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2 Samuel 19:12 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

Ustedes son mis hermanos, ¡son de mi propia sangre! ¿Por qué han de ser los últimos en llamarme?”.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

Vosotros sois mis hermanos; mis huesos y mi carne sois. ¿Por qué, pues, seréis vosotros los postreros en hacer volver al rey?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

¡Ustedes son mis parientes, mi propia tribu, mi misma sangre! ¿Por qué son los últimos en dar la bienvenida al rey?».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Todo lo que se decía en Israel llegaba a oídos del rey. El rey dio este encargo a los sacerdotes Sadoc y Ebiatar: 'Transmitan este mensaje a los ancianos de Judá: '¿Por que han de ser ustedes los últimos en reinstalar al rey en su casa?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

Sois mis hermanos, mi hueso y mi carne sois; entonces ¿por qué seréis vosotros los postreros en hacer volver al rey?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Llegaron al rey las palabras que se decían por todo Israel. Y el rey David mandó a decir a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: 'Hablad así a los ancianos de Judá: '¿Por qué habéis de ser los últimos en hacer que vuelva el rey a su palacio?

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Vosotros sois mis hermanos; mis huesos y mi carne sois: ¿por qué, pues, seréis vosotros los últimos en hacer volver al rey?

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Otras versiones



2 Samuel 19:12
9 Referencias Cruzadas  

el cual exclamó: «Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará “mujer” porque del hombre fue sacada».


y Labán dijo: «Realmente, tú eres de mi propia sangre». Jacob había estado ya un mes con Labán


Por eso los israelitas fueron a ver al rey y le reclamaron: —¿Cómo es que nuestros hermanos de Judá se han adueñado del rey al cruzar el Jordán y lo han escoltado a él, a su familia y a todas sus tropas?


Los de Judá respondieron: —¿Y a qué viene ese enojo? ¡El rey es nuestro pariente cercano! ¿Acaso hemos vivido a costillas del rey? ¿Acaso nos hemos aprovechado de algo?


Todas las tribus de Israel fueron a Hebrón para hablar con David. Le dijeron: «Nosotros somos de la misma sangre.


Sadoc, hijo de Ajitob, y Ajimélec, hijo de Abiatar, eran sacerdotes; Seraías era el cronista;


pues quisiera ver si de algún modo despierto los celos de mi propio pueblo, para así salvar a algunos de ellos.


porque somos miembros de su cuerpo.


«Pregúntenles a todos los habitantes de Siquén: “¿Qué les conviene más: que todos los setenta hijos de Yerubaal los gobiernen o que los gobierne un solo hombre?”. Acuérdense de que yo soy de la misma carne y sangre que ustedes».