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Hechos 22:20 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

20 Saben que yo estaba allí cuando mataron a Esteban. Lo mataron por hablar acerca de ti. Y, mientras se derramaba su sangre, yo daba mi aprobación y cuidaba la ropa de quienes lo mataban”.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

20 y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Y estuve totalmente de acuerdo cuando mataron a tu testigo Esteban. Estuve allí cuidando los abrigos que se quitaron cuando lo apedrearon”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Y cuando se derramó la sangre de tu testigo Esteban, yo me encontraba allí; estaba de acuerdo con ellos e incluso guardaba las ropas de los que le daban muerte.

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La Biblia Textual 3a Edicion

20 Y cuando era derramada la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo estaba presente consintiendo y guardando las ropas de los que lo mataban.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 y cuando se derramaba la sangre de tu testigo Esteban, yo estaba presente y de acuerdo, mientras custodiaba las vestiduras de los que le mataban'.

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Hechos 22:20
8 Referencias Cruzadas  

En realidad aprueban lo que hicieron sus antepasados. Ellos mataron a los profetas, y ustedes les construyen las tumbas.


Eso es precisamente lo que hice en Jerusalén. Con la autoridad de los jefes de los sacerdotes metí en la cárcel a muchos de los creyentes. Y, cuando los mataban, yo daba mi aprobación.


Esta propuesta agradó a toda la asamblea. Eligieron a Esteban, un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo. Además, eligieron a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás. Este último era de Antioquía y se había convertido al judaísmo.


Lo sacaron a empujones fuera de la ciudad y comenzaron a apedrearlo. Los acusadores dejaron sus ropas al cuidado de un joven llamado Saulo.


Y Saulo estaba allí, aprobando la muerte de Esteban. Aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia en Jerusalén. Todos, excepto los apóstoles, tuvieron que huir a las regiones de Judea y Samaria.


Saben muy bien que Dios ha decidido castigar esa conducta con la muerte. Sin embargo, no solo siguen haciéndolo; también aprueban a quienes lo hacen.


Vi que la mujer se había emborrachado con la sangre de los creyentes que dieron su vida por hablar acerca de Jesús. Al verla, quedé muy asombrado.


Sé que vives allí donde Satanás tiene su trono. Sin embargo, sigues confiando en mí. No has abandonado tu fe en mí. Ni siquiera lo hiciste cuando mataron a Antípas, quien fielmente hablaba de mí. A él lo mataron en esa ciudad donde vive Satanás.


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