Tú me muestras el camino de la vida, junto a ti abunda la alegría, a tu lado el gozo no tiene fin.
Les dijo además: —Id a comer manjares escogidos, bebed vinos generosos e invitad al que no disponga de nada para sí. Hoy es un día consagrado a nuestro Señor; no os entristezcáis porque la alegría del Señor es vuestra fuerza.
pues es pasajera su ira y eterna su bondad: quien de noche se retira llorando, por la mañana es un clamor de alegría.
Que el Dios de la esperanza, llene de alegría y paz vuestra fe para que desbordéis de esperanza sostenidos por la fuerza del Espíritu.
En cambio, el Espíritu produce amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, lealtad,
humildad y dominio de sí mismo. Ninguna ley existe en contra de todas estas cosas.
Estad siempre alegres.
No ceséis de orar.
Manteneos en constante acción de gracias, porque esto es lo que Dios quiere de vosotros como cristianos.
Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa.
a quien amáis y en quien confiáis aun sin haberlo visto. Os alegraréis, con un gozo inenarrable y radiante,
al recibir la salvación, meta de vuestra fe.
El reino de Dios no consiste en lo que se come o en lo que se bebe; consiste en una vida recta, alegre y pacífica que procede del Espíritu Santo.
Dé cada uno según le dicte su conciencia, pero no a regañadientes o por compromiso, pues Dios ama a quien da con alegría.
Reboso de dicha en el Señor, me alegro animoso en mi Dios, que me ha puesto un vestido de fiesta, me ha envuelto en un manto de victoria, como un novio que se pone la corona, como novia que se viste sus atuendos.
Aunque no eche brotes la higuera, ni den las vides ningún fruto; aunque nada se espere del olivo, ni los labrantíos den para comer; aunque no haya ovejas en el aprisco, ni queden vacas en los establos;
aun así, yo me gozaré en el Señor, me alegraré en Dios, mi salvador.
Alegraos profundamente, hermanos míos, cuando os sintáis cercados por toda clase de dificultades.
ya que el airado no es capaz de portarse con rectitud ante Dios.
Por tanto, renunciando a todo vicio y al mal que nos cerca por doquier, acoged dócilmente la palabra que, plantada en vosotros, es capaz de salvaros.
Pero se trata de que pongáis en práctica esa palabra y no simplemente que la oigáis, engañándoos a vosotros mismos.
Quien oye la palabra, pero no la pone en práctica, se parece a quien contempla su propio rostro en el espejo:
se mira y, en cuanto se va, se olvida sin más del aspecto que tenía.
Dichoso, en cambio, quien se entrega de lleno a la meditación de la ley perfecta —la ley de la libertad— y no se contenta con oírla, para luego olvidarla, sino que la pone en práctica.
Si alguno se hace ilusiones de ser religioso de verdad, pero no controla su lengua, se engaña a sí mismo y su religiosidad no vale para nada.
Esta es la religiosidad auténtica e intachable a los ojos de Dios Padre: asistir a los débiles y desvalidos en sus dificultades y mantenerse incontaminado del mundo.
Es señal de que vuestra fe, al pasar por el crisol de la prueba, está dando frutos de perseverancia.
Ha sido, en efecto, Cristo quien nos ha facilitado, mediante la fe, esta apertura a la gracia en la que estamos firmemente instalados a la vez que nos sentimos orgullosos abrigando la esperanza de participar en la gloria de Dios.
En cuanto a la ley, únicamente sirvió para que el delito se multiplicara. Pero cuanto más se multiplicó el pecado, tanto más abundante fue la gracia.
Así que, lo mismo que el pecado implantó el reinado de la muerte, ahora será la gracia la que reine por la justicia, conduciéndonos a la vida eterna por medio de Jesucristo, Señor nuestro.
Es más, hasta de las dificultades nos sentimos orgullosos, porque sabemos que la dificultad produce constancia,
Saldréis con alegría, guiados en paz; montes y colinas clamarán a vuestro paso, los árboles del campo os irán aplaudiendo.
El Señor es mi fortaleza y mi escudo, en él mi corazón confía. Me ha socorrido y estoy alegre, con mis cantos le doy gracias.
La paz os dejo, mi paz os doy. Una paz que no es la que el mundo da. No viváis angustiados ni tengáis miedo.
A diario acudían al Templo con constancia y en íntima armonía, en familia partían el pan y compartían juntos el alimento con sencillez y alegría sinceras.
Alababan a Dios, y toda la gente los miraba con simpatía. Por su parte, el Señor aumentaba cada día el grupo de los que estaban en camino de salvación.
Festéjalo, cielo; alégrate, tierra. Estallad, montes, en aclamaciones, que el Señor consuela a su pueblo, tiene compasión de sus desgraciados.
¡Que se alegren los que en ti confían, que por siempre se regocijen! Protege a los que te aman, para que se gocen en ti;
y recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados. Cantad y tocad para el Señor desde lo hondo del corazón,
y haced del amor la norma de vuestra vida, pues también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio de olor agradable a Dios.
dando gracias siempre y por todo a Dios Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Feliz el pueblo que sabe aclamarte; caminará, Señor, a la luz de tu rostro.
En tu nombre se alegran todo el día, por tu justicia se enorgullecen.
Pero aun así, no os alegréis tanto de que los espíritus malignos os obedezcan como de que vuestros nombres estén escritos en el cielo.
¿Por qué estoy abatido? ¿Por qué estoy tan turbado? En Dios pondré mi esperanza, no cesaré de alabarlo. ¡Él es mi Dios salvador!
De este modo, cuando, Dios mediante, vaya a visitaros, será grande mi alegría y podré descansar entre vosotros.
Y aunque tuviera que sufrir el martirio como ofrenda sacrificial en favor de vuestra fe, me sentiría dichoso compartiendo con todos vosotros mi alegría;
alegraos igualmente vosotros de compartir conmigo vuestra alegría.
Alegraos y saltad de gozo cuando llegue ese momento, porque en el cielo os espera una gran recompensa. Así también maltrataron los antepasados de esta gente a los profetas.
a cubrirlos de honor en lugar de polvo, de perfume de fiesta en lugar de penas, de traje festivo en lugar de abatimiento. Los llamarán «robles fruto de la justicia», plantío para gloria del Señor.
Si encontraba tus palabras las devoraba: tus palabras me servían de gozo, eran la alegría de mi corazón. ¡Yo era reconocido por tu nombre: Señor, Dios del universo!
Hay mentira en la mente de los que traman el mal, alegría en la de quienes promueven la paz.
Entonces nuestra boca se llenó de sonrisas, nuestra lengua de canciones. Los otros pueblos decían: «El Señor ha hecho maravillas por ellos».
Que se alegren los cielos y exulte la tierra; que se diga en las naciones: «¡El Señor es rey!».
Que se alegre el cielo y se goce la tierra, que retumbe el mar y cuanto lo llena;
que el campo entero se llene de gozo, que griten de júbilo los árboles del bosque,
Que en ti se alegren y gocen todos cuantos te buscan; los que anhelan tu salvación digan en todo momento: «¡Sea alabado el Señor!».
El Señor, tu Dios, está contigo; él es poderoso y salva. Se regocija por ti con alegría, su amor te renovará, salta de júbilo por ti.
Ahora voy a ti y digo estas cosas mientras todavía estoy en el mundo, para que ellos puedan compartir plenamente mi alegría.
Cantad a Dios, alabad su nombre, glorificad al que cabalga sobre las nubes; su nombre es el Señor, regocijaos ante él.
al contrario, alegraos y gozad sin límites por lo que voy a crear. En efecto, voy a crear una Jerusalén que sea todo gozo, con una población llena de alegría.
Por lo demás, hermanos míos, alegraos en el Señor. No me molesta escribiros las mismas cosas, si a vosotros os proporciona seguridad.
Y Ana comenzó a orar así: Mi corazón salta de alegría por el Señor, mi fuerza reside en el Señor, mi boca se ríe de mis rivales, porque he disfrutado de tu ayuda.
cantad al Señor, bendecid su nombre; pregonad su salvación día tras día.
Pregonad su gloria entre las naciones, sus prodigios entre todos los pueblos.
Así pues, hermanos míos, a quienes tanto amo y tanto añoro: vosotros, que sois mi alegría y mi corona, permaneced firmes en el Señor, queridos.
Añoro y siento nostalgia de los atrios del Señor; mi corazón y mi cuerpo cantan con gozo al Dios vivo.
También vosotros, habitantes de Sion, regocijaos y alegraos en el Señor, vuestro Dios, pues os ha dado la lluvia oportuna en otoño y derramará sobre vosotros como antaño las lluvias de otoño y primavera.
Y llegaré al altar de Dios, al Dios de mi intenso gozo, y te alabaré con la cítara, oh Dios, Dios mío.
Los introdujo seguidamente en su casa y les sirvió de comer. Y junto con toda su familia, celebró con gran alegría el haber creído en Dios.
Tengo puesta en vosotros toda mi confianza y es tanto el orgullo que siento por vosotros, que estoy rebosante de ánimo y de alegría a pesar de todas las penalidades.
Pues como hiciste el día de Madián has roto el yugo que lo oprimía, la coyunda sobre su hombro, la vara de su opresor.
Me saciaré de aceite y de grasa, te ensalzará mi boca con gozo.
Si acostado te recuerdo, no duermo pensando en ti;
pues tú eres mi socorro, bajo tus alas me regocijo.
Tú amas la justicia y odias la maldad, por eso Dios, tu Dios, te ha ungido entre tus amigos con aceite de gozo.
Alégrate, cielo, que ha actuado el Señor; aclamad jubilosas, simas de la tierra. Prorrumpan los montes en alegría, el bosque y los árboles que contiene. El Señor ha rescatado a Jacob, despliega su gloria en Israel.
Pues yo os digo que, igualmente, hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesiten convertirse.
Más aún: el mismo Jesucristo, Señor nuestro, artífice de la obra reconciliadora en el momento presente, hace que nos sintamos orgullosos de Dios.
Volverán los rescatados del Señor y entrarán con cánticos en Sion: encabezados por eterna alegría, seguidos de fiesta y de gozo; penas y suspiros huirán.
Las muchachas gozarán bailando, junto con jóvenes y adultos; cambiaré su duelo en alegría, los consolaré, alegraré sus penas.
Aquel día dirás: Aquí está nuestro Dios, esperábamos que él nos salvara. Él es el Señor, nuestra esperanza, celebremos alegres su victoria.
Que se alegren, que se gocen las naciones porque juzgas con rectitud a los pueblos, y gobiernas las naciones de la tierra. [Pausa]
¡Nosotros somos los auténticos circuncidados! ¡Nosotros los que ofrecemos un culto nacido del Espíritu divino! ¡Nosotros los que estamos orgullosos de Cristo Jesús y no hemos puesto en algo humano nuestra confianza!
a los que son llamados con mi nombre, a los que he creado para mi gloria, a los que he formado y he hecho.
Aquel día dirás: Te doy gracias, Señor. Estabas airado, pero desviaste tu ira y me consolaste.
Estamos seguros, además, de que todo colabora al bien de los que aman a Dios, de los que han sido elegidos conforme a su designio.
para que pueda proclamar tus alabanzas y alegrarme en tu salvación a las puertas de Sion.
El Señor es mi fortaleza y mi refugio, él fue mi salvación. Él es mi Dios, por eso lo alabaré; es el Dios de mi padre, por eso lo ensalzaré.
Dicho lo cual les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Y no es que pretendamos controlar vuestra fe, una fe en la que os mantenéis firmes; lo que deseamos es contribuir a vuestra alegría.
Que el monte de Sion se alegre, que se alegren las hijas de Judá por tus justas decisiones.
Convencido de esto último, presiento que seguiré viviendo con todos vosotros para provecho y alegría de vuestra fe.
Allí, en presencia del Señor vuestro Dios, vosotros y vuestras familias comeréis y haréis fiesta por los frutos de vuestro trabajo con que el Señor tu Dios te haya bendecido.
Los redimidos del Señor volverán, llegarán cantando a Sion, precedidos de eterna alegría, seguidos de júbilo exultante; se acabaron penas y aflicciones.
Solo me resta desear que os mantengáis fuertes, apoyados en el poder irresistible del Señor.
El amor del Señor cantaré eternamente, proclamaré tu fidelidad por generaciones.
Tú aplastaste a Rahab como a un cadáver, disipaste a tus rivales con tu brazo poderoso.
Tuyo es el cielo, tuya es la tierra, tú fijaste el orbe y cuanto lo llena.
Tú has creado el norte y el sur, el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre.
Tuyo es el brazo poderoso, fuerte es tu mano, excelsa tu diestra.
La justicia y el derecho sustentan tu trono, el amor y la verdad te preceden.
Feliz el pueblo que sabe aclamarte; caminará, Señor, a la luz de tu rostro.
En tu nombre se alegran todo el día, por tu justicia se enorgullecen.
Porque tú eres la gloria de su fuerza, tú nos encumbras con tu favor.
El Señor es nuestro escudo, el santo de Israel es nuestro rey.
Un día, en una visión, hablaste a tus fieles y así les dijiste: «He prestado mi apoyo a un guerrero, he enaltecido a un joven del pueblo.
Así dije: «Para siempre se alza el amor, en el mismo cielo tu fidelidad sustentas».
Todo beneficio y todo don perfecto bajan de lo alto, del creador de la luz, en quien no hay cambios ni períodos de sombra.
Cantad y ensalzad a Dios, cantad y ensalzad a nuestro rey.
Dios es rey de la tierra entera, ¡cantadle vosotros un himno!
Alabemos a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por medio de Cristo nos ha bendecido con toda suerte de bienes espirituales y celestiales.
Ellos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén llenos de alegría.
Y estaban constantemente en el Templo bendiciendo a Dios.
aunque, en verdad, no sin dejarles muestras palpables de su bondad. Él os ha enviado desde el cielo lluvias abundantes y tiempo favorable a las cosechas, os ha saciado de alimentos y ha colmado de alegría vuestros corazones.
¿Por qué estoy abatido? ¿Por qué estoy tan turbado? En Dios pondré mi esperanza, no cesaré de alabarlo, ¡él es mi Dios salvador!
Así también vosotros; de momento estáis tristes, pero yo volveré a veros y de nuevo os alegraréis con una alegría que nadie podrá quitaros.
¿Por qué estoy abatido? ¿Por qué estoy tan turbado? En Dios pondré mi esperanza, no cesaré de alabarlo, ¡él es mi Dios salvador!
Gracias sean dadas a Dios, que en todo momento nos asocia al cortejo triunfal de Cristo y que, valiéndose de nosotros, esparce por todas partes como suave aroma su conocimiento.
Te bendeciré mientras viva, por tu nombre alzaré mis manos.
Me saciaré de aceite y de grasa, te ensalzará mi boca con gozo.
¿Qué añadir a todo esto? Si Dios está a nuestro favor, ¿quién podrá estar contra nosotros?
Que en la asamblea del pueblo lo ensalcen, que en la reunión de los ancianos lo alaben.
Te doy gracias de todo corazón, en presencia de dioses te canto.
Me postraré ante tu santo Templo, por tu amor y tu verdad te alabaré, pues haces que tu promesa supere tu fama.
El amo le contestó: «Está muy bien. Has sido un administrador honrado y fiel. Y como has sido fiel en lo poco, yo te pondré al frente de mucho más. Entra y participa en mi propia alegría».
Y no os emborrachéis, pues el vino conduce al libertinaje; llenaos, más bien, del Espíritu,
y recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados. Cantad y tocad para el Señor desde lo hondo del corazón,
y haced del amor la norma de vuestra vida, pues también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio de olor agradable a Dios.
dando gracias siempre y por todo a Dios Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Alegraos, más bien, de compartir los sufrimientos de Cristo, para que el día de su gloriosa manifestación también vosotros saltéis de júbilo.
Por vuestra parte, seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor al recibir la palabra en medio de grandes dificultades, pero con la alegría que proporciona el Espíritu Santo.