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Juan 15:5 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

5 »Yo soy la vid y vosotros las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no podéis hacer nada.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 »Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Yo soy la vid y ustedes las ramas. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos. El que permanece en mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

5 Yo soy la vid, vosotros sois los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.

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Juan 15:5
28 Referencias Cruzadas  

El fruto de la justicia es árbol de vida, pero el que arrebata vidas es violento.


El pecado de mi pueblo es su comida; se regodean en su perversidad.


pero, como no tiene raíz, dura poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, en seguida se aparta de ella.


Ciertamente os aseguro que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero, si muere, produce mucho fruto.


No me escogisteis vosotros a mí, sino que yo os escogí a vosotros y os comisioné para que vayáis y deis fruto, un fruto que perdure. Así el Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre.


Entonces Jesús afirmó: ―Ciertamente os aseguro que el Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino solamente lo que ve que su Padre hace, porque cualquier cosa que hace el Padre, la hace también el Hijo.


Si este hombre no viniera de parte de Dios, no podría hacer nada.


De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos».


también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás.


Pero ahora que habéis sido liberados del pecado y os habéis puesto al servicio de Dios, cosecháis la santidad que conduce a la vida eterna.


Así mismo, hermanos míos, vosotros moristeis a la ley mediante el cuerpo crucificado de Cristo, a fin de pertenecer al que fue levantado de entre los muertos. De este modo daremos fruto para Dios.


Esa copa de bendición por la cual damos gracias, ¿no significa que entramos en comunión con la sangre de Cristo? Ese pan que partimos, ¿no significa que entramos en comunión con el cuerpo de Cristo?


De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo.


Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo.


Pues nada podemos hacer contra la verdad, sino a favor de la verdad.


El que le suple semilla al que siembra también le suplirá pan para que coma, aumentará los cultivos y hará que produzcáis una abundante cosecha de justicia.


En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,


(el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad)


llenos del fruto de justicia que se produce por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.


Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.


No digo esto porque esté tratando de conseguir más ofrendas, sino que trato de aumentar el crédito en vuestra cuenta.


para que viváis de manera digna del Señor, agradándole en todo. Esto implica dar fruto en toda buena obra, crecer en el conocimiento de Dios


que ha llegado hasta vosotros. Este evangelio está dando fruto y creciendo en todo el mundo, como también ha sucedido entre vosotros desde el día en que supisteis de la gracia de Dios y la comprendisteis plenamente.


Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras.


Cristo es la piedra viva, rechazada por los seres humanos, pero escogida y preciosa ante Dios. Al acercaros a él,


Más bien, creced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea la gloria ahora y para siempre! Amén.


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