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Hebreos 6:19 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

19 Confiamos en esa promesa como si fuera la firme y segura ancla de un barco. Así como el ancla mantiene al barco en un solo lugar, nosotros no abandonaremos nuestra fe. Es una fe que penetra hasta detrás de la cortina del lugar más santo del templo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

19 La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma; nos conduce a través de la cortina al santuario interior de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Esta es nuestra ancla espiritual, segura y firme, que se fijó más allá de la cortina del Templo, en el santuario mismo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 la cual tenemos como firme y segura ancla del alma, que penetra hasta lo que está en el interior del velo,°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Como a un ancla firme y segura de nuestra vida nos asimos a esta esperanza, que va penetrando hasta detrás del velo,

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Hebreos 6:19
33 Referencias Cruzadas  

En ese momento la cortina del santuario del Templo se partió de arriba abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas.


Pablo, sabiendo que algunos de ellos eran saduceos y los demás fariseos, alzó su voz y dijo ante el tribunal: ―Amigos israelitas, yo soy fariseo de pura cepa. Me están juzgando porque he puesto mi esperanza en la resurrección de los muertos.


Tuvieron miedo de que fuéramos a estrellarnos contra las rocas. Por eso echaron cuatro anclas por la parte trasera del barco, y se pusieron a rogar que amaneciera.


Cortaron las anclas y las dejaron caer en el mar, desatando a la vez las amarras de los timones. Luego levantaron a favor del viento la vela de la parte delantera, y el viento los movió hacia la playa.


Por eso los descendientes de Abraham se ganan la promesa por la fe. No tienen que hacer nada a cambio para ganarla. Esta promesa no es solo para los que obedecen la Ley, sino para los que creen como Abraham. Por eso él es el padre de todos nosotros.


Aún cuando parecía imposible tener hijos, Abraham creyó y esperó. Por eso llegó a ser padre de muchas naciones, tal como se le había dicho: «¡Así de numerosa será tu familia!».


Y, si podemos soportar, nuestro carácter será firme; y, si el carácter es firme, tendremos esperanza.


Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la mejor de ellas es el amor.


Por lo tanto, mis queridos hermanos en la fe, sigan confiando en el Señor, cada vez con más fuerza. Sigan trabajando para el Señor cada vez más y más, recordando que su trabajo para él tiene un gran valor.


Además, cuando Dios resucitó a Cristo Jesús, también nos resucitó a nosotros, y nos sentó junto a él en el cielo.


Dios se propuso revelarles cuál es la gloriosa riqueza de ese plan secreto para todas las naciones. Y el plan es que Cristo viva en ustedes, y les dé la seguridad de compartir la gloria de Dios.


Así como Cristo resucitó, Dios también los resucitó a ustedes. Por eso, vivan pensando en las cosas del cielo, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios.


A pesar de todo, lo que hemos creído tiene un sólido fundamento, el cual Dios ha puesto y se mantiene firme. Es como si nuestra vida fuera un edificio cuyos cimientos tienen una inscripción que dice: «El Señor conoce a los suyos», y esta otra: «Que se aparte de la maldad todo el que dice creer en el Señor».


Así que acerquémonos con confianza al trono de Dios, pues allí, aunque no lo merecemos, encontraremos amor. Allí recibiremos misericordia y hallaremos que su amor inmerecido nos ayuda en el momento que más lo necesitemos.


Tras la segunda cortina estaba la parte llamada el Lugar Santísimo.


Pero en la segunda parte entra únicamente el sumo sacerdote. Y lo hace solo una vez al año, con un recipiente lleno de la sangre de los animales sacrificados. Esta sangre la ofrece a Dios para pedir perdón por sus propios pecados y por los del pueblo; pecados cometidos sin darse cuenta.


¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nuevas personas y nos ha dado seguridad de que recibiremos sus promesas. Es como si nos hubiera hecho nacer de nuevo, y eso lo hizo por medio de la resurrección de Jesucristo.


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