Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia.
Ten presente al Señor en todo lo que hagas y él te llevará por el camino recto.
Tened valor y firmeza; no tengáis miedo ni os asustéis cuando os enfrentéis con ellas, porque el Señor vuestro Dios está con vosotros y no os dejará ni os abandonará.”
No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa.
Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, amor y buen juicio.
pero nadie ha hecho el arma que pueda destruirte. Dejarás callado a todo el que te acuse. Esto es lo que yo doy a los que me sirven: la victoria.” El Señor es quien lo afirma.
El nombre del Señor es una torre poderosa a la que acuden los justos en busca de protección.
Pero ¿acaso una madre olvida o deja de amar a su propio hijo? Pues aunque ella lo olvide, yo no te olvidaré.
Yo te llevo grabada en mis manos; siempre tengo presentes tus murallas.
Si tienes que pasar por el agua, yo estaré contigo; si tienes que cruzar ríos, no te ahogarás; si tienes que pasar por el fuego, no te quemarás; las llamas no arderán en ti.
Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes, porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas.”
No améis el dinero. Contentaos con lo que tenéis, porque Dios ha dicho: “Nunca te dejaré ni te abandonaré.”
Así que podemos decir con confianza: “El Señor es mi ayuda; no temeré. ¿Qué me puede hacer el hombre?”
“Por tanto, os digo: No estéis preocupados por lo que habéis de comer o beber para vivir, ni por la ropa con que habéis de cubrir vuestro cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa?
Mirad las aves que vuelan por el cielo: ni siembran ni siegan ni almacenan en graneros la cosecha; sin embargo, vuestro Padre que está en el cielo les da de comer. Pues bien, ¿acaso no valéis vosotros más que las aves?
“Os dejo la paz. Mi paz os doy, pero no como la dan los que son del mundo. No os angustiéis ni tengáis miedo.
¿Qué más podríamos decir? ¡Si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros!
Mi pueblo vivirá en un lugar pacífico, en habitaciones seguras, en residencias tranquilas,
“Graba en tu mente todas las cosas que hoy te he dicho,
y enséñaselas continuamente a tus hijos; háblales de ellas, tanto en tu casa como en el camino, y cuando te acuestes, y cuando te levantes.
Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente ni lo futuro,
ni lo alto ni lo profundo ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús, nuestro Señor!
No temerás los peligros repentinos ni la ruina que vendrá sobre los malvados,
porque el Señor te infundirá confianza y evitará que caigas en alguna trampa.
Señor, tú conservas en paz a los de carácter firme, porque confían en ti.
Confiad siempre en el Señor, porque él es refugio eterno.
No olvides mis enseñanzas, hijo mío; guarda en tu memoria mis mandamientos
así se llenarán a reventar tus graneros y tus depósitos de vino.
No rechaces, hijo mío, la corrección del Señor ni te disgustes por sus reprensiones;
porque a quien el Señor ama, también le corrige, como un padre corrige a su hijo favorito.
Dichoso el que halla sabiduría, el que obtiene inteligencia;
porque son más provechosas que la plata y rinden mayores beneficios que el oro.
La sabiduría vale más que las piedras preciosas; ¡ni aun las cosas más deseables se le pueden comparar!
Con la derecha ofrece larga vida, y con la izquierda, riquezas y honores.
Seguir sus pasos es muy agradable; andar por sus senderos es vivir en paz.
La sabiduría es vida para quien la obtiene; ¡dichosos los que saben retenerla!
Con sabiduría e inteligencia afirmó el Señor los cielos y la tierra;
y tendrás una vida larga y llena de felicidad.
Ahora, hermanos, fortaleceos en vuestra unión con el Señor y su fuerza poderosa.
Protegeos con toda la armadura que habéis recibido de Dios, para que podáis manteneros firmes contra los engaños del diablo.
Todo el mundo, desde oriente hasta occidente, respetará al Señor al ver su majestad. Porque él vendrá como un río crecido, movido por un viento poderoso;
Donde hay amor no hay temor. Al contrario, el amor perfecto echa fuera el temor, pues el temor supone castigo. Por eso, el que teme no ha llegado a amar perfectamente.
“El camino de Dios es perfecto; la promesa del Señor es digna de confianza. ¡Dios protege a todos los que en él confían!
Él da fuerzas al cansado, y al débil le aumenta su vigor.
Una voz grita: “Preparad al Señor un camino en el desierto, trazad para nuestro Dios una calzada recta en la región estéril.
Hasta los jóvenes pueden cansarse y fatigarse, hasta los más fuertes llegan a caer,
pero los que confían en el Señor tendrán siempre nuevas fuerzas y podrán volar como las águilas; podrán correr sin cansarse y caminar sin fatigarse.
El Señor protege a los que en él confían; todas sus promesas son dignas de confianza.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar.
Aceptad el yugo que os impongo, y aprended de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontraréis descanso.
a preguntarle si él era quien había de venir o si debían esperar a otro.
Porque el yugo y la carga que yo os impongo son ligeros.”
Manteneos alerta y firmes en la fe. Tened mucho valor y firmeza.
Y todo lo que hacéis, hacedlo con amor.
Acerquémonos, pues, con confianza al trono de nuestro Dios lleno de amor, para que tenga misericordia de nosotros y en su bondad nos ayude en la hora de la necesidad.
Por lo tanto, mi Dios os dará todo lo que os falte, conforme a sus gloriosas riquezas en Cristo Jesús.
Alégrense los que buscan tu protección; canten siempre de alegría, porque tú los proteges. Los que te aman, se alegran por causa tuya,
pues tú, Señor, bendices al que es fiel; tu bondad lo rodea como un escudo.
“El ladrón viene solamente para robar, matar y destruir; pero yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.
y siempre le dará seguridad. La sabiduría y el conocimiento son un tesoro que salva; el temor del Señor es una riqueza.
Vivid alegres por la esperanza que tenéis; soportad con valor los sufrimientos; no dejéis nunca de orar.
Y ahora, gloria sea a Dios, que tiene poder para hacer muchísimo más de lo que nosotros pedimos o pensamos, por medio de su poder que actúa en nosotros.
Dios es quien me salva; tengo confianza, no temo. El Señor es mi refugio y mi fuerza, él es mi salvador.”
Porque el Señor cuida a los justos y presta oído a sus oraciones, pero está en contra de los malhechores.”
Vosotros no habéis pasado por ninguna prueba que no sea humanamente soportable. Y podéis confiar en Dios, que no os dejará sufrir pruebas más duras de lo que podáis soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios os dará también el modo de salir de ella, para que podáis soportarla.
Porque tú has sido refugio para el pobre, protector para el necesitado en su aflicción, refugio contra la tempestad, sombra contra el calor. El aliento de los hombres crueles es como una tempestad de invierno,
No os aflijáis por nada, sino presentadlo todo a Dios en oración. Pedidle, y también dadle gracias.
Así Dios os dará su paz, que es más grande que todo cuanto el hombre puede comprender; y esa paz guardará vuestro corazón y vuestros pensamientos, porque estáis unidos a Cristo Jesús.
Os digo todo esto para que encontréis paz en vuestra unión conmigo. En el mundo habréis de sufrir, pero tened valor, yo he vencido al mundo.
Tenemos confianza en Dios, porque sabemos que si le pedimos algo conforme a su voluntad, él nos oye.
Y así como sabemos que Dios oye nuestras oraciones, también sabemos que ya tenemos lo que le hemos pedido.
La vida y la muerte dependen de la lengua; los que hablan mucho, sufrirán las consecuencias.
Yo sé los planes que tengo para vosotros, planes para vuestro bienestar y no para vuestro mal, a fin de daros un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo.
Pero después que hayáis sufrido por un poco de tiempo, Dios os hará perfectos, firmes, fuertes y seguros. Él es el mismo Dios que en su gran amor nos ha llamado a tener parte en su gloria eterna en unión con Jesucristo.
Que Dios, que da esperanza, os llene de alegría y paz a vosotros que tenéis fe en él, y os dé abundante esperanza por el poder del Espíritu Santo.
Así que podemos decir con confianza: “El Señor es mi ayuda; no temeré. ¿Qué me puede hacer el hombre?”
Reconoced, pues, que el Señor vuestro Dios es el Dios verdadero, que cumple fielmente su pacto generación tras generación con los que le aman y cumplen sus mandamientos,
Mi canto es al Señor, que es mi fuerza y salvación. Él es mi Dios, y he de alabarle; es el Dios de mi padre, y he de enaltecerle.
Cuando al Señor le agrada la conducta de un hombre, hasta a sus enemigos los pone en paz con él.
Él cuida los pasos de sus fieles, pero los malvados mueren en la oscuridad, porque nadie triunfa por la fuerza.
pero el Señor me ha dicho: “Mi amor es todo lo que necesitas, pues mi poder se muestra plenamente en los débiles.” Así que prefiero gloriarme de ser débil, para que venga a residir en mí el poder de Cristo.
Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud que os lleve otra vez a tener miedo, sino el Espíritu que os hace hijos de Dios. Por este Espíritu nos dirigimos a Dios, diciendo: “¡Abbá!, ¡Padre!”
Por eso, tomad toda la armadura que habéis recibido de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, después de haberos preparado bien, manteneros firmes.
El Señor, el Dios Santo de Israel, dice: “Volved, quedad tranquilos y estaréis a salvo. En la tranquilidad y la confianza estará vuestra fuerza.” Pero vosotros no quisisteis,
Porque yo, el Señor tu Dios, te he tomado de la mano y te he dicho: ‘No tengas miedo, yo te ayudo.’ ”
Pero Dios prueba que nos ama en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.
Sobre todo, que vuestra fe sea el escudo que os libre de las flechas encendidas del maligno;
El miedo a los hombres es una trampa, pero el que confía en el Señor estará protegido.
“No tengáis miedo, pequeño rebaño, que el Padre, en su bondad, ha decidido daros el reino.
“La gente pobre y sin recursos busca agua y no la encuentra. Tienen la lengua reseca por la sed; pero yo, el Señor, los atenderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
Ama la sabiduría, no la abandones y ella te dará su protección.
Antes que cualquier otra cosa, adquiere sabiduría y buen juicio.
Adora al Señor tu Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua. “Yo alejaré de ti la enfermedad,
Porque el Altísimo, el que vive para siempre y cuyo nombre es santo, dice: “Yo vivo en un lugar alto y sagrado, pero también estoy con el humilde y afligido, y le doy ánimo y aliento.
y me librará de todo mal, y me salvará llevándome a su reino celestial. ¡Gloria a él para siempre! Amén.
“Si permanecéis unidos a mí, y si sois fieles a mis enseñanzas, pedid lo que queráis y se os dará.
Yo te guiaré continuamente, te daré comida abundante en el desierto, daré fuerza a tu cuerpo y serás como un jardín bien regado, como un manantial al que no le falta el agua.
y enseñadles a cumplir todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Jabés oró al Dios de Israel, diciendo: “Te ruego que me des tu bendición y un territorio muy grande, que me ayudes y me libres de males, para que yo no sufra.” Y Dios le concedió lo que le había pedido.
Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas?
Pero Moisés les contestó: –No tengáis miedo. Manteneos firmes y fijaos en lo que el Señor va a hacer hoy para salvaros, porque nunca más volveréis a ver a los egipcios que hoy veis.
No os preocupéis, que el Señor va a pelear por vosotros.
El Señor afirma: “Israel, pueblo de Jacob, por pequeño y débil que seas, no tengas miedo; yo te ayudo. Yo, el Dios Santo de Israel, soy tu redentor.
“Todo el que oye mis palabras y hace caso a lo que digo es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca.
Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía sus cimientos sobre la roca.
Hijitos, vosotros sois de Dios y habéis vencido a esos mentirosos, porque el que está en vosotros es más poderoso que el que está en el mundo.
pero el Espíritu Santo, el defensor que el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os he dicho.
y seguiré siendo el mismo cuando seáis viejos. Cuando tengáis canas, todavía os sostendré. Yo os hice, y seguiré cargando con vosotros; os sostendré y os salvaré.
Aunque las montañas cambien de lugar y los cerros se vengan abajo, mi amor por ti no cambiará ni se vendrá abajo mi pacto de paz.” Lo dice el Señor, que se compadece de ti.
Pero vosotros sois una familia escogida, un sacerdocio al servicio del Rey, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios, destinado a anunciar las obras maravillosas de Dios, que os llamó a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa.
Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer en vosotros su buena obra, la irá llevando a buen fin mientras llega el día en que Jesucristo regrese.
Este Espíritu es el mismo que se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios.
Y por ser sus hijos tendremos también parte en la herencia que Dios nos ha prometido, la cual compartiremos con Cristo, si en verdad sufrimos con él para después estar con él en su gloria.
para que vuestra fe dependiera del poder de Dios y no de la sabiduría de los hombres.