Dad gracias a Dios por todo, porque esto es lo que él quiere de vosotros como creyentes en Cristo Jesús.
‘Que el Señor te bendiga y te proteja;
que el Señor te mire con agrado y te muestre su bondad;
que el Señor te mire con amor y te conceda la paz.’
Siempre, al acordarme de vosotros, doy gracias a mi Dios;
Vosotros y yo sostenemos la misma lucha. Ya visteis antes cómo luché, y ahora tenéis noticias de cómo sigo luchando.
y cuando oro, pido siempre con alegría por todos vosotros,
Siempre doy gracias a Dios por vosotros, por la gracia que Dios os ha dispensado por medio de Cristo Jesús.
Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derramen sobre vosotros su gracia y su paz.
Pero Dios mismo os ha unido a Cristo Jesús, y ha hecho también que Cristo sea nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra liberación.
De esta manera, como dicen las Escrituras: “Si alguno quiere gloriarse, que se gloríe del Señor.”
Siempre doy gracias a Dios por vosotros, por la gracia que Dios os ha dispensado por medio de Cristo Jesús.
Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman, de quienes él ha llamado de acuerdo con su propósito.
Querido hermano, pido a Dios que, así como te va bien espiritualmente, te vaya bien en todo y tengas buena salud.
“Antes de darte la vida, ya te había yo escogido; antes que nacieras, ya te había apartado y te había destinado a ser profeta de las naciones.”
Yo sé los planes que tengo para vosotros, planes para vuestro bienestar y no para vuestro mal, a fin de daros un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo.
Pero ahora, Israel, pueblo de Jacob, el Señor que te creó te dice: “No temas, que yo te he liberado; yo te llamé por tu nombre, tú eres mío.
El Señor afirma: “Vosotros sois mis testigos, mis siervos, que yo elegí para que me conozcáis y confiéis en mí y entendáis quién soy. Antes de mí no ha existido ningún dios, ni habrá ninguno después de mí.
Solo yo soy el Señor; fuera de mí nadie puede salvar.”
El Señor afirma: “Yo lo anuncié y lo proclamé: yo os he salvado; no lo hizo un dios extraño, y vosotros sois mis testigos.
Desde siempre, yo soy Dios. Nadie puede librar de mi poder. Nadie puede deshacer lo que yo hago.”
El Señor, el Dios Santo de Israel, el que os dio la libertad, dice: “Para salvaros mandaré gente a Babilonia y haré abrir todas las puertas, y la alegría de los caldeos se convertirá en dolor.
Yo soy el Señor, el creador de Israel, el Dios Santo y vuestro rey.”
El Señor abrió un camino a través del mar, un sendero por entre las aguas impetuosas;
hizo salir todo un poderoso ejército, con sus carros y caballos, para destruirlo. Quedaron derribados y no pudieron levantarse; se acabaron como mecha que se apaga.
Ahora dice el Señor a su pueblo: “Ya no recuerdes el ayer, no pienses más en cosas del pasado.
Yo voy a hacer algo nuevo, y verás que ahora mismo va a aparecer. Voy a abrir un camino en el desierto y ríos en la tierra estéril.
Si tienes que pasar por el agua, yo estaré contigo; si tienes que cruzar ríos, no te ahogarás; si tienes que pasar por el fuego, no te quemarás; las llamas no arderán en ti.
No olvides mis enseñanzas, hijo mío; guarda en tu memoria mis mandamientos
así se llenarán a reventar tus graneros y tus depósitos de vino.
No rechaces, hijo mío, la corrección del Señor ni te disgustes por sus reprensiones;
porque a quien el Señor ama, también le corrige, como un padre corrige a su hijo favorito.
Dichoso el que halla sabiduría, el que obtiene inteligencia;
porque son más provechosas que la plata y rinden mayores beneficios que el oro.
La sabiduría vale más que las piedras preciosas; ¡ni aun las cosas más deseables se le pueden comparar!
Con la derecha ofrece larga vida, y con la izquierda, riquezas y honores.
Seguir sus pasos es muy agradable; andar por sus senderos es vivir en paz.
La sabiduría es vida para quien la obtiene; ¡dichosos los que saben retenerla!
Con sabiduría e inteligencia afirmó el Señor los cielos y la tierra;
y tendrás una vida larga y llena de felicidad.
¡Gracias a Dios, porque nos ha hecho un regalo tan grande que no tenemos palabras para expresarlo!
Que Dios, que da esperanza, os llene de alegría y paz a vosotros que tenéis fe en él, y os dé abundante esperanza por el poder del Espíritu Santo.
El Señor da su ayuda y protección a los que viven rectamente y sin tacha;
cuida de los que se conducen con justicia y protege a los que le son fieles.
y seguiré siendo el mismo cuando seáis viejos. Cuando tengáis canas, todavía os sostendré. Yo os hice, y seguiré cargando con vosotros; os sostendré y os salvaré.
Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer en vosotros su buena obra, la irá llevando a buen fin mientras llega el día en que Jesucristo regrese.
El amor del Señor no tiene fin ni se han agotado sus bondades.
Cada mañana se renuevan; ¡qué grande es su fidelidad!
pues Dios es quien nos ha hecho, quien nos ha creado en Cristo Jesús para que hagamos buenas obras, según lo que había dispuesto de antemano.
pero los que confían en el Señor tendrán siempre nuevas fuerzas y podrán volar como las águilas; podrán correr sin cansarse y caminar sin fatigarse.
Siempre, al acordarme de vosotros, doy gracias a mi Dios;
Vosotros y yo sostenemos la misma lucha. Ya visteis antes cómo luché, y ahora tenéis noticias de cómo sigo luchando.
y cuando oro, pido siempre con alegría por todos vosotros,
que desde el primer día y hasta hoy os habéis solidarizado con la causa del evangelio.
Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer en vosotros su buena obra, la irá llevando a buen fin mientras llega el día en que Jesucristo regrese.
Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia.
Ten presente al Señor en todo lo que hagas y él te llevará por el camino recto.
Vivid alegres por la esperanza que tenéis; soportad con valor los sufrimientos; no dejéis nunca de orar.
Así que no debemos cansarnos de hacer el bien, porque si no nos desanimamos, a su debido tiempo cosecharemos.
porque te aprecio, eres de gran valor y te amo. Para tenerte a ti y para salvar tu vida entrego hombres y naciones.
No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa.
Por lo tanto, el que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; han sido hechas nuevas.
Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de vosotros sirva a los demás según el don que haya recibido.