pero en vez de irse a su propia casa, se acostó a la entrada del palacio, donde dormía la guardia real.
2 Samuel 11:13 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022 David lo invitó a un banquete y logró emborracharlo. A pesar de eso, Urías no fue a su casa, sino que volvió a pasar la noche donde dormía la guardia real. Más versionesBiblia Reina Valera 1960 Y David lo convidó a comer y a beber con él, hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir en su cama con los siervos de su señor; mas no descendió a su casa. Biblia Nueva Traducción Viviente David lo invitó a cenar y lo emborrachó. Pero aun así no logró que Urías se fuera a la casa con su esposa, sino que nuevamente se quedó a dormir a la entrada del palacio con la guardia real. Biblia Católica (Latinoamericana) David lo invitó a su mesa a comer y a tomar y lo emborrachó. Sin embargo, Urías tampoco bajó a su casa esa noche; se acostó con los sirvientes de su señor. La Biblia Textual 3a Edicion Después David lo mandó a llamar, y comió y bebió ante él. Y él hizo que se embriagara, pero al anochecer fue a acostarse en su cama con los siervos de su señor, y no bajó a su casa. Biblia Serafín de Ausejo 1975 David lo invitó a comer con él, y le hizo beber hasta embriagarse. Al atardecer, Urías salió para acostarse en su lecho junto a los servidores de su señor, pero no bajó a su casa. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y David lo invitó, y le hizo comer y beber delante de sí, hasta embriagarlo. Y él salió a la tarde a dormir en su cama con los siervos de su señor; mas no descendió a su casa. |
pero en vez de irse a su propia casa, se acostó a la entrada del palacio, donde dormía la guardia real.
Entonces Absalón dijo: —Ya que usted no viene, ¿por qué no permite que nos acompañe mi hermano Amnón? —¿Y para qué va a ir contigo? —preguntó el rey.
A Aarón le dijo: —¿Qué te hizo este pueblo? ¿Por qué lo has hecho cometer semejante pecado?
El vino lleva a la insolencia y la cerveza al escándalo; ¡nadie bajo sus efectos se comporta sabiamente!
¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares? ¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas? ¿De quién son las heridas gratuitas? ¿De quién los ojos morados?
»¡Ay de ti, que emborrachas a tu prójimo, que derramas tu veneno hasta embriagarlo para contemplar su cuerpo desnudo!