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Jeremías 9:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

2 ¡Ojalá tuviera yo en el desierto una posada junto al camino! Abandonaría a mi pueblo, y me alejaría de ellos. Porque todos ellos son adúlteros, son una banda de traidores.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

2 ¡Oh, quién me diese en el desierto un albergue de caminantes, para que dejase a mi pueblo, y de ellos me apartase! Porque todos ellos son adúlteros, congregación de prevaricadores.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Desearía poder marcharme y olvidarme de mi pueblo y vivir en una choza para viajeros en el desierto. Pues todos ellos son adúlteros, una banda de mentirosos traicioneros.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Estiran su lengua como un arco; es la mentira y no la verdad lo que prevalece en este país. Sí, van de crimen en crimen. ¡Y a Yavé no lo conocen!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 ¡Quién me diera en el desierto un albergue de caminantes, Para abandonar a mi pueblo, Para alejarme de ellos! Porque todos ellos son adúlteros, Congregación de traidores.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Tensan su lengua como en arco; la mentira, y no la verdad, domina en el país. Caminan de maldad en maldad, y a mí no me conocen -oráculo de Yahveh-.

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Jeremías 9:2
24 Referencias Cruzadas  

Tenéis las manos manchadas de sangre y los dedos manchados de iniquidad. Vuestros labios dicen mentiras; vuestra lengua murmura maldades.


Tú, Señor, eres justo cuando discuto contigo. Sin embargo, quisiera exponerte algunas cuestiones de justicia. ¿Por qué prosperan los malvados? ¿Por qué viven tranquilos los traidores?


Aun tus hermanos, los de tu propia familia, te han traicionado y gritan contra ti. Por más que te digan cosas agradables, no confíes en ellos.


Y, si preguntas: «¿Por qué me pasa esto?», ¡por tus muchos pecados te han arrancado las faldas y te han violado!


A causa de la maldición, el país está lleno de adúlteros, la tierra está de luto y los pastos del desierto se han secado. Los profetas corren tras la maldad, y usan su poder para la injusticia.


«Mi pueblo es necio, no me conoce; son hijos insensatos que no tienen entendimiento. Son hábiles para hacer el mal; no saben hacer el bien».


«Recorred las calles de Jerusalén, observad con cuidado, buscad por las plazas. Si encontráis una sola persona que practique la justicia y busque la verdad, yo perdonaré a esta ciudad.


Pues las casas de Israel y de Judá me han sido más que infieles», afirma el Señor.


Aunque juran: “Por la vida del Señor”, de hecho juran en falso».


Cunden, más bien, el perjurio y la mentira. Abundan el robo, el adulterio y el asesinato. ¡Un homicidio sigue a otro!


Han traicionado al Señor; han dado a luz hijos de otros padres. ¡Ahora la destrucción devorará sus fincas!


Son como Adán: han quebrantado el pacto, ¡me han traicionado!


Parecen un horno encendido cuyo fuego no hace falta atizar desde que el panadero prepara la harina hasta que la masa fermenta. ¡Todos ellos son adúlteros!


Los ricos de la ciudad son gente violenta; sus habitantes son gente mentirosa; ¡engañan con la boca y con la lengua!


Sus profetas son impertinentes, hombres traicioneros. Sus sacerdotes profanan las cosas santas y violentan la ley.


Judá ha sido traicionero. En Israel y en Jerusalén se ha cometido algo detestable: al casarse Judá con la hija de un dios extraño, ha profanado el santuario que el Señor ama.


Y todavía preguntáis por qué. Pues porque el Señor actúa como testigo entre tú y la esposa de tu juventud, a la que traicionaste aunque es tu compañera, la esposa de tu pacto.


¡Oh gente adúltera! ¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Si alguien quiere ser amigo del mundo, se vuelve enemigo de Dios.


También murió toda aquella generación, y surgió otra que no conocía al Señor ni sabía lo que él había hecho por Israel.


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