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1 Samuel 1:18 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

18 ―Gracias. Ojalá favorezcas siempre a esta tu sierva. Con esto, Ana se despidió y se fue a comer. Desde ese momento, su semblante cambió.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

18 Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 —¡Oh, muchas gracias! —exclamó ella. Así que se fue, comenzó a comer de nuevo y ya no estuvo triste.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Ella le dijo a su vez: '¡Ojalá tu sirvienta sea bien vista por ti!' Se levantó, comió, y su cara tenía otro aspecto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Ella dijo: ¡Halle tu sierva gracia ante tus ojos! Y la mujer se fue por su camino, y comió, y su semblante ya no fue como antes.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Replicó ella: 'Que tu sierva alcance tu favor'. La mujer emprendió su camino; comió, y su semblante no fue ya como el de antes.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

18 Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y la mujer siguió su camino, y comió, y no estuvo más triste.

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1 Samuel 1:18
11 Referencias Cruzadas  

y que ahora tiene vacas, asnos, ovejas, esclavos y esclavas. Te manda este mensaje, con la esperanza de ganarse tu favor».


Cuando los mensajeros regresaron, le dijeron a Jacob: «Fuimos a hablar con tu hermano Esaú, y ahora viene a tu encuentro, acompañado de cuatrocientos hombres».


―Está bien —accedió Esaú—, pero permíteme dejarte algunos de mis hombres para que te acompañen. ―¿Para qué te vas a molestar? —contestó Jacob—. Lo importante es que me he ganado tu confianza.


―¿Qué significan todas estas manadas que han salido a mi encuentro? —preguntó Esaú. ―Intentaba con ellas ganarme tu confianza —contestó Jacob.


Este pobre clamó, y el Señor lo oyó y lo libró de todas sus angustias.


¡Anda, come tu pan con alegría! ¡Bebe tu vino con buen ánimo, que Dios ya se ha agradado de tus obras!


Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa.


Que el Dios de la esperanza os llene de toda alegría y paz a vosotros que creéis en él, para que reboséis de esperanza por el poder del Espíritu Santo.


―¡Ojalá siga yo siendo de tu agrado, mi señor! —contestó ella—. Tú me has consolado y me has hablado con cariño, aunque ni siquiera soy como una de tus siervas.


Y sucedió que Rut la moabita le dijo a Noemí: ―Permíteme ir al campo a recoger las espigas que vaya dejando alguien a quien yo le caiga bien. ―Anda, hija mía —le respondió su suegra.


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