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Juan 8:9 - NT Traducción Contemporánea de la Biblia

Cuando lo escucharon empezaron a retirarse uno por uno, comenzando por los más ancianos hasta los más jóvenes, y Jesús se quedó solo con la mujer.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Al oír eso, los acusadores se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los de más edad, hasta que quedaron solo Jesús y la mujer en medio de la multitud.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Al oír estas palabras, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta que se quedó Jesús solo con la mujer, que seguía de pie ante él.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Ellos, al oírlo, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta quedar solos Jesús y la mujer, que estaba allí delante.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y oyéndolo ellos, redargüidos por su conciencia, salieron uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.

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Otras versiones



Juan 8:9
22 Referencias Cruzadas  

Cuando Jesús decía todas estas cosas, sus adversarios se avergonzaban ante Él y el pueblo disfrutaba de todos los milagros que sucedían por medio de Él.


Jesús se enderezó y dijo a la mujer: – ¡Mujer! ¿Dónde están los que te acusan? ¿Ninguno te condenó?


Jesús volvió a hablar, diciendo: – Yo soy la luz del mundo; el que me sigue de ninguna manera andará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida plena.


Al amanecer se fue de nuevo al templo y todo el pueblo venía donde Él. Jesús sentándose empezó a enseñar.


Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer que fue sorprendida en adulterio, la pusieron en medio de la gente,


Y de nuevo se inclinó para seguir escribiendo en la tierra.


demuestran que en su mente y corazón está escrita la ley de Dios, saben lo que está bien y lo que está mal, y su conciencia les sirve de testigo, pues sus propios razonamientos los condenan o los defienden porque cuando hacen lo malo tienen remordimiento y cuando hacen el bien saben que hacen bien y no se sienten culpables.


Tú que dices que no se debe cometer adulterio, ¿por qué adulteras? Tú que dices que no se debe adorar a los ídolos, ¿por qué robas de sus templos?


Pero si nuestra conciencia nos condena, cuanto más Dios, que es más grande que nuestra conciencia y lo conoce todo.