La bondad de Dios os ha salvado, en efecto, mediante la fe. Y eso no es algo que provenga de vosotros; es un don de Dios. No es, pues, cuestión de obras humanas, para que nadie pueda presumir.
puesto que todos pecaron y todos están privados de la presencia salvadora de Dios. Pero Dios los restablece en su amistad de una manera gratuita, poniéndolos en camino de salvación por medio de Cristo Jesús.
No tiene por qué dominaros el pecado, pues no estáis ya bajo el yugo de la Ley, sino bajo la acción de la gracia.
Acerquémonos, pues, llenos de confianza, a ese trono de gracia, seguros de que la misericordia y el favor de Dios estarán a nuestro lado en el momento preciso.
Con la muerte de su Hijo, y en virtud de la inmensa riqueza de su bondad, Dios nos libera y nos concede el perdón de los pecados.
En cuanto a la Ley, su llegada sirvió para hacer que el pecado creciera. Pero cuanto más creció el pecado, tanto más abundante fue la gracia de Dios .
Dios es quien nos ha salvado y nos ha llamado a una vida consagrada a él, no porque lo merecieran nuestras buenas obras, sino porque tal ha sido su designio salvador. Es un don que nos concedió por medio de Cristo Jesús antes incluso que el tiempo existiese,
La fuente de todo bien está en Dios, que os ha llamado a compartir con Cristo su gloria eterna. Y Dios mismo, después de estos padecimientos que son al fin tan breves, os restablecerá, os confirmará, os fortalecerá y os colocará sobre una base inconmovible.
En efecto, de su plenitud todos hemos recibido bendición tras bendición. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos vinieron por medio de Jesucristo.
Cada uno de nosotros hemos recibido nuestro don en la medida en que Cristo ha tenido a bien otorgárnoslo.
Pero la gracia divina ha hecho de mí esto que soy; una gracia que no se ha malogrado en cuanto a mí toca. Al contrario, me he afanado más que todos los otros; bueno, no yo, la gracia de Dios que actúa en mí.
Ya conocéis cuál fue la generosidad de nuestro Señor Jesucristo: él era rico, pero se hizo pobre por vosotros, a fin de enriqueceros con su pobreza .
No os dejéis arrastrar por cualquier tipo de doctrina que os venga de fuera. Lo que de veras vale la pena es que la gracia de Dios llene de fortaleza vuestro corazón; que las reglas sobre alimentos, de ningún provecho han servido a quienes las han observado.
Restablecidos, pues, en la amistad divina por medio de la fe, Jesucristo nuestro Señor nos mantiene en paz con Dios. Cristo mismo ha sido quien nos ha instalado, mediante la fe, en esta situación de gracia en que vivimos y nos hace poner nuestra honra en la esperanza de participar en la gloria de Dios.
Que todos, como buenos administradores de los múltiples dones de Dios, pongan al servicio de los demás el don que recibieron.
Restablecidos así por la gracia de Dios en su amistad, hemos sido constituidos herederos de la vida eterna que estamos esperando.
No quiero hacer inútil la bondad de Dios; ahora bien, si por medio de la Ley restableciera Dios al hombre en su amistad, Cristo habría muerto inútilmente.
Este mensaje sigue dando fruto y extendiéndose por todo el mundo, como ha sucedido entre vosotros desde el día mismo en que escuchasteis y experimentasteis la verdadera generosidad de Dios.
¡Ojalá Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre, que nos ama y que generosamente nos ofrece un consuelo eterno y una espléndida esperanza, os llenen interiormente de consuelo y os den la fuerza necesaria para buscar toda suerte de bien, lo mismo de palabra que de obra!
Aunque su benevolencia es siempre mayor, y por eso dice también la Escritura: Dios se cierra a los orgullosos y concede su favor a los humildes.
Lo ha hecho por pura gracia y no en virtud de méritos humanos, pues de otra manera no podríamos hablar de la generosidad de Dios.
Vigilad para que nadie quede privado del favor de Dios, para que nadie crezca como planta venenosa y dañina, capaz de emponzoñar a toda una multitud;
Y creced en gracia y en conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él la gloria ahora y por siempre. Amén.
Pero la piedad de Dios es grande, e inmenso su amor hacia nosotros. Muertos estábamos en razón de nuestras culpas, Dios nos hizo revivir a una con Cristo - ¡vuestra salvación es pura generosidad de Dios! -,
Ahora, pues, ninguna condena pesa ya sobre aquellos que están injertados en Cristo Jesús. Mediante esta unión con Cristo, la ley del Espíritu vivificador me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
Pues bien, Cristo murió por nosotros, que éramos pecadores: ¿puede haber mayor prueba del amor que Dios nos tiene?
Estad, pues, listos para la acción; que nada os seduzca; poned toda vuestra esperanza en el don que os trae la revelación de Jesucristo.
Pues ¡qué decir de aquel que haya pisoteado al Hijo de Dios, que haya profanado la sangre mediante la cual ha sido sellada la nueva alianza y él mismo ha sido consagrado, que haya ultrajado al Espíritu Santo, que es fuente de gracia! ¿No merece acaso un castigo mucho más severo?
Así, pues, como el delito de un solo pecador hizo a la muerte dueña y señora de todos, con mucha más razón vivirán y reinarán por Jesucristo los que han recibido con tanta abundancia ese don gratuito de la amistad de Dios.
Si de algo me siento orgulloso, es de que la conciencia me asegura que mi comportamiento con todo el mundo, y particularmente con vosotros, ha estado presidido por la sencillez y la franqueza que Dios da; es decir, ha sido fruto del favor divino y no del humano saber.
Por otra parte, Dios tiene poder para colmaros de bendiciones, de modo que tengáis siempre lo necesario en cualquier circunstancia y hasta os sobre para hacer el bien en todo momento.
Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros; y vimos su gloria, la que le corresponde como Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Y querer alcanzar la amistad de Dios mediante el cumplimiento de la Ley, significa romper con Cristo, quedarse fuera de la acción de la gracia.
Por otra parte, el salario del que trabaja no es un regalo, sino una deuda. De modo que mediante la fe queda restablecido en la amistad de Dios quien no pone la confianza en las propias obras, sino que se fía de Dios, que restablece en su amistad al pecador.
Tanto amó Dios al mundo, que no dudó en entregarle a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Por lo que a mi vida respecta, en nada la aprecio. Sólo aspiro a terminar mi carrera y a culminar la tarea que me encomendó Jesús, el Señor: proclamar la buena nueva de que Dios nos ha dispensado su favor.
La gracia y la paz se os hagan cada vez más abundantes por el conocimiento de Dios y de Jesús, nuestro Señor.
El nos ha salvado, no en virtud de nuestras buenas obras, sino por puro amor; y lo ha hecho a través del agua, que nos hace nacer de nuevo y nos renueva bajo la acción del Espíritu Santo
Y la gracia acompañe a cuantos aman a nuestro Señor Jesucristo con un amor indestructible.
Pero Dios los restablece en su amistad de una manera gratuita, poniéndolos en camino de salvación por medio de Cristo Jesús.
No ha de ser así, pues estamos seguros de que es la gracia de Jesús, el Señor, la que nos salva tanto a nosotros como a ellos.
Hasta ahora, ninguna prueba os ha sobrevenido que no pueda considerarse humanamente soportable. Por lo demás, Dios es fiel y no permitirá que seáis puestos a prueba más allá de vuestras fuerzas; al contrario, junto con la prueba os proporcionará también la manera de superarla con éxito.
Si, lejos de escatimar a su propio Hijo, lo entregó a la muerte por nosotros, ¿cómo no habrá de darnos con él todas las cosas?
Todo beneficio y todo don perfecto bajan de lo alto, del creador de la luz, en quien no hay cambios ni períodos de sombra.
Si, por el contrario, reconocemos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos purificará de toda iniquidad.
Lo que somos, a Dios se lo debemos. Él nos ha creado por medio de Cristo Jesús, para que hagamos el bien que Dios mismo nos señaló de antemano como norma de conducta.
¿Dónde queda, pues, el orgullo humano? Ha sido desmantelado. Esto, naturalmente, no es porque se cumpla la Ley, sino en razón de la fe. Sostengo, en efecto, que Dios restablece en su amistad al hombre mediante la fe y no mediante las disposiciones de la Ley.
De este modo, la bondad tan generosamente derramada sobre nosotros por medio de su Hijo querido, se convierte en himno de alabanza a su gloria.
Y porque Jesucristo se ha ajustado a la voluntad de Dios ofreciendo su propio cuerpo una vez por todas, nosotros hemos quedado consagrados a Dios.
También Cristo murió por los pecados, una vez por todas, el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como mortal, sufrió la muerte; como espiritual fue devuelto a la vida.
Cristo fue del todo inocente; más, por nosotros, Dios le trató como al propio pecado, para que por medio de él experimentemos nosotros la fuerza salvadora de Dios.
Hermanos, habéis sido llamados a gozar de la libertad cristiana. ¡No utilicéis esa libertad como tapadera de apetencias puramente humanas! Al contrario, haceos esclavos los unos de los otros por amor.
¿Acaso no está justificado esto que siento por vosotros? Os llevo muy dentro del corazón, ya que compartís conmigo este privilegio mío de estar preso y de poder defender y consolidar el mensaje de salvación.
¡Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os daré descanso! ¡Poned mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón! Así encontraréis descanso para vuestro espíritu, porque mi yugo es fácil de llevar, y mi carga ligera.
A vosotros, objeto del designio amoroso de Dios Padre y consagrados por medio del Espíritu para que obedezcáis a Jesucristo y seáis purificados con su sangre, os deseo gracia y paz en abundancia.
La tarea que Dios me ha confiado en su bondad me autoriza también a advertir a todos y a cada uno de vosotros: que a nadie se le suban los humos a la cabeza; que cada uno se estime en lo justo, conforme al grado de fe que Dios le ha concedido.
Que llene de luz los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a la que os llama, qué inmensa la gloria que ofrece en herencia a su pueblo y qué formidable la potencia que despliega en favor de nosotros los creyentes, esgrimiendo la eficacia de su fuerza poderosa.
Dios, fuente de esperanza, llene de alegría y paz vuestra fe. Y la acción poderosa del Espíritu Santo os colme de esperanza.
Pero el ángel le dijo: - No tengas miedo, María. Tú has hallado gracia a los ojos de Dios.
es el amor de Cristo; un amor que desborda toda ciencia humana y os colma de la plenitud misma de Dios.
Dios, que os ha llamado a compartir la vida de su Hijo Jesucristo, es un Dios que cumple su palabra.
Pero el Abogado, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, hará que recordéis cuanto yo os he enseñado y os lo explicará todo.
Una esperanza que no decepciona, porque al darnos el Espíritu Santo, Dios nos ha inundado de su amor el corazón.
Y, puesto que somos nosotros los que recibimos ese reino inconmovible, seamos agradecidos, ridiendo así, respetuosos y reverentes, un culto agradable a Dios.
Los apóstoles, por su parte, daban testimonio de la resurrección de Jesús el Señor con toda firmeza, y se les miraba con gran simpatía.
Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada en lo alto de una montaña no puede ocultarse. Tampoco se enciende una lámpara y se la tapa con una vasija. Al contrario, se la pone en alto, de manera que alumbre a todos los que están en la casa. Pues así debe alumbrar vuestra luz delante de los demás, para que todos vean el bien que hacéis y alaben por ello a vuestro Padre celestial.
Colaboradores de Dios como somos, no podemos menos de recomendaros que no dejéis que se pierda su gracia.
Y vosotros también, los que habéis oído el mensaje de la verdad y habéis acogido con fe el anuncio feliz de vuestra salvación, al ser injertados en Cristo, habéis sido sellados con el Espíritu Santo prometido.
Por Cristo y para gloria de su nombre, he recibido el don de ser apóstol, a fin de que todas las naciones respondan a la fe.
No nos cansemos de hacer el bien, que, si no desfallecemos, a su tiempo recogeremos una magnífica cosecha.
Y tened en cuenta que será juzgado sin compasión quien no practicó la compasión. La compasión, en cambio, saldrá triunfante del juicio.
¿Qué dónde radica el amor? No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que nos alcanzase el perdón de nuestros pecados.
Y así, Cristo no entró en un santuario construido por hombres - imagen del verdadero santuario -, sino en el mismo cielo, donde ahora intercede por nosotros en presencia de Dios. El sumo sacerdote judío entra en el santuario año tras año con una sangre que no es la suya. No así Cristo, ya que, de haberse ofrecido a sí mismo muchas veces, otras tantas tendría que haberse padecido y muerto desde que existe el mundo. No; Cristo se ha manifestado una sola vez ahora, en el momento culminante de la historia, destruyendo el pecado con el sacrificio de sí mismo.
Y nosotros, por nuestra parte, podemos acercarnos a Dios libre y confiadamente mediante la fe.
Pero vosotros sois 'raza elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su posesión', destinado a cantar las grandezas del Dios que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa.
El ladrón, cuando llega, no hace más que robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos tengan vida, y la tengan abundante.
a Timoteo, hijo querido. Que Dios Padre, y Cristo Jesús, Señor nuestro, te concedan gracia, misericordia y paz.
Todo esto es para vuestro bien. Así, cuantos más participen del favor de Dios, tanto más crecerá la acción de gracias para gloria de Dios.
Cristo subió al madero cargando sobre sí nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos con toda rectitud. Habéis sido, pues, salvados a costa de sus heridas;
Permaneced unidos a mí, como yo lo estoy a vosotros. Ningún sarmiento puede producir fruto por sí mismo sin estar unido a la vid; lo mismo os ocurrirá a vosotros si no estáis unidos a mí.
Porque no nos ha destinado Dios al castigo, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo. El fue quien murió por nosotros a fin de que, despiertos o dormidos, vivamos siempre en él.
Se embarcaron allí para Antioquía de Siria, donde los habían confiado a la protección de Dios para la misión que acababan de cumplir.
Por más que no hay comparación entre el delito del uno y el don del otro . Porque si el pecado de un hombre acarreó a todos la muerte, la gracia de Dios, hecha don generoso en otro hombre, Jesucristo, se volcó mucho más abundante sobre todos. Y hay aún otra diferencia entre el delito del uno y el don del otro: y es que, a partir del delito de uno solo, el proceso terminó en sentencia condenatoria. El don, en cambio, a partir de muchos delitos, culminó en sentencia absolutoria.
y haced del amor norma de vuestra vida, pues también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio que Dios recibe con agrado.
De la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la libertad de todos los hombres.
Y muertos estabais vosotros a causa de vuestros delitos y de la permanencia de vuestras desordenadas apetencias humanas. Pero ahora, Dios nos ha vuelto a la vida con Cristo y nos ha perdonado todos nuestros pecados. Ha destruido el documento acusador que contenía cargos contra nosotros, lo ha hecho desaparecer clavándolo en la cruz.
Id a aprender qué significa aquello de Yo no quiero que me ofrezcáis sacrificios, sino que seáis compasivos. Yo no he venido a llamara los buenos, sino a los pecadores.
Que el reino de Dios no consiste en lo que se come o en lo que se bebe; consiste en la vida recta, alegre y pacífica que procede del Espíritu Santo .
Es Dios mismo quien realiza en vosotros el querer y el hacer, más allá de vuestra buena disposición.
Dios, por su poder, nos ha concedido todo lo necesario para una vida de auténtica fe al llevarnos al conocimiento de quienes nos llamó por su propia gloria y fuerza poderosa.
Nadie puede aceptarme si no le es dado por el Padre que me envió, yo, por mi parte, le resucitaré en el último día.
Que el Dios de la paz os haga llevar una vida de consagración más auténtica cada día, de modo que todo vuestro ser - espíritu, alma y cuerpo - permanezca sin tacha para el día en que se manifieste nuestro Señor Jesucristo. Quien os llama es fiel y cumplirá su palabra.
Porque el salario que ofrece el pecado es la muerte, mientras que Dios ofrece como regalo la vida eterna por medio de Cristo Jesús, Señor nuestro.
Bendito sea Dios, padre de nuestro Señor Jesucristo, que, por su inmenso amor y mediante la resurrección de Jesucristo, nos ha hecho renacer a una vida de esperanza, a una herencia incorruptible, inmaculada e imperecedera. Una herencia reservada en los cielos para vosotros,
que Cristo habite, por medio de la fe, en el centro de vuestra vida; que el amor os sirva de cimiento y de raíz. Seréis así capaces de entender, en unión con todos los creyentes, cuán largo y ancho, cuán alto y profundo
Ya no soy yo quien vive; es Cristo quien vive en mí. Mi vida en este mundo consiste en creer en el Hijo de Dios, que me amó y entregó su vida por mí.
Pero también acoge misericordiosamente a los demás pueblos, para que puedan alabar a Dios, como dice la Escritura: Por eso te alabaré en medio de los pueblos y cantaré himnos en tu honor.
¡Qué amor tan inmenso el del Padre, que nos proclama y nos hace hijos suyos! Si el mundo nos ignora, es porque no conoce a Dios.
Os he dicho todo esto para que podáis encontrar la paz en vuestra unión conmigo. En el mundo tendréis sufrimientos; pero ¡ánimo!, yo he vencido al mundo.
El niño iba creciendo y robusteciéndose; estaba lleno de sabiduría y gozaba del favor de Dios.
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