A.C. significa «antes de Cristo» y D.C. significa en latín anno domini, que se traduce como «en el año de nuestro Señor». La Biblia no enseña el sistema de fechas AC/DC, ya que no fue ampliamente aplicado y aceptado hasta varios siglos después del fallecimiento de Jesús.
Resulta interesante observar que el propósito del sistema de establecer las fechas a.C. y d.C. era convertir el nacimiento de Jesucristo en el punto de inflexión de la historia mundial. No obstante, al calcular el sistema AC/AD, se cometió un error al determinar el año exacto del nacimiento de Jesús. Posteriormente, los investigadores descubrieron que Jesús realmente nació entre los años 6 y 4 a.C., no en el año 1 d.C. Sin embargo, este detalle no es crucial.
El nacimiento, vida, ministerio, muerte y resurrección de Cristo son los hitos fundamentales en la historia mundial. Por lo tanto, resulta apropiado que Jesucristo marque la transición entre lo «viejo» y lo «nuevo». AC representa «antes de Cristo», mientras que desde Su nacimiento vivimos «en el año de nuestro Señor». Reconocer nuestra era como «el año de nuestro Señor» es adecuado. En Filipenses 2:10-11
se expresa:Para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre.Recientemente, ha surgido un intento por cambiar las expresiones a.C. y d.C. por A.E.C. y E.C., las cuales significan «antes de la era común» y «era común», respectivamente. Este cambio es meramente simbólico; es decir, el año 100 d.C. equivale al año 100 e.c.; solo varía la etiqueta utilizada. Los defensores del cambio de AC/AD a AEC/EC argumentan que estas nuevas expresiones son más neutrales al carecer de connotaciones religiosas, evitando así ofender a culturas o religiones que no consideran a Jesús como Señor.
No obstante, irónicamente la distinción entre AEC y EC sigue estando relacionada con la vida y época de Jesucristo.