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Éxodo 2:24 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

24 quien al oír sus quejidos se acordó del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

24 Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 quien oyó sus gemidos y se acordó del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Oyó Dios sus lamentos, y se acordó de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Y oyó ’Elohim su gemido, y recordó° ’Elohim su pacto con Abraham, con Isaac y con Jacob.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Oyó Dios su gemido, y se acordó de su alianza con Abrahán, Isaac y Jacob.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

24 Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó Dios de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob.

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Éxodo 2:24
33 Referencias Cruzadas  

El Señor dijo a Abram: —Debes saber que tus descendientes vivirán como extranjeros en tierra extraña, donde serán esclavizados y maltratados durante cuatrocientos años.


»Estás embarazada, darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Ismael porque el Señor ha escuchado tu aflicción.


Estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia, como pacto eterno, por todas las generaciones. Yo seré tu Dios y el Dios de tus descendientes.


Es un hecho que Abraham se convertirá en una nación grande y poderosa, y en él serán bendecidas todas las naciones de la tierra.


y dijo: —Como has hecho esto y no me has negado a tu único hijo, tan cierto como que yo vivo —afirma el Señor—,


Allí el Señor se apareció y le dijo: «No vayas a Egipto. Quédate en la región de la que te voy a hablar.


Esa noche se apareció el Señor y le dijo: «Yo soy el Dios de tu padre Abraham. No temas, que yo estoy contigo. Por amor a mi siervo Abraham, te bendeciré y multiplicaré tu descendencia».


Vive en ese lugar por un tiempo. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu descendencia daré todas esas tierras. Así confirmaré el juramento que hice a tu padre Abraham.


Entonces le dijo: —Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido.


Luego Dios añadió: «Yo soy el Dios Todopoderoso. Sé fecundo y multiplícate. De ti nacerá una nación y una comunidad de naciones, y habrá reyes entre tus descendientes.


La tierra que di a Abraham y a Isaac te la doy a ti y a tus descendientes».


Dios se acordó entonces de Noé y de todos los animales salvajes y domésticos que estaban con él en el arca. Hizo que soplara un fuerte viento sobre la tierra y las aguas comenzaron a bajar.


Sin embargo, el Señor tuvo misericordia de ellos. Por causa del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob, se compadeció de los israelitas y los preservó, y hasta el día de hoy no ha querido destruirlos ni arrojarlos de su presencia.


No escondas de mí tu rostro cuando me encuentro angustiado. Inclina a mí tu oído; respóndeme pronto cuando te llame.


para oír los lamentos de los cautivos y liberar a los condenados a muerte;


Se acordó Dios de su santa promesa, la que hizo a su siervo Abraham.


Dios se acordó del pacto que había hecho con ellos y por su gran amor les tuvo compasión.


Cuando te llamé, me respondiste; me infundiste ánimo y renovaste mis fuerzas.


Porque él no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama.


a ti clamaron y tú los salvaste; se apoyaron en ti y no los defraudaste.


Que lleguen a tu presencia los quejidos de los cautivos, y por la fuerza de tu brazo salva a los condenados a muerte.


He oído además el quejido de los israelitas, a quienes los egipcios han esclavizado, y he recordado mi pacto.


También sabes que clamamos al Señor, y que él escuchó nuestra súplica y nos envió a un ángel que nos sacó de Egipto. »Ya estamos en Cades, población que está en las inmediaciones de tu territorio.


En verdad he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse, así que he descendido para librarlos. Ahora ven y te enviaré de vuelta a Egipto”.


Cada vez que el Señor levantaba entre ellos un líder, el Señor estaba con él. Mientras ese líder vivía, los libraba del poder de sus enemigos, porque el Señor se compadecía de ellos al oírlos gemir por causa de quienes los oprimían y afligían.


«Mañana, a esta hora, te voy a enviar un hombre de la tierra de Benjamín. Lo ungirás como gobernante de mi pueblo Israel, para que lo libre del poder de los filisteos. Me he compadecido de mi pueblo, pues sus gritos de angustia han llegado hasta mí».


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