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Hechos 25:10 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

10 Pablo contestó: ―Ya estoy ante el tribunal del césar, que es donde se me debe juzgar. No les he hecho ningún mal a los judíos, como usted sabe muy bien.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

10 Pablo dijo: Ante el tribunal de César estoy, donde debo ser juzgado. A los judíos no les he hecho ningún agravio, como tú sabes muy bien.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Pero Pablo contestó: —¡No! Esta es la corte oficial romana, por lo tanto, debo ser juzgado aquí mismo. Usted sabe muy bien que no soy culpable de hacer daño a los judíos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Pablo contestó: 'Estoy ante el tribunal del César; ahí debo ser juzgado. No he hecho ningún mal a los judíos, como tú muy bien sabes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 Pablo entonces contestó: Estoy ante el tribunal del César, donde debo ser juzgado. Ningún agravio he hecho a los judíos, como tú sabes muy bien.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 Pablo dijo: 'Estoy ante el tribunal del César y en él debo ser juzgado. En nada he ofendido a los judíos como tú muy bien sabes.

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Hechos 25:10
12 Referencias Cruzadas  

Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa le envió el siguiente recado: «No te metas con ese justo, pues, por causa de él, hoy he sufrido mucho en un sueño».


Descubrí que lo acusaban de algunas cuestiones de su Ley. Pero no había contra él alguna acusación que mereciera la muerte o la cárcel.


Cuando vinieron ante mí, no lo retrasé más, sino que al día siguiente reuní al tribunal y mandé traer a este hombre.


He llegado a la conclusión de que él no ha hecho nada que merezca la muerte. Pero, como él pidió que el césar lo juzgara, he decidido enviarlo a Roma.


Después de pasar entre los judíos unos ocho o diez días, Festo bajó a Cesarea. Al día siguiente, reunió al tribunal y mandó que le trajeran a Pablo.


Al retirarse, decían entre sí: ―Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte ni la cárcel.


Estos me interrogaron y quisieron soltarme, pues no era culpable de ningún delito que mereciera la muerte.


No hacemos nada a escondidas, y por eso no sentimos vergüenza de nada. Anunciamos el mensaje de Dios sin cambiarlo en nada y a nadie engañamos. Al contrario, predicamos la verdad con claridad, y por eso la gente confía en nosotros. Dios es testigo de todo esto.


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