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Éxodo 2:23 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

23 Mucho tiempo después murió el rey de Egipto. Los israelitas, sin embargo, seguían lamentando su condición de esclavos y clamaban pidiendo ayuda. Sus gritos desesperados llegaron a oídos de Dios,

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

23 Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 Con el paso de los años, el rey de Egipto murió; pero los israelitas seguían gimiendo bajo el peso de la esclavitud. Clamaron por ayuda, y su clamor subió hasta Dios,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Durante este largo período murió el rey de Egipto. El pueblo de Israel sufría bajo la esclavitud. Gritaban, y su grito subía desde los lugares de trabajo hasta Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 Después de muchos días, sucedió que el rey de Egipto murió, y los hijos de Israel gemían a causa de la esclavitud, y clamaron. Y por causa de la esclavitud, su clamor subió delante de ’Elohim.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Sucedió que, durante este largo periodo, murió el rey de Egipto. Los israelitas seguían lamentándose de su servidumbre y clamando, y su grito de socorro, salido del fondo de su esclavitud, llegó a Dios.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

23 Y aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos a causa de su servidumbre.

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Éxodo 2:23
31 Referencias Cruzadas  

»Estás embarazada, darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Ismael porque el Señor ha escuchado tu aflicción.


—¡Qué has hecho! —exclamó el Señor—. Desde la tierra, la sangre de tu hermano me reclama justicia.


»En Egipto viste la aflicción de nuestros antepasados; junto al mar Rojo escuchaste sus lamentos.


»Todo el mundo clama bajo el peso de la opresión, y pide ser librado del brazo de los poderosos.


Escucha, Señor, mi oración; llegue a ti mi clamor.


No escondas de mí tu rostro cuando me encuentro angustiado. Inclina a mí tu oído; respóndeme pronto cuando te llame.


«Por la aflicción de los oprimidos y por el gemido del pobre, voy a levantarme», dice el Señor, «y los pondré a salvo de quienes los oprimen».


En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios por ayuda. Él me escuchó desde su Templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos!


Les amargaban la vida obligándolos a hacer mezcla, ladrillos y todas las labores del campo. En todos los trabajos de esclavos que los israelitas realizaban, los egipcios los trataban con crueldad.


Ya en Madián el Señor había dicho a Moisés: «Vuelve a Egipto, que ya han muerto todos los que querían matarte».


He oído además el quejido de los israelitas, a quienes los egipcios han esclavizado, y he recordado mi pacto.


Moisés dio a conocer esto a los israelitas, pero por su desánimo y las penurias de su esclavitud ellos no hicieron caso.


Cuando hablaron con el faraón, Moisés tenía ochenta años y Aarón ochenta y tres.


Esto servirá en Egipto de señal y testimonio del Señor de los Ejércitos. Cuando ellos clamen al Señor por causa de sus opresores, él les enviará un salvador y defensor que los librará.


La viña del Señor de los Ejércitos es la nación de Israel; el pueblo de Judá es su huerto preferido. Él esperaba justicia, pero encontró ríos de sangre; esperaba rectitud, pero encontró gritos de angustia.


También sabes que clamamos al Señor, y que él escuchó nuestra súplica y nos envió a un ángel que nos sacó de Egipto. »Ya estamos en Cades, población que está en las inmediaciones de tu territorio.


»Pasados cuarenta años, se le apareció un ángel en el desierto cercano al monte Sinaí, entre las llamas de una zarza ardiente.


Le pagarás su salario cada día, antes de la puesta del sol, porque es pobre y cuenta solo con ese dinero. De lo contrario, él clamará al Señor contra ti y tú resultarás culpable de pecado.


Oigan cómo clama contra ustedes el salario no pagado a los obreros que trabajaron en sus campos. El clamor de esos trabajadores ha llegado a oídos del Señor de los Ejércitos.


Los israelitas clamaron al Señor porque Jabín tenía novecientos carros de hierro y durante veinte años había oprimido cruelmente a los israelitas.


»Después de que Jacob entró en Egipto, sus descendientes clamaron al Señor. Entonces el Señor envió a Moisés y a Aarón para sacarlos de Egipto y establecerlos en este lugar.


«Mañana, a esta hora, te voy a enviar un hombre de la tierra de Benjamín. Lo ungirás como gobernante de mi pueblo Israel, para que lo libre del poder de los filisteos. Me he compadecido de mi pueblo, pues sus gritos de angustia han llegado hasta mí».


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