La lógica es la disciplina que nos permite llegar a la verdad mediante el análisis de los hechos, ya sea de forma directa (por deducción) o indirecta (por inducción). Partiendo de unas premisas dadas, la lógica examina las relaciones entre ellas, las compara con otros factores conocidos y llega a una conclusión que revela un hecho previamente desconocido. La lógica es como las matemáticas, pero con ideas en lugar de números. Nos ayuda a identificar las conexiones entre ideas.

La lógica parece ser una de las leyes naturales que Dios estableció al crear el universo. Así, Dios dotó a la humanidad de mente y capacidad de razonamiento. Siendo creación divina, la lógica es algo positivo que, usada correctamente, puede acercarnos a Dios. Lamentablemente, es fácil hacer un uso incorrecto de la lógica.
La ciencia de la lógica se centra en las fórmulas relacionales entre ideas. Al igual que los números en matemáticas, las ideas pueden conectarse mediante fórmulas que representan sus relaciones con otras ideas. Es provechoso comprender los fundamentos de estas fórmulas. En la actualidad, muchos argumentos están impregnados de emociones que pueden obstaculizar el diálogo y dificultar encontrar soluciones prácticas. La pasión puede obstruir el camino hacia la verdad. A menudo, la verdad se ve ocultada por lo que se conoce como falacia: argumentaciones basadas en un razonamiento falso e incorrecto. La falacia busca intimidar y no contribuye a debates fructíferos.
Desde un punto de vista práctico, la lógica abarca tanto las fórmulas como los hechos. Las fórmulas muestran relaciones, pero es necesario contar con ideas fundamentales para analizarlas correctamente. A pesar de que el relativismo cuestiona muchas hipótesis básicas, la mayoría aún confía en pruebas empíricas, es decir, datos recopilados a través de los sentidos. La mayoría sigue dependiendo del m(todo científico para validar o refutar afirmaciones con base en evidencias tangibles.
Al hablar de la existencia, se plantean afirmaciones como «yo existo» y «la tabla existe». La lógica utiliza estos datos para alcanzar una verdad más profunda. Por ejemplo, se deduce lógicamente que «todo lo que tiene un principio debe haber sido creado por algo más». A partir de este razonamiento se llega a conclusiones más elaboradas, como la afirmación de que «Dios existe».
Lamentablemente, muchas personas a las que les gusta discutir caen en falacias sin darse cuenta, ya que no comienzan desde el principio. Es decir, permiten que una idea preconcebida y no verificada reemplace un hecho. Los evolucionistas parten de la base de la evolución naturalista para sus argumentos porque rechazan la posibilidad de los milagros. Varias religiones niegan que Jesús sea el Dios-hombre porque inician con el gnosticismo (que considera al mundo físico malo y al mundo espiritual bueno). Los escépticos que argumentan que la religión surge instintivamente ante el miedo a la muerte parten del supuesto de que Dios no existe.
En realidad, la mayoría de las personas difícilmente cambiarán sus convicciones significativamente por cuestiones puramente lógicas. En general, los sentimientos prevalecen sobre la lógica. Aunque tanto Jesús como los apóstoles no eran ajenos a la lógica, esta no era su principal herramienta. Cuando Pedro dice «… estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» «En cambio, adoren a Cristo como el Señor de su vida. Si alguien les pregunta acerca de la esperanza que tienen como creyentes, estén siempre preparados para dar una explicación», (1 Pedro 3:15), él no estaba sugiriendo comenzar con un argumento ontológico sobre la existencia de Dios. Más bien quería estar listo para compartir la historia de nuestra relación con Dios y la esperanza asociada con ella. Quienes fundamentan sus creencias en las emociones difícilmente podrán sostener una conversación basada en la lógica.
En manos de un apologista competente se convierte en una herramienta poderosa. También resulta convincente la «evidencia empírica» de vivir como cristiano. Como se menciona en Mateo 5:14, «Ustedes son la luz del mundo, una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse». La oscuridad rechaza la luz, pero no puede negar su presencia. Siguiendo el consejo de Pablo a Tito: «mostrando integridad en la enseñanza, con seriedad y palabras sanas e irreprochables, para que el adversario se avergüence al no encontrar nada malo que decir sobre ustedes» (Tito 2:7-8).
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