En la Biblia, el término “iglesia” no se refiere a un edificio ni a una institución humana, sino al conjunto de personas que han sido llamadas por Dios para formar parte de Su pueblo. Sin embargo, los teólogos cristianos han reconocido dos formas de entender la iglesia: la iglesia visible y la iglesia invisible.
La iglesia visible es la congregación de creyentes que podemos ver físicamente en la tierra. Está compuesta por todas las personas que profesan fe en Cristo, se reúnen en congregaciones, participan de los sacramentos (como el bautismo y la Cena del Señor) y forman parte de una comunidad cristiana local.
Sin embargo, no todas las personas que forman parte de la iglesia visible son verdaderos creyentes. Jesús mismo advirtió sobre la presencia de hipócritas y falsos hermanos dentro de la comunidad (Mateo 13:24-30). Por lo tanto, la iglesia visible es una mezcla de trigo y cizaña, de creyentes genuinos y de personas que solo tienen una fe superficial.
La iglesia invisible está compuesta únicamente por los verdaderos hijos de Dios, aquellos que han nacido de nuevo por el Espíritu Santo (Juan 3:3-5) y han puesto su fe en Jesucristo como Salvador y Señor. Esta iglesia no depende de una denominación o ubicación geográfica, sino que es la familia espiritual que Dios ha elegido y redimido.
Solo Dios conoce perfectamente quiénes forman parte de la iglesia invisible, pues Él ve el corazón 1 Samuel 16:7. Esta es la iglesia por la cual Cristo murió y que será presentada ante Él sin mancha ni arruga Efesios 5:25-27.
La iglesia visible y la invisible no son dos iglesias distintas, sino dos maneras de describir la misma realidad desde perspectivas diferentes: la visible desde lo que el hombre ve, y la invisible desde lo que Dios ve. Podemos engañar a los hombres con una apariencia de religiosidad, pero no podemos engañar a Dios. Él conoce a los que son Suyos (2 Timoteo 2:19).
Más importante que tener nuestro nombre en el registro de una iglesia local es tenerlo inscrito en el Libro de la Vida del Cordero (Apocalipsis 20:15). Pregúntate hoy: ¿Formo parte solamente de la iglesia visible o también de la invisible? La respuesta a esta pregunta tiene consecuencias eternas.