¿Existe un don espiritual de dar / generosidad?

La primera alusión a la generosidad como un don espiritual se encuentra en Romanos 12:8, donde se menciona una extensa lista de dones espirituales y cómo utilizarlos «según la gracia que nos ha sido concedida» Dios, en su gracia, nos ha otorgado diferentes dones para realizar determinadas tareas. Por lo tanto, si Dios te ha dado el don de profecía, hable con toda la fe que Dios le haya dado (Romanos 12:6). La NVI describe el don de dar como «ayudar a los necesitados», lo cual debe hacerse con generosidad.

¿Existe un don espiritual de dar / generosidad?

En la práctica, encontramos varios ejemplos en la Biblia de personas que contribuyeron financieramente al ministerio. Lucas menciona a tres mujeres por su nombre y a «muchas otras» que respaldaban económicamente a Jesús y a los discípulos:

Síguenos y recibe recursos diarios

Únete al canal de BibliaTodo en tu app favorita:

«Más tarde, Jesús recorría las ciudades y pueblos proclamando las buenas nuevas del reino de Dios, acompañado por los doce discípulos. También estaban con él algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y enfermedades: María Magdalena (de quien habían salido siete demonios), Juana, esposa de Chuza, intendente de Herodes; Susana y muchas otras que le servían con sus propios recursos.» (Lucas 8:1-3).

Estos pasajes establecen un modelo de apoyo al ministerio, que también se evidencia en Hechos y en las epístolas (2 Corintios 11:9; Filipenses 4:15-18). El apóstol Pablo financió su propio sustento en ocasiones mediante la fabricación de tiendas, pero también recibió ayuda a través de contribuciones financieras específicas. De manera interesante, Pablo declinaba recibir apoyo financiero del grupo al que estaba ministrando, pero aceptaba donativos de una iglesia en otra región.

A menudo, aquellos con el don espiritual de dar o generosidad son buenos administradores de sus recursos y saben invertir y emprender con prudencia. Pueden ser ricos o tener medios modestos. Las iglesias en Macedonia demostraron su generosidad incluso en medio de su «gran prueba de tribulación» y «profunda pobreza» (2 Corintios 8:1-4). La viuda que entregó sus dos pequeñas monedas de cobre en el templo dio todo lo que poseía (Marcos 12:41-44). Jesús elogió su acto generoso por encima de cualquier otra contribución en el templo.

Como ocurre con todos los dones espirituales, las donaciones y la generosidad deben beneficiar al cuerpo de Cristo en su conjunto (1 Corintios 12:7; 1 Corintios 14:12; Efesios 4:12), sin buscar reconocimiento personal o gloria. El trágico ejemplo de Ananías y Safira nos advierte contra dar para impresionar a otros (Hechos 5).

El don espiritual de dar o generosidad se distingue de las ofrendas regulares. En ninguna parte de las Escrituras se indica que solo aquellos con este don deben respaldar un ministerio. Desde los primeros tiempos de la iglesia, la contribución financiera y otros recursos han sido fundamentales para mantener la unidad entre los creyentes, como Dios lo desea (Hechos 4:32-36).

Los dones espirituales son otorgados y fortalecidos por el Espíritu Santo (Romanos 12:6; 1 Corintios 12:4; Hebreos 2:4). Esto significa que incluso al dar o ser generoso, se trata de un acto gracioso concedido por Dios que potencia el don más allá de la simple oferta habitual hacia una congregación local algunos ejemplos son contribuciones a ministerios y para-ministerios destinados a campañas o necesidades de financiamiento; fideicomisos y testamentos con cantidades específicas designadas para misiones, ministerios o congregaciones; e inversiones en nuevas oportunidades de servicio religioso que sean dirigidas por la voluntad de Dios.

Deja tus comentarios sobre esta Reflexión