El Señor te bendiga y te guarde.
El Señor te muestre apacible su rostro y haya misericordia de ti.
Vuelva el Señor su rostro hacia ti y te conceda la paz.
Yo doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros,
rogando siempre con gozo por todos vosotros, en todas mis oraciones,
Danos, pues, a conocer el poder de tu diestra, y concédenos un corazón instruido en la sabiduría.
Carísimos, habiendo deseado vivamente antes de ahora escribiros acerca de vuestra común salud, me hallo en la necesidad de practicarlo, para exhortaros a que peleéis valerosamente por la fe, o doctrina, que ha sido enseñada una vez a los santos.
Tú eres dueño de mis afectos; desde el vientre de mi madre me has tomado en cuenta.
Te alabaré, Señor, a vista de tu estupenda grandeza; maravillosas son todas tus obras, de cuyo conocimiento está penetrada toda mi alma.
Continuamente estoy dando gracias a Dios por vosotros por la gracia de Dios, que se os ha dado en Jesucristo;
Gracia y paz de parte de Dios padre nuestro , y de Jesucristo nuestro Señor.
Continuamente estoy dando gracias a Dios por vosotros por la gracia de Dios, que se os ha dado en Jesucristo;
¡Oh hijo mío!, escucha y recibe mis documentos, para que logres muchos años de vida.
Sabemos también nosotros que todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios, de aquellos, digo, que él ha llamado según su decreto para ser santos.
Grande ha sido mi contento con la venida de los hermanos, y el testimonio que dan de tu sincera piedad, como que sigues el camino de la verdad, de la buena nueva.
Antes que yo te formara en el seno materno te conocí; y antes que tú nacieras te santifiqué o segregué y te destiné para profeta entre las naciones.
Porque yo sé los designios que tengo sobre vosotros, dice el Señor, designios de paz, y no de aflicción, para daros la libertad que es el objeto de vuestra expectación.
Cuando pasares por entre las aguas, estaré yo contigo, y no te anegarán sus corrientes: cuando anduvieres por el fuego, no le quemarás, ni la llama tendrá ardor para ti;
porque yo soy el Señor Dios tuyo, el Santo de Israel, tu Salvador ; yo di por tu rescate a Egipto, Etiopía y Sabá.
Hijo mío, no te olvides de mi ley, y guarda en tu corazón mis mandamientos;
porque ellos te colmarán de largos días, y de años de vida, y de perpetua paz.
El Dios de la esperanza nuestra os colme de toda suerte de gozo y de paz en vuestra creencia, para que crezca vuestra esperanza siempre más y más, por la virtud del Espíritu Santo.
El guarda la vida de los buenos, y es el escudo de los que caminan en la inocencia;
como que es el que defiende las sendas de los justos, y dirige los pasos de los santos.
Yo mismo os llevaré en brazos hasta la vejez, hasta cuando encanezcáis; yo os hice, y yo os llevaré, yo os sostendré siempre, y yo os salvaré de todo peligro.
Porque yo tengo una firme confianza, que quien ha empezado en vosotros la buena obra de vuestra salud, la llevará a cabo hasta el día de la venida de Jesucristo;
El Señor tomará mi defensa. Eterna es, ¡oh Señor!, tu misericordia, no deseches las obras de tus manos.
Es una misericordia del Señor que nosotros no hayamos sido consumidos del todo, porque jamás han faltado sus piedades.
Cada día las hay nuevas desde muy de mañana; grande es, ¡oh Señor!, tu felicidad.
Bueno es tributar alabanzas al Señor; y salmear a tu Nombre, ¡oh Altísimo!,
celebrando por la mañana tu misericordia, y por la noche tu verdad;
Por cuanto somos hechura suya en la gracia como lo fuimos en la naturaleza, creados en Jesucristo para obras buenas, preparadas por Dios desde la eternidad para que nos ejercitemos en ellas y merezcamos la gloria.
Te alabaré, Señor, a vista de tu estupenda grandeza; maravillosas son todas tus obras, de cuyo conocimiento está penetrada toda mi alma.
Venid, regocijémonos en el Señor; cantemos con júbilo las alabanzas del Dios, salvador nuestro.
Corramos a presentarnos ante su acatamiento, dándole gracias, y entonando himnos a su gloria.
Todas las cosas tienen su tiempo, y todo lo que hay debajo del cielo pasa en el término que se le ha prescrito.
Callen ante mí las islas, y tomen nuevas fuerzas las gentes; acérquense, y hablen después, y entremos juntos en juicio:
Yo doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros,
rogando siempre con gozo por todos vosotros, en todas mis oraciones,
al ver la parte que tomáis en el Evangelio de Cristo desde el primer día hasta el presente.
Porque yo tengo una firme confianza, que quien ha empezado en vosotros la buena obra de vuestra salud, la llevará a cabo hasta el día de la venida de Jesucristo;
Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu prudencia.
En todas tus empresas tenle presente, y él sea quien dirija todos tus pasos.
Alegraos con la esperanza del premio; sed pacientes en la tribulación; en la oración continuos;
No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque si perseveramos, a su tiempo recogeremos el fruto.
El principio de la sabiduría es trabajar por adquirirla. Y así, a costa de cuanto posees, procura adquirir la prudencia;
No temas, pues, porque yo estoy contigo; desde el oriente conduciré tus hijos ¡oh Jerusalén !, desde el occidente los congregaré.
Bienaventurado el hombre que teme al Señor, y que toda su afición la pone en cumplir sus mandamientos.
Poderosa será sobre la tierra la descendencia suya; bendita será la generación de los justos.
Sábete que quedarán confundidos y avergonzados todos aquellos que te hacen guerra; serán como si no fuesen, y perecerán los que te contradicen.
Por tanto, si alguno está en Cristo ya es una criatura nueva, se acabo lo que era viejo, y todo viene a ser nuevo; pues que todo ha sido renovado.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
El me ha colocado en lugar de verdes pastos; me ha conducido a unas aguas que restauran y recrean.
El Señor es mi pastor, nada me faltará.
El me ha colocado en lugar de verdes pastos; me ha conducido a unas aguas que restauran y recrean.
Convirtió a mi alma. Me ha conducido por los senderos de la justicia, para gloria de su Nombre.
El que habla o predica la palabra divina, hágalo de modo que parezca que habla Dios por su boca; quien tiene algún ministerio eclesiástico, ejercítelo como una virtud que Dios le ha comunicado, a fin de que en todo cuanto hagáis sea Dios glorificado por Jesucristo, cuya es la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.
Una sola cosa he pedido al Señor, ésta solicitaré; y es que yo pueda vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida; para contemplar las delicias del Señor, frecuentando su templo.