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Levítico 26:32 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

32 De tal manera asolaré al país que sus enemigos que vengan a ocuparlo quedarán atónitos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

32 Asolaré también la tierra, y se pasmarán por ello vuestros enemigos que en ella moren;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

32 Yo mismo devastaré su tierra, y los enemigos que vengan a apoderarse de ella quedarán horrorizados de lo que verán.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

32 Yo devastaré la tierra de tal modo que sus mismos enemigos quedarán admirados y asombrados cuando vengan a ocuparla.

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La Biblia Textual 3a Edicion

32 Yo mismo asolaré el país, de modo que queden de ello asombrados vuestros enemigos que en él se establezcan.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

32 Yo mismo devastaré el país hasta tal punto que vuestros enemigos, que serán quienes lo habiten, se quedarán horrorizados.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

32 Yo asolaré también la tierra, y se pasmarán de ella vuestros enemigos que en ella moran;

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Levítico 26:32
28 Referencias Cruzadas  

Y aunque ahora este templo es imponente, llegará el día en que todo el que pase frente a él quedará asombrado y, en son de burla, preguntará: “¿Por qué el Señor ha tratado así a este país y a este templo?”.


Miren, el Señor arrasa la tierra y la devasta, trastorna su faz y dispersa a sus habitantes.


La dejaré desolada y no será podada ni cultivada; le crecerán espinos y cardos. Mandaré que las nubes no derramen lluvia sobre ella».


El Señor de los Ejércitos me ha dicho al oído: «Ciertamente muchas casas quedarán devastadas y no habrá quien habite las grandes mansiones.


Entonces exclamé: —¿Hasta cuándo, Señor? Y él respondió: —Hasta que las ciudades queden destruidas y sin habitante alguno; hasta que las casas queden deshabitadas y los campos asolados y en ruinas;


Tus ciudades santas han quedado devastadas y hasta Sión se ha vuelto un desierto; Jerusalén ha quedado en ruinas.


La han dejado en ruinas, seca y desolada ante mis ojos; todo el país ha sido arrasado porque a nadie le importa.


Así ha dejado desolada su tierra; la ha hecho objeto de burla constante. Todo el que pase por allí meneará atónito la cabeza.


Convertiré a esta ciudad en un lugar desolado y en objeto de burla. Todo el que pase por ella quedará atónito y se burlará de todas sus heridas.


Todo este país quedará reducido a horror y ruina; estas naciones servirán al rey de Babilonia durante setenta años”.


a Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus oficiales, para convertirlos en ruinas, en motivo de horror, burla y maldición, como hoy se puede ver.


Como león que deja abandonada su guarida, él ha dejado desolada la tierra de ellos, a causa de la espada del opresor, a causa de la ardiente ira del Señor.


»Así dice el Señor: “Ustedes dicen que este lugar está en ruinas, sin gente ni animales. Sin embargo, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están desoladas y sin gente ni animales, se oirá de nuevo


«Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Ustedes han visto todas las calamidades que yo provoqué sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá. Hoy están desiertas y en ruinas, sin morador alguno,


Cuando el Señor ya no pudo soportar más las malas acciones y las cosas abominables que ustedes hacían, su país se convirtió en objeto de maldición, en un lugar desértico, desolado y sin habitantes, tal como está hoy.


«Convertiré a Jerusalén en un montón de ruinas, en una guarida de chacales. Convertiré en ruinas las ciudades de Judá; ¡las dejaré sin habitantes!».


No creían los reyes de la tierra, ni tampoco los habitantes del mundo, que los enemigos y adversarios de Jerusalén cruzarían alguna vez sus puertas.


porque el monte Sión se halla desolado, y sobre él rondan los chacales.


Cuando yo te castigue con indignación, enojo y durísimos reproches, serás objeto de burla y deshonra, y motivo de advertencia y escarmiento para las naciones que te rodean. Yo, el Señor, lo he dicho.


Préstanos oído, Dios nuestro; abre los ojos y mira nuestra ruina y la ciudad sobre la cual se invoca tu Nombre. Al hacerte estas peticiones, no apelamos a nuestra rectitud, sino a tu gran misericordia.


En su primer año de reinado, yo, Daniel, comprendí ese pasaje de las Escrituras donde el Señor comunicó al profeta Jeremías que la ruina de Jerusalén duraría setenta años.


Aunque la higuera no florezca ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo y los campos no produzcan alimentos; aunque en el redil no haya ovejas ni vaca alguna en los establos;


»Ahora bien, cuando vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, sepan que su destrucción ya está cerca.


Serás motivo de horror y objeto de burla y de ridículo en todas las naciones a las que el Señor te conduzca.


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