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Hebreos 10:34 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

34 También sintieron compasión de los que estaban en la cárcel. Y, cuando a ustedes les quitaron sus bienes, lo aceptaron con alegría, seguros de que tenían una riqueza mejor y más permanente.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

34 Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 Sufrieron junto con los que fueron metidos en la cárcel y, cuando a ustedes les quitaron todos sus bienes, lo aceptaron con alegría. Sabían que en el futuro les esperaban cosas mejores, que durarán para siempre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 Sufrieron con los que iban a la cárcel, les quitaron sus bienes, y lo aceptaron gozosos, sabiendo que les esperaba una riqueza mejor y más duradera.

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 Porque compartisteis los padecimientos de los presos y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros mismos° una mejor y perdurable herencia.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Porque, realmente, compartisteis los sufrimientos de los presos y aceptasteis con gozo el despojo de vuestros bienes, conscientes de poseer un patrimonio mejor y duradero.

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Hebreos 10:34
28 Referencias Cruzadas  

Jesús le respondió: ―Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.


pero solo una es necesaria. María ha elegido la mejor, y nadie se la quitará.


Vendan sus bienes y den a los pobres. Consigan bolsas que no se rompan y un tesoro en el cielo que no se agote. Allí no hay ladrón que llegue ni polilla que destruya.


¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mismo?


El comandante se abrió paso, lo arrestó y ordenó que lo sujetaran con dos cadenas. Luego preguntó quién era y qué había hecho.


Por este motivo he pedido verlos y hablar con ustedes. Me han encadenado por tener la misma esperanza que tiene todo Israel.


Así pues, los apóstoles salieron del tribunal. Estaban llenos de gozo por haber sido considerados dignos de sufrir insultos por causa del nombre de Jesús.


Nuestro cuerpo es como una tienda de campaña. Bien sabemos que, si esta tienda se destruye, Dios nos dará en el cielo un cuerpo mejor. Será un cuerpo parecido a un edificio, una casa eterna, no construida por manos humanas.


Yo, Pablo, estoy preso por anunciar el mensaje de Cristo Jesús, y lo he hecho por el bien de ustedes los no judíos.


Por eso yo, que estoy preso por servir al Señor, les ruego que se porten bien, como gente que Dios ha llamado a ser parte de su pueblo.


Dios me envió a anunciar esa noticia, y por eso ahora estoy preso. Oren para que hable con valentía, como debo hacerlo.


Y está bien que yo piense así de todos ustedes porque los llevo en el corazón. Dios me dio el inmerecido privilegio de anunciar la buena noticia, y ustedes me han ayudado a hacerlo. Lo han hecho mientras he estado en la cárcel o he tenido que defender y confirmar la buena noticia.


Y sabemos que lo hacen porque están seguros de la recompensa que Dios les dará en el cielo. Esta seguridad la obtuvieron al escuchar el verdadero mensaje, que es la buena noticia


De este modo tendrán en el cielo un tesoro que les servirá de base para disfrutar en el futuro de la vida verdadera.


Le pido al Señor que trate con bondad a la familia de Onesíforo, porque muchas veces me dio ánimo y no se avergonzó de que yo estuviera preso.


por la que sufro en gran manera, hasta el punto de llevar cadenas como un criminal. Pero la palabra de Dios no está encadenada.


Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me dará en aquel día. Me la dará a mí y a todo el que con amor haya esperado su venida.


Más bien, deseaban una patria mejor, es decir, la del cielo. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad.


Pues aquí no tenemos una ciudad que dure para siempre, por eso buscamos la ciudad que está por llegar.


Acuérdense de los presos, como si ustedes fueran sus compañeros de cárcel. También acuérdense de los que son maltratados, como si fueran ustedes mismos los que sufren.


Por eso Dios ha hecho un nuevo pacto con nosotros por medio de Cristo. Pues él ha muerto para liberarnos de los pecados cometidos bajo el primer pacto. Así ha hecho posible que los llamados por Dios reciban la salvación eterna que les había prometido.


Hermanos en la fe, alégrense mucho cuando tengan que enfrentarse a distintas dificultades.


Así que Dios nos dará algo que no se destruye ni se mancha ni se envejece. Ese regalo está reservado para ustedes en el cielo.


Queridos hermanos en la fe, ya somos hijos de Dios. Sin embargo, todavía no se nos ha mostrado todo lo que llegaremos a ser. Lo que sí sabemos es que cuando Cristo venga seremos como él es, porque lo veremos tal como él es.


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