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Hechos 20:19 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

19 He pasado muchas dificultades debido a los planes malvados de algunos judíos. Sin embargo, he servido al Señor con toda humildad y con lágrimas.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

19 sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 he hecho el trabajo del Señor con humildad y con muchas lágrimas. He soportado las pruebas que me vinieron como consecuencia de las conspiraciones de los judíos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 He servido al Señor con toda humildad, entre las lágrimas y las pruebas que me causaron las trampas de los judíos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 sirviendo al Señor con toda humildad y lágrimas, y con pruebas que me sobrevinieron por las maquinaciones de los judíos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 sirviendo al Señor con toda humildad y lágrimas y adversidades, ocasionadas por las insidias de los judíos;

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Hechos 20:19
37 Referencias Cruzadas  

Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella.


Quien quiera servirme debe seguirme. Donde yo esté, allí también estará mi siervo. Al que me sirva, mi Padre lo honrará.


Los judíos de Tesalónica se enteraron de que Pablo también estaba en Berea predicando el mensaje de Dios. Así que fueron allá para armar escándalo y alborotar a la gente.


Pero los judíos, llenos de envidia, reunieron a unos maleantes callejeros. Con ellos organizaron un grupo de alborotadores e hicieron gran escándalo en la ciudad. Asaltaron la casa de Jasón en busca de Pablo y Silas, para que el pueblo los juzgara en público.


y se quedó ahí tres meses. Cuando estaba a punto de salir en barco para Siria, supo que los judíos estaban planeando hacer algo contra él. Por eso, decidió regresar por Macedonia.


Así que estén alerta. Recuerden que día y noche, durante tres años, no he dejado de aconsejar con lágrimas a cada uno en particular.


Cuando estaban a punto de cumplirse los siete días, unos judíos de la provincia de Asia vieron a Pablo en el Templo. Alborotaron a toda la gente y lo agarraron.


Anoche se me apareció un ángel del Dios a quien pertenezco y sirvo,


Los saluda Pablo, servidor de Cristo Jesús, quien me llamó para ser su apóstol. Él me apartó para anunciar la buena noticia de Dios.


Yo sirvo a Dios de corazón, predicando la buena noticia de su Hijo. Y Dios es testigo de que siempre me acuerdo de ustedes.


Nunca trabajen con pereza, sino con ganas. Sirvan al Señor con la fuerza y el ánimo que da el Espíritu.


Les escribí con gran tristeza y preocupación, y hasta lloré. No lo hice para ponerlos tristes, sino para que se dieran cuenta de lo mucho que los amo.


No es que nos consideremos capaces de hacerlo por nosotros mismos. Nuestra capacidad viene de Dios.


Cuando llegamos a Macedonia, no tuvimos ningún descanso. Más bien, encontramos dificultades por todas partes. Nos vimos rodeados de problemas y luchando con el temor.


¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación de la gente o la de Dios? ¿Piensan que quiero agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería un servidor de Cristo.


Hagan su trabajo de buena gana, como quien trabaja para el Señor y no para la gente.


Ya les he dicho a menudo, y ahora lo repito hasta con lágrimas: muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo.


Recuerden que el Señor los recompensará, pues les dará lo que ha prometido a su pueblo. Ustedes sirven a Cristo el Señor.


Ellos mismos hablan de lo bien que ustedes nos recibieron y de cómo dejaron de adorar a los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero.


Me acuerdo bien de tus lágrimas, y por eso deseo verte. Eso me llenaría de alegría.


Hermanos en la fe, alégrense mucho cuando tengan que enfrentarse a distintas dificultades.


Esto es para ustedes motivo de gran alegría, aunque ahora, por algún tiempo, tengan que sufrir muchas dificultades.


Los saluda Simón Pedro, servidor y apóstol de Jesucristo. Dirijo esta carta a los que han confiado en Cristo de manera tan preciosa como lo hemos hecho nosotros. Esa confianza nos la ha dado nuestro Dios y Salvador Jesucristo, quien ha demostrado ser justo.


Por eso están delante del trono de Dios, y día y noche le sirven en su templo. Dios, que está sentado en el trono, los protegerá en su santuario.


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