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Juan 12:42 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

Sin embargo, muchos de ellos, incluso muchos de los jefes, creyeron en él, pero no lo confesaban porque temían que los fariseos los expulsaran de la sinagoga.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Sin embargo, hubo muchos que sí creyeron en él —entre ellos algunos líderes judíos—, pero no lo admitían por temor a que los fariseos los expulsaran de la sinagoga,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

En realidad, de entre los mismos jefes, varios creyeron en él; pero no lo dijeron abiertamente por miedo a que los fariseos los echaran de la comunidad judía.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Sin embargo, aun de los principales, muchos creyeron en Él, pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Sin embargo, también de entre los jefes muchos creyeron en él; pero, por miedo a los fariseos, no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Con todo eso, aun muchos de los príncipes creyeron en Él; mas por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.

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Otras versiones



Juan 12:42
25 Referencias Cruzadas  

Temer a los hombres resulta una trampa, pero el que confía en el Señor sale bien librado.


»Escúchenme, ustedes que conocen lo que es recto; pueblo que lleva mi Ley en su corazón: No teman el reproche de los hombres ni se desalienten por sus insultos,


»¿Quién te asustó, quién te metió miedo, que me has engañado? No te acordaste de mí ni me tomaste en cuenta. ¿Será que no me temes porque guardé silencio tanto tiempo?


Escuchen la palabra del Señor, ustedes que tiemblan ante su palabra: «Así dicen sus hermanos que los odian y los excluyen por causa de mi nombre: “¡Que el Señor sea glorificado, para que veamos la alegría de ustedes!”. Pero ellos serán los avergonzados.


El rey Sedequías respondió: —Yo tengo miedo de los judíos que se pasaron al bando de los babilonios, pues me pueden entregar en sus manos para que me torturen.


»A cualquiera que me confiese delante de los demás yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en el cielo.


»Les aseguro que a cualquiera que me confiese delante de los demás, también el Hijo del hombre lo confesará delante de los ángeles de Dios.


Pilato entonces reunió a los jefes de los sacerdotes, a los gobernantes y al pueblo


Dichosos serán ustedes cuando los odien, cuando los discriminen, los insulten y los desprestigien por causa del Hijo del hombre.


Muchos de los judíos que habían ido a ver a María y que habían presenciado lo hecho por Jesús creyeron en él.


pues por su causa muchos se apartaban de los judíos y creían en Jesús.


Los expulsarán de las sinagogas; y llegará el día en que cualquiera que los mate pensará que está prestando un servicio a Dios.


Después de esto, José de Arimatea pidió a Pilato el cuerpo de Jesús. José era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos. Él fue y retiró el cuerpo con el permiso de Pilato.


Este fue de noche a visitar a Jesús. —Rabí —le dijo—, sabemos que eres un maestro que ha venido de parte de Dios, porque nadie podría hacer las señales que tú haces si Dios no estuviera con él.


Sin embargo, por temor a las autoridades judías nadie hablaba de él abiertamente.


Con todo, muchos de entre la multitud creyeron en él y decían: «Cuando venga el Cristo, ¿acaso va a hacer más señales que este hombre?».


Sus padres contestaron así por miedo a los judíos, pues ya estos habían convenido que se expulsara de la sinagoga a todo el que reconociera que Jesús era el Cristo.


Ellos replicaron: —Tú, que naciste sumido en pecado, ¿vas a darnos lecciones? Y lo expulsaron.


Así, pues, los apóstoles salieron del Consejo, llenos de gozo por haber sido considerados dignos de sufrir afrentas por causa del Nombre.


Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo.


Si alguien confiesa públicamente que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios.


En esto pueden discernir quién tiene el Espíritu de Dios: todo el que confiese que Jesucristo ha venido en cuerpo humano es de Dios;