¡No quiero participar de sus reuniones ni arriesgar mi honor en sus asambleas!, porque en su furor mataron hombres, y por capricho mutilaron toros.
Juan 18:18 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022 Los criados y los guardias estaban de pie alrededor de una fogata que habían hecho para calentarse, pues hacía frío. Pedro también estaba de pie con ellos, calentándose. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Y estaban en pie los siervos y los alguaciles que habían encendido un fuego; porque hacía frío, y se calentaban; y también con ellos estaba Pedro en pie, calentándose. Biblia Nueva Traducción Viviente Como hacía frío, los sirvientes de la casa y los guardias habían hecho una fogata con carbón. Estaban allí de pie, junto al fuego, calentándose, y Pedro estaba con ellos, también calentándose. Biblia Católica (Latinoamericana) Los sirvientes y los guardias tenían unas brasas encendidas y se calentaban, pues hacía frío. También Pedro estaba con ellos y se calentaba. La Biblia Textual 3a Edicion Y los siervos y los alguaciles, que habían preparado un brasero, estaban° de pie y se calentaban, pues hacía frío. Y Pedro también estaba con ellos, de pie y calentándose. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Estaban allí los criados y los guardias, que habían hecho unas brasas para calentarse, pues hacía frío. También Pedro estaba con ellos, de pie, calentándose. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y los siervos y los alguaciles que habían encendido unas brasas, porque hacía frío, estaban de pie y se calentaban; y Pedro también estaba con ellos de pie, calentándose. |
¡No quiero participar de sus reuniones ni arriesgar mi honor en sus asambleas!, porque en su furor mataron hombres, y por capricho mutilaron toros.
Allí pasó la noche en una cueva. Más tarde, la palabra del Señor vino a él. —¿Qué haces aquí, Elías? —le preguntó.
Dichoso es quien no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los burladores,
El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal parado.
Pedro lo siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote. Allí se sentó con los guardias y se calentó junto al fuego.
Cuando vio a Pedro calentándose, se fijó en él. —Tú también estabas con ese Nazareno, con Jesús —le dijo ella.
Pero como estaba angustiado, se puso a orar con más fervor y su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra.
Mientras tanto, Simón Pedro seguía de pie, calentándose. —¿No eres tú también uno de sus discípulos? —le preguntaron. —¡No lo soy! —dijo Pedro, negándolo.
Así que Judas llegó al huerto, a la cabeza de un destacamento de soldados y guardias de los jefes de los sacerdotes y de los fariseos. Llevaban antorchas, lámparas y armas.
Al quedar libres, Pedro y Juan volvieron a los suyos y les relataron todo lo que habían dicho los jefes de los sacerdotes y los líderes religiosos.
No se dejen engañar: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres».