porque es grande el Señor, es digno de alabanza, y más admirable que todos los dioses.
Señor, Dios nuestro, sálvanos. Reúnenos de entre las naciones para que alabemos tu santo nombre y nos llene de orgullo tu alabanza.
Está llegando el momento, mejor dicho, ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque estos son los adoradores que el Padre quiere.
Al maestro del coro; con instrumentos de música. Salmo de David.
Sea el Señor refugio del oprimido, refugio en tiempo de angustia.
En ti confían los que conocen tu nombre pues tú, Señor, no abandonas a quien te busca.
¡Ensalcen al Señor que mora en Sión, canten a los pueblos sus proezas!
El vengador se acuerda de ellos, no olvida el grito de los humildes.
¡Ten piedad, Señor, de mí; mira cómo mis enemigos me afligen! Tú que me alejas de las puertas de la muerte
para que pueda proclamar tus alabanzas y alegrarme en tu salvación a las puertas de Sión.
Los paganos se hundieron en la fosa que excavaron, su pie quedó aprisionado en la trampa que tendieron.
El Señor se ha revelado, ha hecho justicia, el malvado está atrapado en sus propias obras. [Pausa]
¡Que vuelvan al reino de los muertos los malvados, todos los paganos que se olvidan de Dios!
El pobre no caerá para siempre en el olvido, ni se desvanecerá eternamente la esperanza del humilde.
Te doy gracias, Señor, con todo mi corazón, yo proclamaré todas tus maravillas.
Así que en todo momento ofrezcamos a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza que no es otro sino la ofrenda de unos labios que bendicen su nombre.
y entonen entre ustedes salmos, himnos y cánticos inspirados. Canten y toquen para el Señor desde lo hondo del corazón,
Sólo a él debes alabar porque él es tu Dios, que hizo por ti las proezas y maravillas que tú mismo presenciaste.
Y oí también que las criaturas todas del cielo y de la tierra, las que estaban debajo de la tierra y en el mar decían: — Alabanza, honor, gloria y poder por los siglos sin fin al que está sentado en el trono y al Cordero.
y proclamaban en un inmenso coro: — Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
El Señor es mi fortaleza y mi escudo, en él mi corazón confía. Me ha socorrido y estoy alegre, con mis cantos le doy gracias.
Mis huesos están dañados, mis adversarios me insultan y no dejan de preguntarme: “¿Dónde está tu Dios?”.
El pueblo lanzó el grito de guerra y sonaron las trompetas. Al escuchar el pueblo el sonar de la trompeta, lanzó un poderoso grito de guerra y la muralla se desplomó. El pueblo asaltó la ciudad, cada uno por enfrente de donde se encontraba, y se apoderaron de ella.
Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del Señor: Cantaré al Señor, sublime ha sido su victoria; caballos y jinetes hundió en el mar.
Al maestro del coro. De los hijos de Coré. Salmo.
Los nobles de los pueblos se reúnen junto con el pueblo del Dios de Abrahán; pues a Dios pertenecen los reyes de la tierra, a Dios cuya grandeza es inmensa.
Pueblos, batan palmas todos juntos; aclamen a Dios con gritos de júbilo
Quien ofrece un sacrificio de alabanza me da gloria: al de conducta integra le haré ver la salvación de Dios.
A mis pies tendieron una trampa y todo mi ser quedó abatido; delante de mí cavaron una fosa, pero ellos mismos cayeron dentro. [Pausa]
Mi corazón está firme, oh Dios, se siente firme mi corazón. Voy a cantar, voy a tocar:
¡Despierta, corazón mío! ¡Despiértense, cítara y arpa, que yo despertaré a la aurora!
Te contemplé en tu santuario, vi tu poder y tu gloria.
Tu amor es mejor que la vida, mis labios cantarán tu alabanza.
Al maestro del coro. Cántico. Salmo. Aclamen a Dios, tierra entera,
Tú, Dios, nos pusiste a prueba, purificándonos como a la plata:
nos dejaste caer en una trampa, descargaste un gran peso en nuestra espalda;
permitiste que sobre nosotros cabalgaran, tuvimos que atravesar agua y fuego, pero tú nos llevaste a la abundancia.
Yo iré a tu casa con holocaustos, cumpliré lo que te había prometido,
lo que te prometieron mis labios, lo que dije estando angustiado.
Te ofreceré animales en holocausto y humeantes sacrificios de carneros, te ofreceré bueyes y machos cabríos. [Pausa]
Vengan y óiganme; yo les contaré a cuantos veneran a Dios, lo que él ha hecho por mí.
Mi boca lo invocó, mi lengua lo alababa.
Si yo hubiese apreciado el mal, mi Señor no me habría escuchado;
pero Dios me ha escuchado, Dios ha atendido mi súplica.
canten la gloria de su nombre, tribútenle gloria y alabanza.
Salmo. Canto para el sábado.
Señor, aquí tienes a tus enemigos, a los enemigos que han de perecer, a los malvados que se dispersarán.
Pero tú me has dado la fuerza del búfalo, me has ungido con aceite nuevo.
Mis ojos verán caer a mis rivales, mis oídos se enterarán de quiénes son los que me atacan.
El justo florecerá cual palmera, crecerá como un cedro del Líbano;
plantado en la casa del Señor, brotará en los atrios de nuestro Dios.
Aún en la vejez darán su fruto, se mantendrán fecundos y frondosos,
para anunciar la rectitud del Señor, mi refugio, en quien no hay maldad.
Qué bueno es alabar al Señor, elogiar, oh Altísimo, tu nombre,
Canten al Señor un cántico nuevo, que cante al Señor la tierra entera;
Digan a las naciones: “El Señor es rey”. El universo está seguro, no se derrumbará. Él juzgará con rectitud a los pueblos.
Que se alegre el cielo y se goce la tierra, que retumbe el mar y cuanto lo llena;
que el campo entero se llene de gozo, que griten de júbilo los árboles del bosque,
delante del Señor que viene dispuesto a gobernar la tierra. Él juzgará al universo con justicia y a los pueblos con su fidelidad.
canten al Señor, bendigan su nombre; pregonen su salvación día tras día.
Crucen sus puertas dando gracias, sus atrios con alabanzas; denle gracias y bendigan su nombre,
De David. Bendice, alma mía, al Señor y todo mi ser a su santo nombre.
No nos trata según nuestros pecados, no nos paga según nuestras culpas.
Pues como el cielo dista de la tierra abunda su amor para con sus fieles;
como está lejos el este del oeste, él aleja nuestras faltas de nosotros.
Como un padre quiere a sus hijos, el Señor quiere a sus fieles.
Conoce cuál es nuestro origen, recuerda que somos polvo.
Como hierba es la vida humana, como la flor del campo florece;
la azota el viento y no existe, no vuelve a saberse dónde estuvo.
Mas el amor del Señor dura por siempre, nunca abandona a quienes le honran; su justicia llega a los hijos de sus hijos,
a aquellos que respetan su alianza, que recuerdan sus preceptos y los cumplen.
El Señor erige su trono en el cielo, su realeza lo domina todo.
Bendice, alma mía, al Señor, no te olvides de sus favores.
Alaben al Señor, aclamen su nombre, proclamen entre los pueblos sus hazañas.
lo que confirmó como ley para Jacob, como alianza perpetua para Israel
diciendo: “Te daré el país de Canaán, como propiedad hereditaria”.
Cuando eran sólo unos pocos, un puñado de emigrantes en el país,
que iban vagando de nación en nación; pasando de un reino a otro reino,
no permitió que nadie los maltratara y por su causa castigó a algunos reyes:
“No toquen a mis ungidos, no hagan daño alguno a mis profetas”.
Sobre el país trajo el hambre, los dejó sin provisiones.
Envió delante a un hombre, a José, vendido como esclavo.
Apresaron sus pies con grilletes, rodearon su cuello con argollas,
hasta que se cumplió su anuncio y la palabra del Señor lo acreditó.
Cántenle, toquen para él, pregonen todas sus maravillas.
No a nosotros, Señor, no a nosotros, que sea a tu nombre al que des gloria, por tu amor y tu bondad.
Aclamen al Señor todas las naciones, alábenlo todos los pueblos,
pues su amor nos sobrepasa, la verdad del Señor es eterna. ¡Aleluya!
De David. Te doy gracias de todo corazón, en presencia de dioses te canto.
Me postraré ante tu santo Templo, por tu amor y tu verdad te alabaré, pues haces que tu promesa supere tu fama.
Salmo de David. Dios mío, mi rey, yo te alabaré, bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Señor, que todas tus obras te alaben, que te bendigan tus fieles;
que pregonen la gloria de tu reino, que hablen de tus proezas;
que proclamen a todos tus hazañas, el glorioso esplendor de tu reino.
Es tu reino un reino eterno, tu poder dura por generaciones.
El Señor sostiene a cuantos flaquean, levanta a los abatidos.
Todos te miran con esperanza y tú les das la comida a su tiempo.
Abres generosamente tu mano y sacias a todo ser viviente.
El Señor es justo en todos sus actos, actúa con amor en todas sus obras.
El Señor está cerca de cuantos lo invocan, de cuantos lo invocan sinceramente.
Él cumple el deseo de su fieles, escucha su grito y los salva.
Cada día te bendeciré, alabaré tu nombre por siempre jamás.
El Señor protege a cuantos lo aman, pero a todos los malvados aniquila.
¡Que mi boca alabe al Señor! ¡Que todos bendigan su santo nombre, por siempre jamás!
El Señor es grande, digno de alabanza, es insondable su grandeza.
¡Aleluya! ¡Alma mía, alaba al Señor!
¡El Señor reina por siempre, tu Dios, Sión, por generaciones! ¡Aleluya!
Alabaré al Señor mientras viva, mientras exista cantaré a mi Dios.
¡Aleluya! Alaben a Dios en su santuario, alábenlo en su majestuoso cielo;
alábenlo por sus proezas, alábenlo por su grandeza.
Alábenlo al son de trompetas, alábenlo con cítara y arpa;
alábenlo con danza y pandero, alábenlo con cuerdas y flautas;
alábenlo con címbalos sonoros, alábenlo con címbalos vibrantes.
¡Que cuanto respira alabe al Señor! ¡Aleluya!
El Señor es mi fortaleza y mi refugio, él fue mi salvación. Él es mi Dios, por eso lo alabaré; es el Dios de mi padre, por eso lo ensalzaré.
Cante al Señor toda la tierra, pregonen día a día su salvación.
Pregonen su gloria entre las naciones, sus prodigios entre todos los pueblos,
porque es grande el Señor, es digno de alabanza, y más admirable que todos los dioses.
y bendijo al Señor ante toda la asamblea diciendo: — ¡Bendito seas Señor, Dios de nuestro padre Israel, por siempre y para siempre!
Tuyos son, Señor, la grandeza, el poder, la gloria, el honor y la majestad, porque todo cuanto hay en cielo y tierra te pertenece, y ejerces el reinado y el dominio sobre todo.
Tu presencia irradia riqueza y gloria, Tú eres soberano de todo, en tu mano están la fuerza y la grandeza y con tu mano engrandeces y fortaleces a todos.
Por eso, Dios nuestro, nosotros te damos gracias y alabamos tu nombre glorioso.
Y cuando los que tocaban las trompetas y los cantores entonaron al unísono la alabanza y la acción de gracias al Señor, haciendo sonar las trompetas, los platillos y demás instrumentos musicales y alabando al Señor [con estas palabras]: “porque es bueno y su amor no tiene fin”, el Templo se llenó con la nube de la gloria del Señor,
de forma que los sacerdotes no pudieron continuar su servicio a causa de la nube, pues la gloria del Señor había llenado el Templo de Dios.
Tras consultar con el pueblo, designó a algunos para que fuesen delante de la formación vestidos con ornamentos sagrados, cantando y alabando al Señor con el estribillo: “Den gracias al Señor, porque es eterno su amor”.
Y en el momento en que comenzaron los cantos y las súplicas, el Señor sembró discordias entre los amonitas, los moabitas y los habitantes de la montaña de Seír que venían contra Judá, y se destruyeron entre sí.
Cantaban así, alabando y dando gracias al Señor: “Porque el Señor es bueno, porque su bondad perdura por siempre sobre Israel”. Y todo el pueblo aclamaba al Señor y lo alababa lleno de júbilo porque se habían echado los cimientos del Templo del Señor.
Esto es lo que dijeron los levitas Josué, Cadmiel, Baní, Jasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías: — Decídanse a bendecir al Señor su Dios: Desde siempre y para siempre sea bendito tu nombre glorioso, que sobrepasa toda bendición y alabanza.
Tú eres el Señor, sólo tú. Tú hiciste los cielos, lo más alto de los cielos y todos sus ejércitos; la tierra y cuanto hay en ella, los mares y todo cuanto hay en ellos. A todas las cosas das vida y te adoran los ejércitos del cielo.
y dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor”.
Aquel día dirán: Den gracias al Señor, invoquen su nombre; cuenten entre los pueblos sus gestas, proclamen que su nombre es excelso.
Canten al Señor, porque ha hecho proezas, difundan la noticia por toda la tierra.
Señor, tú eres mi Dios, te ensalzo y te doy gracias, pues hiciste cosas admirables, planes fieles y firmes.
Canten al Señor un cántico nuevo, llegue su alabanza a los confines de la tierra; lo ensalce el mar y cuanto hay en él, las islas y los que habitan en ellas.
a cubrirlos de honor en lugar de polvo, de perfume de fiesta en lugar de penas, de traje festivo en lugar de abatimiento. Los llamarán “robles fruto de la justicia”, plantío para gloria del Señor.
Voy a recordar los favores del Señor, voy a cantar sus alabanzas, lo que hizo por nosotros el Señor, sus muchos beneficios a Israel; lo que hizo lleno de compasión, conforme a su gran misericordia.
¡Canten al Señor, alaben al Señor, que libró la vida del pobre del poder de los malvados!
Aunque no eche brotes la higuera, ni den las vides ningún fruto; aunque nada se espere del olivo, ni los labrantíos den para comer; aunque no haya ovejas en el aprisco, ni queden vacas en los establos;
aun así, yo me gozaré en el Señor, me alegraré en Dios, mi salvador.
Salta de alegría, Sión; grita jubilosa, Jerusalén, porque ya llega tu rey, justo y victorioso, humilde y montado sobre un asno, sobre un borrico, retoño de asna.
Y los que iban delante y los que iban detrás gritaban: —¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Gloria al Dios Altísimo!
Por eso le preguntaron: — ¿No oyes lo que estos están diciendo? Jesús les contestó: — ¡Claro que lo oigo! Pero ¿es que nunca han leído ustedes en las Escrituras aquello de: sacarás alabanza de labios de los pequeños y de los niños de pecho?
Entonces dijo María: — Todo mi ser ensalza al Señor.
Mi corazón está lleno de alegría a causa de Dios, mi Salvador,
En aquel mismo instante apareció junto al ángel una multitud de otros ángeles del cielo, que alababan al Señor y decían:
— ¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres que gozan de su favor!
Cuando ya se acercaba a la bajada del monte de los Olivos, los discípulos de Jesús, que eran muchos, se pusieron a alabar a Dios llenos de alegría por todos los milagros que habían visto. A grandes voces
decían: — ¡Benditoel Rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria al Dios Altísimo!
Está llegando el momento, mejor dicho, ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque estos son los adoradores que el Padre quiere.
Dios es espíritu, y quienes le rinden culto deben hacerlo en espíritu y en verdad.
A diario acudían al Templo con constancia y en íntima armonía, en familia partían el pan y compartían juntos el alimento con sencillez y alegría sinceras.
Alababan a Dios, y toda la gente los miraba con simpatía. Por su parte, el Señor aumentaba cada día el grupo de los que estaban en camino de salvación.
Hacia la media noche, Pablo y Silas estaban orando y cantando alabanzas a Dios, mientras los otros presos escuchaban.
Repentinamente, un violento temblor de tierra sacudió los cimientos de la prisión. Se abrieron de golpe todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos los presos.
y al hacer que las naciones glorifiquen a Dios por su misericordia, como dice la Escritura: Por eso te alabaré en medio de las naciones y cantaré himnos en tu honor.
Concretando, hermanos: cuando se reúnen, no hay inconveniente en que uno cante, otro enseñe, otro comunique una revelación, otro hable un lenguaje misterioso, otro, en fin, interprete ese lenguaje. Pero que todo se encamine al provecho espiritual.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios que siempre consuela.
Él es el que nos conforta en todos nuestros sufrimientos de manera que también nosotros podamos confortar a los que se hallan atribulados, gracias al consuelo que hemos recibido de Dios.
De este modo, la bondad tan generosamente derramada sobre nosotros por medio de su Hijo querido, se convierte en himno de alabanza a su gloria.
Así, nosotros, los que habíamos puesto nuestra esperanza en el Mesías, nos convertiremos en himno de alabanza a su gloria.
Y no se emborrachen, pues el vino conduce al libertinaje; llénense, más bien, del Espíritu,
y entonen entre ustedes salmos, himnos y cánticos inspirados. Canten y toquen para el Señor desde lo hondo del corazón,
y hagan del amor su norma de vida, pues también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio de olor agradable a Dios.
dando gracias siempre y por todo a Dios Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
y sean colmados de los frutos de salvación que otorga Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.
Finalmente, hermanos, aprecien todo lo que sea verdadero, noble, recto, limpio y amable; todo lo que merezca alabanza, suponga virtud o sea digno de elogio.
den gracias al Padre que los ha juzgado dignos de compartir la herencia de su pueblo en el reino de la luz.
Que el mensaje de Cristo los llene con toda su riqueza y sabiduría para que sean maestros y consejeros los unos de los otros, cantando a Dios salmos, himnos y canciones inspiradas con un corazón profundamente agradecido.
En fin, cuanto hagan o digan, háganlo todo en nombre de Jesús, el Señor, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Estén siempre alegres.
No cesen de orar.
Manténganse en constante acción de gracias, porque esto es lo que Dios quiere de ustedes como cristianos.
Al que es rey de los siglos, al Dios inmortal, invisible y único, honor y gloria por siempre y para siempre. Amén.
Así pues, hermanos, la muerte de Jesús nos ha dejado vía libre hacia el santuario,
Si fuera de otro modo, ya habrían dejado de ofrecer tales sacrificios, pues quienes los ofrecen, una vez limpios, ya no tendrían por qué seguir sintiéndose culpables.
abriéndonos un camino nuevo y viviente a través del velo, es decir, de su propia humanidad.
Jesús es, además, el gran sacerdote puesto al frente del pueblo de Dios.
Acerquémonos, pues, con un corazón sincero y lleno de fe, con una conciencia purificada de toda maldad, con el cuerpo bañado en agua pura.
Y puesto que somos nosotros los que recibimos ese reino inconmovible, seamos agradecidos, tributemos a Dios un culto agradable con reverencia y respeto.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo que, por su inmenso amor y mediante la resurrección de Jesucristo triunfante de la muerte, nos ha hecho renacer a una esperanza viviente,
Pero ustedes son raza elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su posesión, destinado a proclamar las grandezas de quien los llamó de las tinieblas a su luz maravillosa.
El que habla, que comunique palabra de Dios; el que presta un servicio, hágalo consciente de que es Dios quien le da las fuerzas. Así, en todo lo que hagan, Dios resultará glorificado por medio de Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el poder por siempre y para siempre. Amén.
Y crezcan en gracia y en conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él la gloria ahora y por siempre. Amén.
¡Miren qué amor tan inmenso el del Padre, que nos proclama y nos hace ser hijos suyos! Si el mundo nos ignora, es porque no conoce a Dios.
Al que puede mantenerlos limpios de pecado y conducirlos alegres y sin mancha hasta su gloriosa presencia,
al Dios único que es nuestro Salvador, a él la gloria, la majestad, la soberanía y el poder, por medio de nuestro Señor Jesucristo, desde antes de todos los tiempos, ahora y por los siglos sin fin. Amén.
al que ha hecho de nosotros un reino y nos ha constituido sacerdotes para su Dios y Padre, a él la gloria y el poder por siempre. Amén.
y proclamaban en un inmenso coro: — Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Y oí también que las criaturas todas del cielo y de la tierra, las que estaban debajo de la tierra y en el mar decían: — Alabanza, honor, gloria y poder por los siglos sin fin al que está sentado en el trono y al Cordero.
diciendo: — Gracias, Señor Dios, dueño de todo, tú que existes desde siempre, porque con tu inmenso poder has establecido tu reinado.
Y oí en el cielo una voz poderosa que decía: — Ya está aquí la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios; ya está aquí la soberanía de su Cristo. Ha sido reducido a la impotencia el que día y noche acusaba a nuestros hermanos delante de nuestro Dios.
Han sido ellos quienes lo vencieron por medio de la sangre del Cordero y por medio del mensaje con que testificaron, sin que su amor a la vida les hiciera rehuir la muerte.
cantaban el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: — Maravillas sin cuento has realizado, Señor Dios, dueño de todo; recto y fiel es tu proceder, rey de las naciones.
¿Cómo no temerte, Señor? ¿Cómo no engrandecerte? Sólo tú eres santo. Todas las naciones vendrán a postrarse ante ti, porque tus designios de salvación se han hecho manifiestos.
Después de esto, oí algo como la voz sonora de una gran muchedumbre que cantaba en el cielo: — ¡Aleluya! Nuestro Dios es un Dios salvador, fuerte y glorioso,
Salió también del trono una voz que decía: — Alaben a nuestro Dios todos cuantos le sirven y veneran, humildes y poderosos.
Oí luego algo parecido a la voz de una muchedumbre inmensa, al rumor de aguas caudalosas, al retumbar de truenos fragorosos. Proclamaban: — ¡Aleluya! El Señor Dios nuestro, dueño de todo, ha establecido su reinado.
¡Vengan, cantemos con gozo al Señor, aclamemos al que es nuestro amparo salvador!
Cuarenta años rechacé a esta generación y dije: “Son un pueblo extraviado, no conocen mis caminos”.
Yo juré lleno de cólera: “No entrarán en mi lugar de descanso”.
¡Vayamos hacia él dándole gracias, aclamémosle con cantos!
Aclama al Señor tierra entera, griten de júbilo, alégrense, canten.
Canten al Señor con la cítara, con la cítara y con voz melodiosa;
con clarines y al son de trompetas, aclamen al Señor, el rey.
Cuando todos los israelitas vieron que el fuego y la gloria del Señor bajaban al Templo, se postraron rostro en tierra sobre el pavimento y adoraron y dieron gracias al Señor, “porque es bueno y su amor no tiene fin”.
con estas palabras: Sea el nombre de Dios bendito por siempre; suyos son sabiduría y poder.
cortaron ramos de palmera y salieron a su encuentro gritando: — ¡Viva! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito sea el rey de Israel!
¡Aleluya! Canten al Señor un cántico nuevo, alábenlo en la asamblea de los fieles.
Que Israel se regocije en su creador, que los hijos de Sión se gocen en su rey.
Que alaben su nombre entre danzas, que le canten con cítara y pandero,