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Hechos 19:29 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

29 En seguida toda la ciudad se alborotó. Todos fueron al teatro, y agarraron a Gayo y a Aristarco. Ellos eran de Macedonia y acompañaban a Pablo en su viaje.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

29 Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se lanzaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

29 Pronto toda la ciudad se llenó de confusión. Todos corrieron al anfiteatro, arrastrando a Gayo y Aristarco, los compañeros de viaje de Pablo, que eran macedonios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

29 El tumulto se propagó por toda la ciudad. La gente se precipitó al teatro arrastrando consigo a Gayo y Aristarco, dos macedonios, compañeros de viaje de Pablo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

29 Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se lanzaron al teatro, y arrebataron a Gayo y a Aristarco, unos macedonios compañeros de viaje de Pablo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

29 Se llenó de confusión la ciudad y todos en masa precipitaron en el teatro, arrastrando consigo a los macedonios Gayo y Aristarco, compañeros de viaje de Pablo.

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Hechos 19:29
19 Referencias Cruzadas  

Al llegar a Salamina, predicaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan como ayudante.


De allí fuimos a Filipos, que es una colonia romana y la ciudad principal de ese territorio de Macedonia. En esa ciudad nos quedamos varios días.


Durante la noche, Pablo tuvo una visión en la que un hombre de Macedonia, puesto de pie, le rogaba: «Pasa a Macedonia y ayúdanos».


Al oír esto, la gente y las autoridades de la ciudad se alborotaron.


Después de todo lo ocurrido, Pablo tomó la decisión de ir a Jerusalén. De camino, pasó por Macedonia y Acaya. Y decía a todos: «Después de estar en Jerusalén, tengo que visitar Roma».


Entonces envió a Macedonia a dos de sus ayudantes, Timoteo y Erasto. Pero él se quedó por algún tiempo en la provincia de Asia.


Había confusión en la asamblea. Cada uno gritaba una cosa distinta, y la mayoría ni siquiera sabía para qué se habían reunido.


Ustedes mismos saben bien que estas manos se han ocupado de mis propias necesidades y de las de mis compañeros.


Lo acompañaron Sópater hijo de Pirro, de Berea; Aristarco y Segundo, de Tesalónica; Gayo, de Derbe; Timoteo; y, por último, Tíquico y Trófimo, de la provincia de Asia.


La ciudad se alborotó. Toda la gente corrió al lugar, agarró a Pablo y lo sacó del Templo a rastras. Inmediatamente se cerraron las puertas.


¿No eres el egipcio que hace algún tiempo provocó una rebelión y llevó al desierto a cuatro mil guerrilleros?


Subimos a bordo de un barco del puerto de Adramitio, que estaba a punto de salir hacia los puertos de la provincia de Asia. Nos acompañaba Aristarco, un macedonio de Tesalónica, y con él comenzamos el viaje.


Saludos de parte de Gayo, de cuya hospitalidad disfrutamos yo y toda la iglesia de este lugar. También les mandan saludos Erasto, que es el tesorero de la ciudad, y Cuarto, nuestro hermano en la fe. Que el amor inmerecido de nuestro Señor Jesucristo sea con todos ustedes. Amén.


Gracias a Dios que no bauticé a ninguno de ustedes, excepto a Crispo y a Gayo.


Pero yo creo que, a nosotros los apóstoles, Dios nos ha hecho desfilar en el último lugar, como los condenados a muerte. Hemos llegado a ser un espectáculo para todo el universo, tanto para los ángeles como para el mundo entero.


Además, las iglesias lo eligieron para que nos acompañe cuando llevemos la ofrenda. Y lo hacemos para honrar al Señor y demostrar nuestro gran deseo de servir.


Aristarco, mi compañero de cárcel, les manda saludos, como también Marcos, el primo de Bernabé. En cuanto a Marcos, ustedes ya han recibido instrucciones; si va a visitarlos, recíbanlo bien.


También envían saludos Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis compañeros de trabajo.


Te saluda Juan, el líder de la iglesia. Esta carta va dirigida a ti, Gayo, querido hermano en la fe, a quien amo de verdad.


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