A los que estaban allí les dijo: – Todas estas cosas me fueron entregadas por mi Padre, y nadie conoce plenamente al Hijo, sino el Padre, tampoco nadie conoce plenamente al Padre, sino el Hijo, o alguien a quien el Hijo quiera revelarlo, para que le conozca.
Mientas Pedro aún hablaba, de pronto, una nube luminosa les cubrió a todos, y una voz que venía de la nube decía: – Este es mi Hijo amado, en quien me complazco, escúchenlo.
Pero Jesús permanecía callado. Así que el sumo sacerdote insistió: – Te tomo juramento en el nombre del Dios viviente, que nos digas si eres tú el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios.
El oficial romano y los que estaban con él cuidando a Jesús, al sentir el terremoto y las otras señales que sucedieron, tuvieron miedo y dijeron: – Verdaderamente este era Hijo de Dios.
y le dijo: – Si eres Hijo de Dios, arrójate abajo; porque está escrito: “Que los ángeles de Dios se encargarán de recibirlo en sus brazos, para que nunca tropiece con una piedra”.
El ángel le contestó: – El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá. Por lo tanto, el ser que llevarás en tu vientre es Santo, y será llamado Hijo de Dios.
y descendió el Espíritu Santo corporalmente en forma de paloma, posándose sobre Jesús. En ese instante, se oyó una voz del cielo, que dijo: “Tú eres mi Hijo amado, en quien mi alma se complace”.
Todas estas cosas se escribieron con el propósito de que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y con el objetivo de que, creyendo, tengan vida plena por medio de Él.
pero según el Espíritu Santo, fue declarado con poder sobrenatural “Hijo de Dios” a través de la resurrección de entre los muertos; Él es Jesucristo nuestro Señor.
Timoteo, Silas y yo les anunciamos el mensaje de Jesucristo, el Hijo de Dios. Y Jesucristo no decía una cosa primero y otra después, por eso, nuestra predicación también siempre fue positiva en Cristo Jesús;
Nadie sabe de dónde salió Melquisedec; no se sabe si tiene padre, ni madre, ni genealogía; tampoco se sabe sobre el principio o el fin de su vida, en esto se parece al Hijo de Dios, que permanece como sacerdote para siempre.
El que practica el pecado, procede del diablo, porque hace muchísimo tiempo que el diablo peca y sigue pecando. Con este propósito se reveló Jesucristo: para destruir las obras del diablo.
En esto fue revelado el amor sacrificial de Dios en Cristo Jesús para nosotros, pues su Hijo, el Unigénito fue enviado de parte de Dios al mundo para que nuestras vidas tengan sentido en Él.
También sabemos que el Hijo de Dios está aquí, y nos ha dado sabiduría para que conozcamos íntimamente al verdadero Dios; y estamos con Él, el verdadero Cristo, Hijo de Dios, quien es el Dios verdadero y la vida eterna.
Todo el que distorsiona y no permanece en la enseñanza de Cristo no tiene a Dios; el que constantemente permanece y vive en la enseñanza de Cristo tiene al Padre y al Hijo.
Escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: esto dice el Hijo de Dios, el que tiene los ojos como llamas de fuego y los pies como bronce brillante fundido: