De lo más vil y menospreciado escoge Dios para demostrar lo que Él es capaz de hacer en la vida de una persona.
El mundo de las drogas es uno al que muchos recurren para adquirir más poder y dinero, y aunque la mayoría cree que de allí se sale solo muriendo, el Señor Todopoderoso piensa un poco distinto.
Christian Cortés nos relata que creció en un buen hogar, con padres amorosos que se preocupaban por él y le ayudaban en todo lo que podían.
Se esforzaron por darle una buena educación, con valores y principios, razones por las que era un excelente estudiante en su periodo de clases.
Pero así como todo parecía ir de maravilla, las cosas se empiezan a tornar diferentes cuando comienza a involucrarse con amistades dañinas que lo introducen a las pandillas, volviéndolo un muchacho violento que constantemente estaba peleando.
De las pandillas se extendió hasta las drogas, la cual comenzó a exportar incluso siendo menor de edad.
Aquello lo llevó a dejar de ir a la escuela, y a mentirle a sus padres sobre lo que estaba y lo que no estaba haciendo. Por las noches se escapaba y se iba a lugares para adultos a vender la «mercancía».
Evidentemente, su estado empeoró al igual que la situación con sus progenitores, convirtiéndose en alguien rencoroso y muy violento.
Pero a pesar de todo lo que era y en el fondo del lugar oscuro donde se encontraba, allí Dios extendió su mano y lo rescató, dándole una nueva identidad y convirtiéndolo en su hijo.
Hoy en día no solo testifica, sino que también lleva el mensaje del evangelio a través del ministerio que el Señor le ha entregado.
