Wladimir Jara un pastor testifica cómo fue su vida durante 17 años en los que estuvo sumido en las drogas y la delincuencia y de la manera en que Cristo lo libertó y le dio una vida completamente nueva.
Creció en una familia muy hermosa, eran una familia muy humilde donde habían muchos niños y atravesaban una situación muy difícil económicamente hablando. A veces no había ni para alimentarse, pero el amor y el cariño de sus padre se hacía presente a pesar de las dificultades.
Iban de casa en casa pidiendo alimento pues en su hogar había mucha escasez y así fue transcurriendo su infancia, sin muchos lujos ni ostentosidades, pero con una familia muy unida.
Pero a la edad de doce años, su vida fue tomando un rumbo diferente, empezó a consumir drogas y poco a poco fue cayendo en una red de vicios casi imposible de romper.
Se rodeó de amistades que eran una mala influencia para el, se entrometió en robos y por tal motivo lo metieron en la cárcel, lo que Wladimir no imaginaba era que Dios tenía un gran propósito para su vida.
El testimonio de Wladimir nos lleva a entender que cuando Dios tiene un plan para nuestras vidas, no hay quien lo detenga, sino que ha de cumplirlo hasta el final.
