Biblia Todo Logo
La Biblia Online
- Anuncios -





Levítico 26:33 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

33 Los dispersaré entre las naciones: desenvainaré la espada, los perseguiré hasta dejar desolada su tierra y en ruinas sus ciudades.

Ver Capítulo Copiar


Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

33 y a vosotros os esparciré entre las naciones, y desenvainaré espada en pos de vosotros; y vuestra tierra estará asolada, y desiertas vuestras ciudades.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Nueva Traducción Viviente

33 Los dispersaré entre las naciones y sacaré mi espada contra ustedes. Sus ciudades quedarán en ruinas y su tierra desolada.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Católica (Latinoamericana)

33 A ustedes los desparramaré entre las ciudades y naciones; y los perseguiré con la espada. Sus tierras serán arruinadas y quedarán desiertas sus ciudades.

Ver Capítulo Copiar

La Biblia Textual 3a Edicion

33 Y a vosotros os esparciré entre las naciones, y haré desenvainar la espada tras vosotros, y vuestra tierra será devastada, y vuestras ciudades desoladas.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Serafín de Ausejo 1975

33 A vosotros os dispersaré entre las naciones y desenvainaré la espada detrás de vosotros. Vuestro país será arrasado y vuestras ciudades reducidas a escombros.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

33 y a vosotros os esparciré entre las naciones, y desenvainaré espada en pos de vosotros; y vuestra tierra estará asolada, y yermas vuestras ciudades.

Ver Capítulo Copiar




Levítico 26:33
34 Referencias Cruzadas  

»Ya que no hay ser humano que no peque, si tu pueblo peca contra ti, y tú te enojas con ellos y los entregas al enemigo para que se los lleven cautivos a otro país, lejano o cercano;


y prendió fuego al Templo del Señor, al palacio real y a todas las casas de Jerusalén, incluso a todos los edificios importantes.


»Pero si ustedes me abandonan y desobedecen los estatutos y mandamientos que les he dado, y se apartan de mí para servir y adorar a otros dioses,


Ellos me respondieron: «Los que se libraron del destierro y se quedaron en la provincia están enfrentando una gran calamidad y humillación. La muralla de Jerusalén sigue derribada, con sus puertas consumidas por el fuego».


»Recuerda, te suplico, lo que dijiste a tu siervo Moisés: “Si ustedes son infieles, yo los dispersaré entre las naciones;


Entonces Amán dijo al rey Asuero: —Hay cierto pueblo disperso y separado entre los pueblos de todas las provincias del reino, cuyas leyes y costumbres son diferentes de las de todos los demás. ¡No obedecen las leyes del reino y a Su Majestad no le conviene tolerarlos!


para hacer caer a sus descendientes entre las naciones y dispersarlos entre los países.


Nos has entregado para que nos devoren como ovejas nos has dispersado entre las naciones.


Has vendido a tu pueblo por una miseria y nada has ganado con su venta.


Su país está desolado, sus ciudades son presa del fuego; ante sus propios ojos los extraños devoran sus campos; su país está desolado, como si hubiera sido destruido por extranjeros.


Entonces exclamé: —¿Hasta cuándo, Señor? Y él respondió: —Hasta que las ciudades queden destruidas y sin habitante alguno; hasta que las casas queden deshabitadas y los campos asolados y en ruinas;


«Los dispersaré como a la paja que arrastra el viento del desierto.


Los haré motivo de terror para todos los reinos de la tierra, por causa de lo que Manasés, hijo de Ezequías y rey de Judá, hizo en Jerusalén.


»Naciones, escuchen la palabra del Señor, y anuncien en las costas más lejanas: “El que dispersó a Israel, lo reunirá; lo cuidará como un pastor a su rebaño”.


Un león ha salido del matorral, un destructor de naciones se ha puesto en marcha; ha salido de su lugar de origen para desolar tu tierra; tus ciudades quedarán en ruinas y totalmente despobladas.


Haré que en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén se apaguen los gritos de alegría, las voces de júbilo y los cánticos del novio y de la novia, porque esta tierra quedará desolada.


En todos los lugares por donde yo disperse a los sobrevivientes de esta nación malvada, los que hayan quedado preferirán la muerte a la vida”, afirma el Señor de los Ejércitos.


Los dispersaré entre naciones que ni ellos ni sus antepasados conocieron; los perseguiré con espada hasta aniquilarlos».


¡Cuán solitaria se encuentra la que fue ciudad populosa! ¡Tiene apariencia de viuda la que fue grande entre las naciones! ¡Hoy es esclava de las provincias la que fue gran señora entre ellas!


En aflicción y con trabajos forzados Judá marchó al exilio. Habita entre las naciones sin encontrar reposo. Todos sus perseguidores la acosan, la ponen en aprietos.


«¡Largo de aquí, impuros!», les grita la gente. «¡Fuera! ¡Fuera! ¡No nos toquen!». El pueblo de otras naciones paganas les dice: «Son unos vagabundos que andan huyendo. No pueden quedarse aquí más tiempo».


El Señor mismo los ha dispersado; ya no se preocupa por ellos. Ya no hay respeto para los sacerdotes ni compasión para los ancianos.


Las ciudades habitadas serán arrasadas y su país quedará en ruinas. Entonces sabrán ustedes que yo soy el Señor”».


En el desierto, también juré solemnemente con la mano en alto que los dispersaría entre las naciones. Los esparciría entre los países


Te dispersaré entre las naciones, te esparciré entre los pueblos y pondré fin a tu inmundicia.


Cuando se cumplan los días del sitio, quemarás en medio de la ciudad una tercera parte del cabello; otra tercera parte la cortarás con la espada alrededor de la ciudad; la parte restante la esparcirás al viento. Yo, por mi parte, desenvainaré la espada y los perseguiré.


Aunque escapen de la destrucción, los recogerá Egipto y los enterrará Menfis. Sus tesoros de plata se llenarán de ortigas, y los espinos invadirán sus tiendas de campaña.


Aunque vayan al destierro cautivos por sus enemigos, allí ordenaré que los mate la espada. »Para mal y no para bien, fijaré en ellos mis ojos».


Como con un torbellino, los dispersé entre todas las naciones que no conocían. La tierra que dejaron quedó tan desolada que nadie siquiera pasaba por ella. Fue así como convirtieron en ruina la tierra que antes era apetecible”».


Caerán a filo de espada y los llevarán cautivos a todas las naciones. Los que no son judíos pisotearán a Jerusalén, hasta que se cumplan los tiempos señalados para ellos.


El Señor los dispersará entre las naciones y entre todas ellas solo quedarán esparcidos unos pocos.


Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que se hallan dispersas por el mundo: Saludos.


Síguenos en:

Anuncios


Anuncios


¡Síguenos en WhatsApp! Síguenos