La respuesta sencilla a esta pregunta se encuentra en el significado de la palabra «bautizar». Proviene de la palabra griega que significa «sumergir en agua». Por lo tanto, el bautismo por aspersión o vertido de agua es un oxímoron, algo que se contradice en sí mismo. Bautizar por aspersión significaría «sumergir a una persona en agua rociándole agua». El bautismo, por su definición inherente, debe ser un acto de inmersión en agua.

El bautismo ilustra la identificación del creyente con la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo. «¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en Su muerte? Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva» «¿O acaso olvidaron que, cuando fuimos unidos a Cristo Jesús en el bautismo, nos unimos a él en su muerte?», (Romanos 6:3,4) «Pues hemos muerto y fuimos sepultados con Cristo mediante el bautismo; y tal como Cristo fue levantado de los muertos por el poder glorioso del Padre, ahora nosotros también podemos vivir una vida nueva.», (Romanos 6:3,4). La acción de ser sumergido en agua representa morir y ser sepultado con Cristo. Emerger del agua ilustra ser resucitado con Él. Como resultado, el bautismo por inmersión es el único método que ilustra ser sepultado con Cristo y resucitar con Él. El bautismo por aspersión o vertido de agua se puso en práctica como resultado de la anti-bíblica costumbre de bautizar a los infantes.
El bautismo por inmersión, siendo el método más bíblico para identificarse con Cristo, no es (como algunos creen) un requisito para la salvación. Es más bien un acto de obediencia, una declaración pública de la fe en Cristo e identificación con Él. El bautismo es una representación de cómo dejamos nuestra antigua vida y nos convertimos en una nueva creación «Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha transformado en una persona nueva. La vida anterior ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado!», (2 Corintios 5:17). El bautismo por inmersión es el único modo que ilustra completamente este cambio radical.