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Hechos 20:31 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

31 Así que estén alerta. Recuerden que día y noche, durante tres años, no he dejado de aconsejar con lágrimas a cada uno en particular.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

31 Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 ¡Cuidado! Recuerden los tres años que pasé con ustedes —de día y de noche mi constante atención y cuidado— así como mis muchas lágrimas por cada uno de ustedes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Estén, pues, atentos, y recuerden que durante tres años no he dejado de aconsejar a cada uno de ustedes noche y día, incluso entre lágrimas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 Por tanto, velad, recordando que por tres años, noche y día, no cesé de amonestar con lágrimas a cada uno.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 Así, pues, vigilad, recordando que, a lo largo de tres años, ni de noche ni de día cesé de aconsejar con lágrimas a cada uno en particular.

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Hechos 20:31
22 Referencias Cruzadas  

Pero, mientras todos dormían, llegó su enemigo y sembró mala hierba entre el trigo, y se fue.


Pero, al ver que muchos fariseos y saduceos llegaban adonde él estaba bautizando, les dijo: «¡Nido de víboras! ¿Quién les dijo que huyeran del castigo que se acerca?


Manténganse despiertos. Oren para que puedan escapar de todo lo que está por suceder y puedan presentarse delante del Hijo del hombre».


Así lo hizo durante dos años, de modo que todos los judíos y los griegos que vivían en la provincia de Asia llegaron a escuchar el mensaje del Señor.


Pablo entró en la sinagoga y habló allí con toda valentía durante tres meses. Discutía acerca del reino de Dios, tratando de convencerlos.


Luego volvió a subir, partió el pan y comió. Siguió hablando hasta el amanecer y entonces se fue.


He pasado muchas dificultades debido a los planes malvados de algunos judíos. Sin embargo, he servido al Señor con toda humildad y con lágrimas.


El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan. Como iba a salir al día siguiente, Pablo estuvo hablando a los creyentes y prolongó su discurso hasta la medianoche.


»Después de una ausencia de varios años, volví a Jerusalén para traerle donativos a mi pueblo y presentar ofrendas.


No les escribo esto para avergonzarlos. Tómenlo como una advertencia de mi parte, pues los amo como si fueran hijos míos.


Ya les he dicho a menudo, y ahora lo repito hasta con lágrimas: muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo.


Es por eso que hablamos de Cristo a todos, y les damos consejos y enseñamos con toda sabiduría. Lo hacemos para presentarlos delante de Dios como creyentes maduros gracias a Cristo.


Hermanos en la fe, también les rogamos que llamen la atención a los perezosos, denles ánimo a los desanimados, ayuden a los débiles y sean pacientes con todos.


Recuerden que ya les había hablado de esto cuando estuve con ustedes.


ni comimos el pan de nadie sin pagarlo. Al contrario, día y noche trabajamos arduamente y sin descanso para que ninguno de ustedes tuviera que pagar algo por nosotros.


Tú, por el contrario, sé inteligente en todo momento, soporta los sufrimientos y dedícate a anunciar la buena noticia de salvación. Cumple con los deberes del trabajo que Dios te dio.


Obedezcan a sus dirigentes, respeten sus órdenes. Pues ellos cuidan de ustedes como quienes tienen que rendir cuentas. Obedézcanlos para que ellos cumplan su tarea con alegría y sin quejarse. Si ellos tienen que realizar su tarea quejándose, eso no es provechoso para ustedes.


Recuerden lo que Cristo dijo: «¡Cuidado! ¡Vengo como un ladrón! Dichoso el que se mantenga alerta y vestido; así no tendrá que andar desnudo ni sufrir vergüenza por su desnudez».


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