cruzadas  

Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo (a quienes llamó Boanerges, que significa: Hijos del trueno);


Así lo hicieron, mandando su ofrenda a los líderes por medio de Bernabé y de Saulo.


Cuando Bernabé y Saulo cumplieron su misión, regresaron de Jerusalén. Llevaron con ellos a Juan, llamado también Marcos.


En la iglesia de Antioquía había profetas y maestros. Entre ellos estaban Bernabé y Simeón, apodado el Negro. También estaban Lucio de Cirene, Manaén, que se había criado con el gobernador Herodes, y Saulo.


Al terminar la lectura de la Ley y los Profetas, los jefes de la sinagoga mandaron a decirles: «Amigos, si tienen algún mensaje de aliento para el pueblo, hablen».


Mientras participaban en el culto al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: «Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado».


Bernabé y Saulo, enviados por el Espíritu Santo, bajaron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre.


Todos los reunidos guardaron silencio para escuchar a Bernabé y a Pablo. Los escucharon contar los milagros y maravillas que Dios había hecho por medio de ellos entre los que no son judíos.


Esto provocó un desacuerdo y una seria discusión de Pablo y Bernabé con ellos. Entonces la iglesia decidió que Pablo y Bernabé, junto con algunos otros creyentes, subieran a Jerusalén. Los enviaron para tratar este asunto con los apóstoles y los líderes de esa ciudad.


Resulta que Bernabé quería llevar con ellos a Juan, a quien llamaban Marcos.


Esto produjo entre ellos un conflicto tan serio que acabaron por separarse. Bernabé se llevó a Marcos y abordaron un barco rumbo a Chipre.


Algunos de los discípulos de Cesarea nos acompañaron y nos llevaron a la casa de Mnasón, donde íbamos a alojarnos. Este era de Chipre, y uno de los primeros discípulos.


Después de ver a lo lejos la costa sur de la isla de Chipre, navegamos hacia Siria. Luego llegamos a Tiro, donde el barco tenía que descargar.


Luego salimos de Sidón y navegamos protegidos del viento por la isla de Chipre, porque los vientos soplaban contra nosotros.


Entonces Bernabé lo tomó a su cargo y lo llevó a los apóstoles. Bernabé les contó con detalle que Saulo había visto al Señor en el camino y le había hablado. Les contó que Saulo había predicado en Damasco y que lo hizo con libertad en el nombre de Jesús.


En cambio, el que comunica mensajes de Dios les habla a los demás para ayudarlos a crecer espiritualmente, para animarlos y consolarlos.


¿O es que solo Bernabé y yo estamos obligados a ganarnos la vida con otros trabajos?


Catorce años después subí de nuevo a Jerusalén, esta vez con Bernabé, llevando también a Tito.


Entonces los demás judíos hicieron lo mismo que Pedro, y hasta el mismo Bernabé se les unió. Esa conducta me pareció hipócrita.


En efecto, Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados líderes importantes, reconocieron que Dios, aunque yo no lo merecía, me escogió. Entonces nos dieron la mano a Bernabé y a mí aceptándonos como compañeros. Y acordamos que nosotros iríamos a los no judíos y ellos a los judíos.


Aristarco, mi compañero de cárcel, les manda saludos, como también Marcos, el primo de Bernabé. En cuanto a Marcos, ustedes ya han recibido instrucciones; si va a visitarlos, recíbanlo bien.


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