¿Qué es la Mishná?

La Mishná representa la tradición oral del judaísmo, en contraste con la Torá escrita o Ley de Moisés. Fue compilada y escrita alrededor del año 200 d.C., formando parte fundamental del Talmud. Cada enseñanza específica de la Mishná es conocida como midrash.

¿Qué es la Mishná?

La corriente ortodoxa del judaísmo sostiene que Moisés recibió la Torá (los cinco libros de Moisés: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) directamente de Dios y transcribió todo lo que le fue revelado. Sin embargo, también creen que Dios le entregó a Moisés interpretaciones orales y ejemplos para comprender la Ley, que no fueron registrados por escrito. Estas interpretaciones no documentadas son conocidas como la Torá Oral.

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Según la tradición judía, esta Torá Oral fue transmitida de Moisés a Josué, luego a los ancianos, y así sucesivamente hasta los rabinos, quienes finalmente la escribieron como autoridad legal bajo el nombre de halajá («el camino»). Las dos partes principales de esta tradición son la Mishná y la Guemará.

¿Qué contiene la Mishná?

La palabra Mishná (משנה) significa «repetición», y es una recopilación de las enseñanzas de los sabios judíos posteriores a la destrucción del Templo en el año 70 d.C., conocidos como los Tanaim. Está dividida en seis órdenes (sedarim), organizados por temas:

  • Zeraim «semillas» – Oraciones, dieta y leyes agrícolas.
  • Moed «festividades» – Reglas sobre celebraciones festivas.
  • Nashim «mujeres» – Temas sobre la vida familiar y el matrimonio.
  • Nezikin «daños y perjuicios» – Derecho civil y penal.
  • Kodashim «cosas sagradas» – Sacrificios y leyes del templo.
  • Tohorot «purezas» – Pureza ritual de personas y objetos.

Con el tiempo, la Mishná fue objeto de estudio y comentario por generaciones de rabinos en Israel y Babilonia. Entre los años 200 y 500 d.C., se recopilaron esos comentarios en una obra conocida como la Guemará. Existen dos versiones principales: una realizada en Israel (Talmud de Jerusalén) y otra en Babilonia (Talmud de Babilonia). Juntas, la Mishná y la Guemará conforman el Talmud.

¿Qué valor tiene el Talmud en el judaísmo?

En el judaísmo ortodoxo, el Talmud tiene tanta autoridad como la Biblia hebrea. Es usado para interpretar y ampliar las leyes que pueden no estar completamente detalladas en las Escrituras. Por ejemplo, Deuteronomio 21:18–21 establece la ley para castigar a un hijo rebelde, pero no especifica claramente qué actos califican como rebeldía ni qué edad debe tener el hijo. El Talmud responde a estas interrogantes mediante el midrash, y establece que ambos padres deben estar de acuerdo y que el hijo debe tener edad suficiente para que se le desarrolle la barba.

“Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre… entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos…”

(Deuteronomio 21:18-19)

Agadá: Historias y enseñanzas simbólicas

Además de la halajá (ley), el Talmud incluye la Agadá, un cuerpo de literatura que contiene parábolas, historias, enseñanzas morales y proféticas. Aunque no es normativa, se usa para ilustrar principios espirituales.

Una famosa Agadá narra cómo el bebé Moisés, durante un banquete del faraón, tomó su corona, lo que fue interpretado como una amenaza. Para probar su inocencia, colocaron una corona y brasas frente a él. Un ángel guió su mano hacia las brasas, las tomó y se quemó la lengua, explicando su torpeza al hablar (Éxodo 4:10).

“¡Ay, Señor! Nunca he sido hombre de fácil palabra… pues soy tardo en el habla y torpe de lengua.”

(Éxodo 4:10)

El Cordero Blanco y el Mesías

Una de las imágenes más sorprendentes de la Agadá es la del Carnero Blanco, creado antes de la fundación del mundo. Este carnero esperó en el Edén hasta ser enviado para reemplazar a Isaac en el altar. Simbólicamente, apunta al Cordero de Dios que sería ofrecido por nuestros pecados.

“Ya destinado desde antes de la fundación del mundo…”
(1 Pedro 1:20)

“Él nos escogió en Él antes de la creación del mundo…”
(Efesios 1:4)

“El Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.”
(Apocalipsis 13:8)

Según esta tradición, los dos cuernos del carnero se convirtieron en shofares: uno sonó cuando Dios dio la Ley en el Sinaí (Éxodo 19:19), y el otro sonará en la venida del Mesías.

“Porque el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios…”
(1 Tesalonicenses 4:16)

Diversidad de posturas judías sobre el Talmud

Las distintas ramas del judaísmo tienen diferentes posturas sobre el Talmud:

  • Ortodoxos: consideran el Talmud tan inspirado como las Escrituras.
  • Conservadores y reformistas: lo respetan pero no lo consideran autoridad absoluta.
  • Caraítas: lo rechazan completamente, siguiendo solo la Biblia hebrea.

Una perspectiva cristiana

Aunque el estudio del Talmud puede proporcionar información cultural y contexto histórico sobre el judaísmo y sus prácticas, los cristianos deben recordar que solo las Escrituras (Antiguo y Nuevo Testamento) son la Palabra inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16).

“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia.”

(2 Timoteo 3:16)

El cristiano encuentra en Cristo la revelación completa de Dios. Jesús mismo dijo:

“Escudriñad las Escrituras… ellas son las que dan testimonio de mí.”

(Juan 5:39)

Conclusión

La Mishná y el Talmud son fuentes importantes para entender el desarrollo del judaísmo rabínico y sus interpretaciones de la Ley. Aunque pueden enriquecer nuestra comprensión histórica y cultural del contexto bíblico, no deben ser considerados como revelación divina por los cristianos. Solo la Biblia es inspirada por Dios, y en ella encontramos la verdad completa en Jesucristo, el Mesías prometido.

Reflexión Final

Cristo no vino a abolir la Ley, sino a cumplirla Mateo 5:17. Todo el Antiguo Testamento incluyendo las sombras, las figuras, y los sacrificios apunta a Él. Que nunca cambiemos la Palabra de Dios por tradiciones humanas. Que nuestro corazón esté siempre rendido a la autoridad de las Escrituras y al Señorío de Jesús.

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