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Jeremías 6:12 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

12 Sus casas, sus campos y sus mujeres caerán en manos extrañas, porque yo voy a extender mi mano contra los habitantes del país», afirma el Señor.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

12 Y sus casas serán traspasadas a otros, sus heredades y también sus mujeres; porque extenderé mi mano sobre los moradores de la tierra, dice Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Sus casas serán dadas a los enemigos, al igual que sus campos y sus esposas porque levantaré mi puño poderoso contra la gente de esta tierra —dice el Señor—.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Sus casas pasarán a otros, junto con sus campos y sus mujeres, cuando yo extienda mi mano sobre los habitantes de esta tierra, dice Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Y sus casas serán entregadas a otros, Juntamente con sus campos y sus mujeres, Porque extenderé mi mano contra los habitantes de esta tierra, dice YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Pasarán sus casas a otros, campos y mujeres a la vez; porque voy a extender mi mano contra los habitantes del país -oráculo de Yahveh-.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

12 Y sus casas serán entregadas a otros, sus heredades y también sus esposas; porque extenderé mi mano sobre los moradores de la tierra, dice Jehová.

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Jeremías 6:12
26 Referencias Cruzadas  

David alzó la vista y vio que el ángel del Señor estaba entre la tierra y el cielo, con una espada desenvainada en la mano que apuntaba hacia Jerusalén. Entonces David y los jefes, vestidos de luto, se postraron sobre su rostro.


No les quedará más remedio que humillarse entre los cautivos o morir entre los masacrados. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; su mano aún sigue extendida.


Por eso se enciende la ira del Señor contra su pueblo, levanta la mano contra él y lo golpea; las montañas se estremecen, los cadáveres quedan como basura en medio de las calles. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; su mano aún sigue extendida.


Los arameos en el este y los filisteos en el oeste se comieron a Israel de un solo bocado. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; su mano aún sigue extendida.


Por eso no se complacerá el Señor en los jóvenes; tampoco se apiadará de huérfanos y viudas, porque todos ellos son impíos y malvados; sus labios profieren necedades. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; su mano aún sigue extendida.


Manasés se comerá a Efraín y Efraín a Manasés; entonces los dos juntos atacarán a Judá. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado; su mano aún sigue extendida.


Tú me has rechazado, te has vuelto atrás», afirma el Señor. «Extenderé mi mano contra ti y te destruiré; estoy cansado de tenerte compasión.


Yo mismo pelearé contra ustedes. Con gran despliegue de poder, con ira, furor y gran enojo,


Todas las mujeres que aún quedan en el palacio del rey de Judá serán entregadas a los oficiales del rey de Babilonia. Ellas mismas le echarán en cara: »“Tus amigos más confiables te han engañado y te han vencido. Tienes los pies hundidos en el fango, pues tus amigos te dieron la espalda”.


»Todas sus mujeres y sus hijos serán entregados a los babilonios. Usted mismo no podrá escapar, sino que caerá bajo el poder del rey de Babilonia y la ciudad será incendiada».


»Por eso, así dice el Señor y Dios: “Descargaré mi enojo y mi furor sobre este lugar, sobre los hombres y los animales, sobre los árboles del campo y los frutos de la tierra. Entonces, arderá mi enojo y no se apagará”.


Por eso entregaré sus mujeres a otros hombres y sus campos a otros dueños. Porque desde el más pequeño hasta el más grande, todos codician ganancias injustas; desde el profeta hasta el sacerdote, todos practican el engaño.


El Señor decidió derribar la muralla que rodea a la hija de Sión. Tomó la vara y midió; destruyó sin compasión. Hubo lamentos en rampas y muros; todos ellos se derrumbaron.


Todo el día, una y otra vez, su mano se ha vuelto contra mí.


Las mujeres fueron violadas en Sión y las vírgenes, en las ciudades de Judá.


Nuestra heredad ha caído en manos extrañas; nuestro hogar, en manos de extranjeros.


No tenemos padre, hemos quedado huérfanos; viudas han quedado nuestras madres.


Adviértele que así dice el Señor y Dios: “Aquí estoy contra ti, montaña de Seír. Contra ti extenderé mi mano, y te convertiré en un desierto desolado.


Haré que las naciones más violentas vengan y se apoderen de sus casas. Pondré fin a la soberbia de los poderosos, y sus santuarios serán profanados.


En aquel día se les hará burla, y se les cantará este lamento: “¡Estamos perdidos! Se están repartiendo los campos de mi pueblo. ¡Cómo me los arrebatan! Nuestra tierra se la reparten los traidores”».


En botín se convertirán sus riquezas; sus casas quedarán en ruinas: “Edificarán casas, pero no las habitarán; plantarán viñas, pero del vino no beberán”.


«Extenderé mi mano contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén. Exterminaré de este lugar todo rastro de Baal y hasta el nombre de sus sacerdotes idólatras;


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