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Esdras 10:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

8 Y advirtieron que a todo el que no se presentara en el plazo de tres días, según la decisión de los oficiales y los jefes, se le quitarían sus propiedades y se le expulsaría de la asamblea de los repatriados.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

8 y que el que no viniera dentro de tres días, conforme al acuerdo de los príncipes y de los ancianos, perdiese toda su hacienda, y el tal fuese excluido de la congregación de los del cautiverio.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Si los jefes y los ancianos así lo decidían, los que no acudieran en el plazo de tres días perderían el derecho a todas sus propiedades y serían expulsados de la asamblea de los desterrados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Si alguien -decía el bando de los jefes y de los ancianos- no comparecía dentro de tres días, todos sus bienes serían condenados al anatema y hasta él mismo sería rechazado de la comunidad de los desterrados.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 y a todo el que no llegara en tres días, conforme al acuerdo de los príncipes y de los ancianos, toda su hacienda fuera hecha anatema, y él mismo fuera proscrito de la congregación del cautiverio.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 A todo aquel que no se presentara en el término de tres días, conforme al acuerdo de los jefes y de los ancianos, se le confiscarían todos sus bienes y quedaría separado de la comunidad de los que habían vuelto del destierro.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

8 Y que el que no viniese en un lapso de tres días, conforme al acuerdo de los príncipes y de los ancianos, perdiese toda su hacienda, y él fuese apartado de la congregación de aquellos que habían sido llevados en cautiverio.

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Esdras 10:8
14 Referencias Cruzadas  

Posteriormente anunciaron en Judá y Jerusalén que todos los que habían regresado del cautiverio debían reunirse en Jerusalén.


Por lo tanto, a los tres días, en el día veinte del mes noveno, se reunieron en Jerusalén todos los hombres de Judá y de Benjamín. Todo el pueblo se sentó en la plaza del Templo de Dios, temblando por causa de ese asunto e intimidados por el aguacero que caía.


Si alguien desobedece la ley de tu Dios y las órdenes del rey, haz que se le castigue de inmediato con la pena de muerte, el destierro, la confiscación de bienes o la cárcel.


A uno de los hijos de Joyadá, hijo del sumo sacerdote Eliasib, lo eché de mi lado porque era yerno de Sambalat el horonita.


Al escuchar lo que esta Ley decía, apartaron de Israel a todos los que se habían mezclado con extranjeros.


»”Nadie podrá vender ni rescatar sus bienes, sean hombres, animales o campos, si los ha consagrado como propiedad exclusiva del Señor. Todo cuanto se consagra como propiedad exclusiva del Señor es cosa santísima.


Si se niega a hacerles caso a ellos, díselo a la iglesia; y si incluso a la iglesia no le hace caso, trátalo como si fuera un incrédulo o un cobrador de impuestos.


Los expulsarán de las sinagogas; y llegará el día en que cualquiera que los mate pensará que está prestando un servicio a Dios.


Sus padres contestaron así por miedo a los judíos, pues ya estos habían convenido que se expulsara de la sinagoga a todo el que reconociera que Jesús era el Cristo.


Ellos replicaron: —Tú, que naciste sumido en pecado, ¿vas a darnos lecciones? Y lo expulsaron.


Dios juzgará a los de afuera. «Expulsen al malvado de entre ustedes».


El oro y la plata y los utensilios de bronce y de hierro pertenecen al Señor: colóquenlos en su tesoro».


Luego preguntaron los israelitas: «¿Quién de entre todas las tribus de Israel no se presentó a la asamblea del Señor?». Porque habían pronunciado un juramento solemne contra cualquiera que no se presentara ante el Señor en Mizpa, que decía así: «Tendrá que morir».


agarró dos bueyes y los descuartizó, y con los mensajeros envió los pedazos por todo el territorio de Israel, con esta advertencia: «Así se hará con los bueyes de todo el que no salga para unirse a Saúl y Samuel». El temor del Señor se apoderó del pueblo y todos ellos, como un solo hombre, salieron a la guerra.


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