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Éxodo 30:13 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

13 Cada uno de los censados deberá pagar como ofrenda al Señor medio siclo de plata, que es la mitad del peso oficial del santuario.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

13 Esto dará todo aquel que sea contado; medio siclo, conforme al siclo del santuario. El siclo es de veinte geras. La mitad de un siclo será la ofrenda a Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 Cada persona contada tendrá que dar una pequeña pieza de plata como ofrenda sagrada al Señor. (Este pago es de medio siclo, según el siclo del santuario, que equivale a veinte geras).

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 Cada uno de los que sean empadronados pagará medio siclo, según el peso del templo (es decir, un siclo de veinte óbolos). Este medio siclo será la ofrenda para Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Esto es lo que ha de dar todo el que pase por el empadronamiento: medio siclo° según el siclo del Santuario (el siclo es de veinte geras). Medio siclo será la ofrenda para YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 Esto es lo que entregará cada uno de los que están incluidos en el censo: medio siclo, según el peso del siclo del santuario, que es de veinte gerah por siclo; el medio siclo será un tributo a Yahveh.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

13 Esto dará todo el que pasare entre los que serán contados, medio siclo conforme al siclo del santuario. El siclo es de veinte geras; la mitad de un siclo será la ofrenda a Jehová.

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Éxodo 30:13
17 Referencias Cruzadas  

—Señor mío, escúcheme. El campo vale cuatrocientos siclos de plata. ¿Qué es eso entre nosotros? Vaya tranquilo y entierre a su difunta esposa.


Un día Joás ordenó a los sacerdotes: «Recojan todo el dinero que cada persona traiga al Templo del Señor como ofrenda sagrada, incluso el impuesto del censo, el dinero de promesas personales y todas las ofrendas voluntarias.


Cada sacerdote debe tomar el dinero de manos de su propio tesorero y usarlo para restaurar el Templo y reparar todo lo que esté dañado».


Todos los censados mayores de veinte años deberán entregar esta ofrenda al Señor.


El total del oro dado como ofrenda mecida y empleado en toda la obra del santuario era de veintinueve talentos y setecientos treinta siclos, según el peso oficial del santuario.


Todos los mayores de veinte años que fueron censados llegaron a un total de seiscientos tres mil quinientos cincuenta, y cada uno de ellos dio un becá, es decir, medio siclo, según el peso oficial del santuario.


En cuanto a las medidas de peso: un siclo será igual a veinte guerás y una mina será igual a sesenta siclos.


Todo precio se fijará según la medida oficial del santuario, veinte guerás por cada siclo.


se aplicará el siguiente cálculo: »”Por los varones de veinte a sesenta años se pagarán cincuenta siclos de plata, según el peso oficial del santuario.


«Si alguien comete una falta y peca involuntariamente contra lo que ha sido consagrado al Señor, llevará al Señor un carnero sin defecto como sacrificio por la culpa. Su precio será tasado en siclos de plata, según el peso oficial del santuario. Es un sacrificio por la culpa.


El rescate tendrá lugar cuando el primogénito tenga un mes de edad. El precio del rescate será de cinco siclos de plata, según el peso oficial del santuario, que son veinte guerás.


recaudarás cinco siclos de plata por cabeza, según la medida oficial del santuario, que pesa veinte guerás.


Para la ofrenda de cereal presentó un plato de plata y un tazón de plata, llenos de harina refinada amasada con aceite. Según el peso oficial del santuario, el plato pesaba ciento treinta siclos y el tazón pesaba setenta siclos.


Las doce bandejas de oro llenas de incienso pesaban diez siclos cada una, según el peso oficial del santuario. El peso total de las bandejas de oro era ciento veinte siclos.


Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Capernaúm, los que cobraban el impuesto del Templo se acercaron a Pedro y preguntaron: —¿Su maestro no paga el impuesto del Templo?


Jesús entró en el Templo y echó de allí a todos los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas.


Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente. —Soy inocente de la muerte de este hombre —dijo—. ¡Allá ustedes!


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