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1 Juan 3:21 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

21 Si, por el contrario, queridos hermanos, la conciencia no nos acusa, crece nuestra confianza en Dios.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

21 Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 Queridos amigos, si no nos sentimos culpables, podemos acercarnos a Dios con plena confianza.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 Amadísimos, si nuestra conciencia no nos condena, tenemos plena confianza en Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 Amados, si el corazón no nos condena, confianza tenemos para con Dios,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 Queridos míos, si la conciencia no reprende, tenemos plena confianza en Dios.

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1 Juan 3:21
17 Referencias Cruzadas  

La fe bien formada que tú tienes resérvala para tus relaciones personales con Dios. ¡Dichoso el hombre que puede tomar una decisión sin angustias de conciencia!


Es cierto que no me remuerde la conciencia, pero no por ello me considero inocente. Quien me juzga es el Señor.


Si de algo me siento orgulloso, es de que la conciencia me asegura que mi comportamiento con todo el mundo, y particularmente con vosotros, ha estado presidido por la sencillez y la franqueza que Dios da; es decir, ha sido fruto del favor divino y no del humano saber.


Y nosotros, por nuestra parte, podemos acercarnos a Dios libre y confiadamente mediante la fe.


Es, pues, mi deseo que los hombres oren en todas partes con un corazón limpio, libre de odios y altercados.


Acerquémonos, pues, a Dios con un corazón sincero y lleno de fe; acerquémonos con una conciencia limpia de pecado y con el cuerpo bañado en agua pura.


Acerquémonos, pues, llenos de confianza, a ese trono de gracia, seguros de que la misericordia y el favor de Dios estarán a nuestro lado en el momento preciso.


En resumen, hijos míos, vivid unidos a Cristo, para que el día glorioso de su manifestación tengamos absoluta confianza, en lugar de sentirnos abochornados, lejos de su presencia.


Queridos hermanos, el mandamiento que os escribo no es nuevo, sino antiguo. Me refiero al mensaje que desde el principio habéis oído.


Ahora, queridos míos, somos hijos de Dios, aunque todavía no se ha manifestado lo que hemos de ser. Pero sabemos que el día en que se manifieste seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es.


que si alguna vez nos acusa la conciencia, Dios está muy por encima de nuestra conciencia y lo sabe todo.


Nuestro amor alcanza su más alto nivel de perfección cuando, al compartir nosotros ya en este mundo la condición de Cristo, nos hace esperar confiados el día del juicio.


Estamos seguros de que, si algo pedimos a Dios tal y como él quiere, nos atiende.


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