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Lucas 8:41 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

41 En esto llegó un hombre llamado Jairó, jefe de la sinagoga, el cual se puso de rodillas a los pies de Jesús rogándole que fuera a su casa,

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

41 Entonces vino un varón llamado Jairo, que era principal de la sinagoga, y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

41 Y un hombre llamado Jairo, líder de la sinagoga local, se acercó y cayó a los pies de Jesús mientras rogaba que lo acompañara a su casa.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

41 En esto se presentó un hombre, llamado Jairo, que era dirigente de la sinagoga. Cayendo a los pies de Jesús, le suplicaba que fuera a su casa,

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La Biblia Textual 3a Edicion

41 Y he aquí se presentó un varón cuyo nombre era Jairo, un principal de la sinagoga; y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que fuera a su casa,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

41 Llegó entonces un hombre, llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y, echándose a los pies de Jesús, le suplicaba que fuera a su casa,

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Lucas 8:41
15 Referencias Cruzadas  

El jefe de la sinagoga, irritado porque Jesús había hecho una curación en día festivo, dijo a todos los presentes: - Seis días hay para trabajar. Venid uno de esos días a que os curen y no precisamente en día festivo.


Y, postrado rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba las gracias. Este hombre era un samaritano.


Al ver esto, Simón Pedro cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo: - Señor, apártate de mí, que soy un pecador.


porque su única hija, de unos doce años de edad, estaba muriéndose. Mientras Jesús se dirigía allá, la gente se apiñaba a su alrededor.


Aún estaba hablando Jesús, cuando llegó uno de casa del jefe de la sinagoga a decirle a éste: - Tu hija ha muerto. No molestes más al Maestro.


Marta dijo a Jesús: - Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.


y, después de la lectura de la Ley y los profetas, los jefes de la sinagoga les invitaron a intervenir: - Hermanos - les dijeron -, si tenéis algún mensaje que comunicar a los asistentes, podéis hablar ahora.


Agarraron entonces todos a una a Sóstenes, el jefe de la sinagoga, y le dieron de palos ante el mismo tribunal. Ante esto, Galión permaneció imperturbable, sin hacer ningún caso.


Por entonces, Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en Señor junto con toda su familia. También creyeron y se bautizaron muchos corintios que escucharon el mensaje.


Los discípulos de Jope, ciudad próxima a Lida, se enteraron de que Pedro se hallaba en esta última ciudad, y enviaron urgentemente dos hombres con este ruego: - Por favor, ven a nuestra ciudad sin pérdida de tiempo.


Entonces, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero; todos tenían cítaras y copas de oro llenas de perfume, que son las oraciones de los santos.


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